Los griegos no eran sodomitas. Sobre el “lesbianismo” (8-8). Conclusión

10. Sobre el “lesbianismo”

Probablemente, de todas las mentiras sobre homosexualidad (femenina), la de Safo de Lesbos sea la más flagrante (hasta el nombre de su isla natal ha sido utilizado para designar a las mujeres homosexuales). De carne y hueso (siglos VII-VI a.C.) Safo era considerada la mejor poetisa de su tiempo (Platón la llamó “la décima musa”), fundando una academia donde acudían muchachas jóvenes de toda Grecia a aprender poesía, música, danza, buenas maneras, ritualismo religioso y en general lo que caracterizaba a una mujer completa que aspiraba a casarse con un hombre noble y fundar su propia familia. Del mismo modo que Creta tenía sus ageilai, donde los muchachos aprendían poco a poco a ser hombres bajo el maestrazgo de un iniciador, Lesbos tenía la academia sáfica para las señoritas de buena familia.

Las muchachas se hacían llamar “servidoras de las musas” (esas 9 deidades femeninas que acompañaban a Apolo en el monte Helicón, y que se consideraban responsables de la inspiración de los artistas). En cuanto a las obras de Safo nos han llegado sólo fragmentos (un poema llegó completo, recogido por Dioniso de Halicarnaso); el resto de su obra tiene demasiados huecos para saber siquiera qué temas trataba (ya no digamos intentar vislumbrar cierto atisbo de homosexualidad). Sus escritos constan sobre todo de himnos y elogios a las muchachas que ella misma había instruido y que, luego de completar su educación, partían para desposarse con un hombre. Este género poético recibía el nombre de epithalamia, “canciones de matrimonio”, y trata acerca de la belleza de una doncella que está a punto de convertirse en esposa y madre. De ese modo, por los fuertes vínculos construidos Safo cantaba llena de tristeza a la ida de sus hijas espirituales.

Veamos uno de esos conocidos versos dedicados a una muchacha a punto de partir con su prometido: 

“Semejante a los dioses me parece
ese hombre
 que ahora se sienta frente a ti

y tu dulce voz a su lado escucha
mientras tú le hablas”[1].

¿Dónde entonces el lesbianismo de Safo?

Pero el hecho más incómodo en la vida de la ilustre poetisa griega es que, aparte de ser madre (tenía una hija llamada Cleis) y esposa, murió suicida, por amor… hacia un hombre: un marino de nombre Faón que, al parecer, no la correspondía. El lector ha leído bien: la “mayor lesbiana de todos los tiempos”, la “madre fundadora del lesbianismo”, se suicidó por amor… hacia un hombre.

Safo saltando al mar (Théodore Chassériau, 1840)

Otro asunto bastante revelador, y que viene a heterosexualizar cada vez más la academia de Safo, es que las discípulas de Lesbos fueron las que desarrollaron el culto religioso a Adonis, un héroe mitológico que personificaba la belleza del hombre joven y que aún hoy en día se emplea para designar la belleza masculina. No deja de ser incómodo para los mitólogos homosexuales modernos que el supuesto epicentro del “lesbianismo” griego rindiese culto a una figura que representaba el culmen de la belleza, del sexo opuesto…

Safo pues era lesbia, porque era de Lesbos, pero tan lesbiana como Cleopatra. 

Conclusión

Hoy en día, tenemos todo un entramado social de profesores decadentes e “intelectuales” homosexuales que, impulsados y subvencionados por un sistema volcado a promover la disgregación social y la nivelación de un “rebaño global” dócil, sin identidad y sin jerarquías se dedican a vivir sus enfermizas fantasías a costa de la historia.

El mundo, especialmente el mundo occidental, viene sufriendo un proceso de afeminamiento gradual que intenta imponerse a fuerza de palos; y a fuerza de palos aputosados. Pero para justificar el tema, es necesario buscar otra excusa, otro mito, pues el de los griegos no va más.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

23 de Junio de 2017

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

 


[1] Safo de Lesbos, Fragmento 31 (puede verse citado de diversos modos).

 


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