Superman (Man of steel): ¿un cambio de paradigma?

En las grandes civilizaciones greco-romanas no existían los sermones dominicales pues simplemente no había día del Señor, sin embargo, los atenienses se las arreglaban muy bien para enseñar la moral a los pueblos por medio del teatro, en el cual los poetas enseñaban la “areté” o virtud.

¿Quién no ha escuchado hablar alguna vez de las peripecias del pobre Edipo Rey o de la justa Antígona? Hoy ya casi no vamos al teatro, salvo para ver alguna tontería; sin embargo, se sigue «moralizando» y bajando línea. Basta con ver las últimas películas (el teatro de la modernidad) para ver cómo ciertos modelos intentan imponerse incluso contra la «mayoría»: homosexualidad, aborto, relativismo a ultranza, mofa de la Fe, etc. Sin embargo, hay quienes dicen que eso está cambiando.

Publicamos aquí un artículo de Gonzalo Alonso acerca de la última película de Superman (Man of steel, 2013) con ciertas observaciones que, si bien no tienen vinculación directa con la falsificación de la historia, quizás la tengan con la imposición de la realidad y con un paradigma que… ¿estaría cambiando desde Hollywood? El debate está abierto. 

P. Javier Olivera Ravasi, IVE

SUPERMAN – Man of Steel (2013)

cartel-superman-el-hombre-de-acero-2-875¿Cómo es la última película sobre el Hijo de Kripton, un tanque de Hollywood para consumo masivo de la actual cultura moderna?

Cuando uno piensa en un film de 2hs y pico, la primera impresión es que se trata de un film de larga duración. Ahora, para un personaje icono de la cultura norteamericana y, por qué no, mundial, con algo menos de un siglo de vida, con cientos de programas de tv, radio y cine, y miles de comics, libros y prensa escritos, 2 hs no es tanto. Todo film cuenta una historia, toda historia tiene un mensaje. En una película que será vista por millones de personas sus realizadores se toman muy en serio que mostrar y que no.

Cada minuto, cada segundo es editado, analizado, discriminado y diseccionado. Cada minuto que vemos ha sido elegido para que lo disfrutemos o percibamos algo que el director desea. Esto es fundamental porque cada escena ha sido elegida entre varias otras que han sido descartadas.

Entonces, cada minuto de esas 2 hs cobra mayor importancia porque fue seleccionado para que nosotros apreciemos por partes las secuencias que conforman el todo de la película.

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Los antecedentes en la historia, guión y dirección son considerables. El director Zack Snyder, consagrado con la implacable Trescientos, se rodea luego del mismo equipo que hizo Batman 2005-2013. Con David S. Goyer como co-guinista, con el expresivo y efectivo Hans Zimmer en la música –a veces wagneriana- y, casi lo más importante, la historia está escrita por el grandioso Christopher Nolan –creador de la trilogía Batman el Caballero de la Noche, una de las obras más profundas y arriesgadas a nivel cultural que se han hecho en los últimos 20 años.

Ahora, sabiendo esto, lo primero que hay que hacer cuando empieza el Hombre de Acero es olvidarse del Caballero de la Noche, ya que son dos universos incompatibles. Y hay que evitar proyectar comparaciones entre una y otra obra, por más difícil que resulte (aclaro esto, pues fue lo que pasó con cierto público durante y después del estreno de Superman 2013). Son dos obras diferentes –aunque ambas mantienen analogías importantes en la creación del héroe-, y allí reside la genialidad de sus creadores: Pues Superman es original en todos sus aspectos, sorprendiendo con la cuota de creatividad, pero tomando en cuenta los valores y mejorando aún la historia ya conocida del Hijo de Kripton (Superman/Kal El/Clark Kent).

Algo para destacar –ocurre lo mismo en Batman- es cómo está contada la historia del personaje. Cómo se desarrollan los hechos en el tiempo, cómo el personaje conforma su identidad en base a éstos y cómo desde allí va encontrando su destino en el mundo, su Misión en la vida. Todo está muy bien presentado y con detalles directos al espectador normal. Pero éstos son de una sutileza que logra conectar al espectador con el ambiente del personaje casi a un nivel familiar. Por ejemplo, se ven paneos de la vida en los pueblos del interior de los EEUU, como un tendero secando ropa, una veleta azotada por el viento, o la luz del sol reflejada en el brillo de las flores de una típica casa modesta de campo en Kansas, rodeada de los cultivos a cosechar. Estos detalles se intercalan con momentos determinantes en la vida del protagonista y ayudan a ambientarnos mejor en el drama -aunque uno no se dé cuenta de ello en ese momento.

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Porque, a pesar de la sencillez del héroe de acero, esta obra es un pequeño gran drama que empieza desde el primer minuto. Y allí la genialidad de la estructura del relato en esta historia, pues cada hecho clave está conectado más adelante y con un claro mensaje. Todos los hechos se ubican en un apropiado sentido de la temporalidad en la forja del héroe.

Interesantes aportes para el cine moderno: Pro-vida, reforzando la figura del Padre y la analogía del Cordero

La película empieza con un nacimiento y el sonido, creciente pero potente, del corazón humano en su puja por salir a la vida. La música acompaña sencilla pero solemnemente. Ese nacimiento es de Kal El, el último Hijo de Kripton, y en él se centrará toda la esperanza de sus padres para salvar a la humanidad.

Esto es fundamental, pues el padre Jor El -que es un noble de la aristocrática casa El en Kripton, mundo condenado a punto de fenecer- está convencido de la Esperanza que viene al traer un hijo al mundo. La película arranca con Jor El (un imponente Russell Crowe), el mejor científico de Kripton, discutiendo en el Senado con los otros nobles sobre la esperanza y alternativas que aún existen para su mundo agonizante, cosa que ningún otro puede ver porque ya están ciegos.

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Y ello es porque en Kripton no se tienen más hijos entre hombre y mujer, sino que son producto de la fertilización y la generación en masa por el Estado. Jor El y Lady Lara han sabido generar otra vez vida de modo natural y han asimilado esta verdad. Han visto que traer hijos nacidos de hombre y mujer es la vida que trae esperanza al mundo.

Este hecho estará presente el resto de la película, pues ya en la Tierra Kal El-Clark Kent luego de vivir y criarse durante poco más de 30 años en su nuevo pero definitivo hogar, tendrá que decidir si ofrece su vida por los terrestres, o por los nuevos kriptonianos que han llegado a buscarlo y que el creía extintos.

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El mensaje a favor de la vida es muy claro, y he aquí el genial aporte de los creadores de la película. Superman, al inicio de la historia, emprende un viaje en busca sus orígenes, pues desea encontrar una respuesta a ese poder inmenso que posee y no termina de entender por qué y para qué lo tiene. Cuando halla la nave en que llegó a la Tierra y al fin se reencuentra con la memoria viva de su padre Jor El, le pregunta por qué Kriptón desaparece. La primera respuesta de Jor El para su hijo es tan contundente como concreta: “Se estableció un control de natalidad de la población”

La figura del Padre

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Es destacable la crianza que Kal El recibe en la Tierra, el hecho de haber sido criado por una típica familia del campo. Sencillos, honrados, de inquebrantable moral y orgullosos de su apellido, la familia Kent adopta al niño venido de las estrellas y lo cría bajo los valores tradicionales conservadores (en esto el guión respeta mucho al personaje del comic). Así como el chico recibe una devoción incondicional del afecto y cariño de su madre (papel que revindica a Diane Lane, que hizo films previos bastante reventaditos), es su padre (un cada vez mejor Kevin Kostner) quien lo ayuda durante su crecimiento a lidiar con el don que posee. Don que se hubiere transformado en una carga o maldición para los demás si el niño no hubiese contado con la guía paterna adecuada. El rol del pater familias es sólidamente evidenciado entonces. Primero su padre biológico, noble, poderoso y convencido de la oportunidad que se le presenta antes del fin de su mundo, quien lo envía a la Tierra, seguro de la esperanza que su hijo significa; luego, el padre terrestre, quien está convencido que el niño es una señal del destino y vela todo el tiempo para que el chico pueda lidiar con lo que le está pasando y pueda llevar adelante su Misión.

Ello, acompañado por la eterna comprensión materna, logra formar y criar al hombre de acero. Que ya vemos que es más de acero interior que exterior.

Analogía del Cordero

Superman asimila que lleva en sus genes la gran esperanza de vida para toda su raza y deberá sopesar si escucha a los poderosos y cuasi perfectos pero amenazantes kriptonianos, o elige a los falibles humanos.

Ya que los kriptonianos sobrevivientes quieren rehacer Kripton en la Tierra; pero una vez comenzado este proceso no habrá lugar para los terrícolas. Superman debe elegir entre una segunda oportunidad para la otrora gloriosa raza kriptoniana, o colocarse junto a los terrestres, que están llenos de dudas, miedo y debilidades. Esta última opción, sabe, lo pondrá como un traidor ante los de su raza original.

Pero él sabe que es la última esperanza de los humanos, que nada pueden hacer frente a un ejército de kriptonianos, casi tan poderosos como lo es él mismo.

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Y hay una escena clave. La Tierra está en vilo ante la llegada de estos amenazantes seres, quienes exigen a los terrestres que entreguen a Superman o serán destruidos. Entonces, antes de aparecer ante todos, Kal El (Superman) entra a una iglesia católica y habla con el sacerdote. Lo que en el fondo él quiere saber es si vale la pena arriesgarse y aún sacrificarse por el género humano.

La escena no puede ser más evidente: el joven héroe, recién cumplidos sus 33 años, está decidiendo entregarse a sus verdugos; su rostro es tomado de costado por la cámara mientras mira al sacerdote y de fondo, detrás de Superman, se aprecia con claridad un vitraux de Cristo en el huerto de los Olivos.

¿Por qué Superman y Batman son los dos mejores?

Si tuviésemos que buscar en Superman o en Batman qué es lo que los hace clásicos podríamos ver en ellos analogías sustanciales en la historia de cada héroe. Y ello se refleja en varios aspectos.

La herencia del Padre, que en ambos se manifiesta como una actitud virtuosa: inclaudicables y magnánimos en las causas que los animan –por eso el mote de Caballero en el segundo, que bien aplica para Kal El.

La disposición de sacrificarlo todo por los demás, incluso la propia vida. Por eso son los más grandes en su género y son los dos superhéroes más reconocidos y admirados (mediáticamente hablando, ya que el hombre moderno hoy es un homo-media, de cultura preeminentemente audiovisual antes que cualquiera otra alternativa de cultivo intelectual). Hay cientos de superhéroes, pero no es casualidad que los dos más importantes tengan estas características. Tanto Bruce Wayne como Clark Kent tienen una fuerza interior gracias a su legado paterno, ya que es la figura predominante en sus personalidades.

Además tienen todas las virtudes del héroe clásico y son grandes porque enfrentan desafíos que los exceden, pero terminan prevaleciendo gracias a su presencia de espíritu y porque  nunca pierden la esperanza.

Ambos tienen un origen aristos: Jor El y Thomas Wayne son lo mejor entre los nobles de su clase, lo que se proyecta contundentemente en sus hijos, amén de  devotos esposos, valientes, sabios y tenaces, pero ante todo caritativos y magnánimos con sus familias. Virtudes que nunca deben faltar, aunque sea en módicas dosis, en cada padre, en cada hombre.

La película, entonces, resulta toda una grata sorpresa en la nihilista, superficial y relajada cultura de hoy.

 Gonzalo Alonso

Buenos Aires, Mayo de 2014

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