Juan Manuel de Rosas: el héroe repatriado y su tumba inglesa

Ante un nuevo aniversario de la muerte del Restaurador Don Juan Manuel de Rosas (14 de Marzo de 1877), publicamos aquí esta joyita extraída del arcón de los recuerdos aparecida en la Revista Gente, en Octubre 1974. Para los más jóvenes, Rosas, el gobernante que tuvo la Argentina, fue silenciado de la memoria histórica a tal punto de impedírsele por ley ser enterrado en suelo patrio hasta el año 1989.

Para los más jóvenes, dejamos aquí el audio de una hermosa conferencia del Dr. Antonio Caponnetto titulada «Si Rosas viviera» y, más abajo, el épico sermón del padre Ezcurra, el día de la repatriación, que dejó con la boca abierta al entonces presidente Menem.

¡Que viva la Santa Federación!

 

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE


En la tumba de Rosas, con nuestro embajador en Londres

Revista GENTE, Octubre 1974. Enviado especial S. Gelblung

 

Junto a uno de los miembros más activos de la comisión pro repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas visitamos la tumba del discutido caudillo en Southampton. Allí pasó los últimos 20 años de su vida, administró una granja, bebió en sus tabernas y cabalgó por esa campiña que ahora es una pujante ciudad portuaria con 15.000 habitantes.

Esta fue la excusa para recomponer un tramo importante en la vida de uno de los personajes más conflictivos de la historia argentina.

Hace unas semanas George Everton, cuidador del cementerio de Southampton, comentaba: «Creo que si eso se produce voy a lamentarlo mucho… Rosas ya es casi una institución en la ciudad y especialmente aquí… pero dicen que así será y entonces, bueno…, quiero ser el último en ponerle una flor. . .»

Caminábamos hacia la tumba del brigadier general don Juan Manuel de Rosas. El grupo lo encabezaba Manuel de Anchorena, embajador argentino en Londres, un nombre ligado muy especialmente al revisionismo histórico que marca con Rosas un período trascendente de nuestro pasado. Rosas, el hombre más discutido del siglo pasado, descansa en Southampton, donde pasó sus últimos años de vida. Anchorena hace frecuentes visitas. Instituyó un libro de

visitantes donde argentinos anónimos y renombrados estampan su testimonio de visita, por curiosidad, respeto o admiración. En octubre de 1974 Anchorena dice: «Espero que éste sea el último año que vengo a la tumba de Rosas en Southampton. Creo que la repatriación de sus restos ya es un hecho».

…….

El 3 de febrero de 1852, a la medianoche —horas después de ser derrotado en Caseros— Juan Manuel de Rosas se embarcó en la fragata inglesa «Centaur». Según algunos testimonios, su inglés era perfecto; según otros, Ibarguren, por ejemplo, comenzó a aprenderlo a bordo del barco. Ibarguren cuenta así esta parte del viaje: «Seis días estuvo Rosas en la fragata «Centaur» frente a la ciudad. Embarcóse también su hijo Juan con su familia. Pudo enterarse a bordo de las demostraciones con que celebraba su derrocamiento el pueblo porteño que hasta la víspera lo había glorificado. La situación no podía prolongarse por más tiempo, pues la proximidad a Buenos Aires hacía peligrosa la estadía del emigrado. El 8 de febrero, de acuerdo con la indicación que le formuló el almirante Henderson, Rosas dirigió a éste una nota en la que expresaba que «sin recursos para transportarse a Europa con sus amados hijos», se ve obligado a suplicarle encarecidamente «se digne facilitarme en un buque de guerra de Su Majestad mi conducción a Inglaterra».

«El almirante accedió al pedido y el 9 de febrero el buque salió río afuera, hasta Punta del Indio, donde los expatriados trasbordáronse al barco de guerra «Conflict», de Su Majestad Británica, que zarpó al día siguiente rumbo a Inglaterra. (…). «El viaje fue largo y accidentado; la máquina del buque se descompuso, estalló una de las calderas despedazando a cuatro hombres, por lo que fue necesario navegar a vela con vientos contrarios; pero, como escribió Manuelita, todos estos inconvenientes «tuvieron sus recompensas en las consideraciones y respetos con que tan afectuosamente fuimos tratados por el señor comandante y toda a oficialidad ». 

«El 23 de abril llegaron a Devonshire, donde desembarcaron. Forasteros en un mundo desconocido, ignorando el idioma inglés, que empezaron, padre e hija, a aprender a bordo; lo que más dolorosamente inquietaba el espíritu de los desterrados era la falta

de recursos. Llevaban solamente setecientas cuarenta y dos onzas, doscientos pesos fuertes y veintidós reales, que habían podido juntar apresuradamente en Buenos Aires al huir, en los últimos instantes (…)».

El Windsor Hotel de Southampton está igual que hace 100 años. Entramos con Anchorena al bar. El encargado advierte la presencia de argentinos y dispara con seguridad: «ustedes vinieron a la tumba de Rosas». La tradición oral de esta ciudad-puerto relaciona todo lo argentino con los últimos años de vida de Rosas. El Windsor fue su primer alojamiento en la ciudad, después de enviarle una carta a la reina Victoria solicitándole autorización para alquilar una granja y poder trabajarla. Southampton tiene ahora apenas 5.000 habitantes más que en 1852. Nada quiebra sus costumbres ni sus ritos ortodoxamente ingleses. Silencio, colorido, humedad y adustez.

Sigue Ibarguren:

«Rosas se alojó en Southampton, en el Windsor Hotel, consagrándose afanosamente al estudio del idioma inglés. La ciudad y la inacción le ahogaban y deprimían. La escasez de los recursos y la incertidumbre del futuro amargaban su espíritu. Su deseo era alquilar en el campo una casita con terrenos que pudiera cultivar, ganándose así, como labrador, la vida. Para eso, decía él, es para lo que soy aparente y sirvo.

«El casamiento de Manuelita con Máximo Terrero, celebrado el 23 de octubre de 1852, le dejó solo; pues su otro hijo, Juan, regresó, después, a Buenos Aires con su familia. «Ese matrimonio le entristeció profundamente, no porque tuviera objeciones que hacer a su yerno, a quien profesaba afecto, sino por egoísmo y por celos. El había mirado a su hija como algo propio, adherido a su vida; no había querido nunca ponerse en el caso de una separación; ella era su único hogar y consuelo, el amor entrañable de su existencia…”. 

Actual tumba de Rosas en el cementerio de la Recoleta, Buenos Aires

Mientras tanto, en Buenos Aires, Urquiza levantaba la confiscación sobre los bienes de Rosas, lo que le daba una seguridad definitiva. Esa actitud de su anterior adversario lo conmovió y desde Southampton le envió una carta de agradecimiento. Al hombre que lo había derrotado escribió estas líneas:

«Siento molestar en sus altas atenciones al Jefe Supremo de mi país. Suplico a V.E. se digne disculparme considerando los sentimientos nobles que me animan y los impulsos de la gratitud que así me obligan. V.E. ha colmado de consideraciones a mi apoderado amigo Nepomuceno Terrero, ha derogado el decreto que confiscó mis propiedades, en que eran envueltas las inocentes de mi hija, y ha dispuesto se me las entreguen. ¿Al registrarse en la Historia estos hechos de elevada generosidad, de rectitud y de justicia, podré excusarle esta declaración? No, señor; porque amo a mi patria, no soy injusto y no debo ser ingrato. De mi deber es presentar a V.E. esta declaración ingenua de mi entrañable reconocimiento. Si en mis circunstancias, en el retiro y silencio de mi vida privada, en un país extranjero, cree V.E. que en algo alguna vez llegara a serle útil, y quisiera ocuparme, tendré el placer de servir a V.E. en cuanto me sea posible».

…..

En el Pub Red Lion hay más testimonios. Aquí solía venir Rosas a tomar su cerveza semanal, los domingos, después de misa. Sus actuales dueños, descendientes de los fundadores de la taberna, muestran con orgullo un curioso recuerdo que pende en la pared principal del negocio: una cinta federal.

…..

En una carta a Josefa Gómez, Rosas cuenta:

«Hay en este condado una floresta completamente desierta. Abundan en ella los ciervos, liebres y pájaros. Sus campos, arroyo, pastos y árboles son deliciosos. Allí, en esas  inalterables soledades y en ese no interrumpido silencio encuentro mis únicas distracciones, como que mi vida es completamente privada. Y porque a esta clase de retiro se reducen todas mis aspiraciones, elegí para mi refugio este lugar donde admirablemente se encuentra ese campo público».

En otra carta decía:

«(…) No fumo, no tomo rapé, ni vino ni licor alguno, no hago visitas, no asisto a comidas ni a diversiones de clase alguna. Mi ropa es la de un hombre común. Mis manos y mi cara son bien quemadas y bien acreditan cuál y cómo es mi trabajo diario incesante. Mi comida es un pedazo de carne asada y mi mate. Nada más».

…..

Cuando Rosas vivía, desde la Burguess Farm se veía la magnífica llanura ondulada de la campiña. Granjas y establos que componían un paisaje de cuadro antiguo. Ahora cruza por la puerta una calle de doble mano y las construcciones populares avanzan sobre el paisaje. Hoy todo eso es ciudad. Ibarguren termina así su historia de Juan Manuel de Rosas:

«Un día húmedo y excepcionalmente glacial en el mes de marzo de 1877, Rosas, que llegaba a la edad de 84 años, quedó hasta muy tarde trabajando afuera, en el campo. Un enfriamiento evolucionó con rapidez en maligna neumonía. Manuelita, llamada con urgencia por el médico doctor Wibblin, llegó de Londres a Burguess Farm a la noche, encontrando a su padre moribundo. Al día siguiente, el enfermo mejoró con reacciones vitales que dieron esperanzas. Su hija le creyó salvado, estuvo acompañándole hasta las dos de la madrugada y conversando con él, quien dispuso que ella se retirara a descansar, conforme al turno que había reglamentado para los que le velaban. Pocas horas más tarde, en la mañana del miércoles 14 de marzo, una súbita agravación apuró la agonía. Manuelita se acerca al lecho de su padre y le besa «tantas veces como hacía siempre, y al besarle la mano la sentí fría. Le pregunté: ¿cómo te va, tatita? Su contestación fue mirándome con la mayor ternura: «No sé, niña»»

(…)

Ese fue el final.

…..

Octubre de 1974. Anoto en mi agenda: «Hay sol en Southampton. Acabo de visitar

la tumba de uno de los hombres más discutidos de la historia argentina». 

 


Se respetaron los resaltados del texto original y en lo posible el orden de las imágenes

Una yapa:

«A Don Juan Manuel», del Padre Leonardo Castellani (1960)

GLOSA

 

Se murió don Juan Manuel.

Yo digo que ansí será.

Ojo, señores “magogos”,

Que puede resucitar.

(Copla del cancionero salteño).

 

1

 

Se murió allá en Sud Sansón

que es un lugar de Inglaterra

en fuerte vejez y en guerra

de recuerdo el corazón,

aquel corazón de león

que fue vaso de oro y yel,

que nació para el laurel

fuerte y agrio de la historia,

y así en mar de pena y gloria,

se murió don Juan Manuel.

 

2

 

Hicieron sus vencedores

la Constitución escrita,

y luego infinita grita

acerca de sus valores.

Ellos todos son dotores.

Dicen que horamás ya está,

que la Ley imperará

y el reino de la Justicia…

Mas yo digo sin malicia

medio riendo: Ansí será.

 

3

 

Pero un papel es un papel

y muere si no hay respeto,

y si a Dios levanta el reto

Dios se marcha y queda él

Ansí en el andarivel

déste “páis” lleno de ahogos,

plagado de pedagogos

y piojos de toda casta,

surge una voz ronca y vasta:

“Ojo, señores magogos”.

 

4

 

Parece que no hay conciencia

frente al grito del audaz

y al clamor del lenguaraz

calla tímida la ciencia.

A Dios le buscan paciencia.

Ya no está sobre el altar

el Procomún popular,

pero guárda si es finado,

que es como el Dios humanado,

que puede resucitar.

 

CABO

 

Don Juan Manuel, fuiste cruel

-dicen- fuiste cruel y duro…

dios te ha juzgado de juro,

pero encarnaste entretanto

del páis el grito más santo

y la forma del futuro.

 

Leonardo Castellani: Rosas (1960).


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8 comentarios sobre “Juan Manuel de Rosas: el héroe repatriado y su tumba inglesa

  • el marzo 14, 2019 a las 2:45 pm
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    He asistido al Instituto Rosas hace algunos años en ocasión de una charla que ofrecieron sobre su repatriación, es notable como el disertante le buscó la vuelta para no nombrar al que hizo posible este hecho, Menem; al final le pregunté y llamé la atención sobre esto, y siendo que Perón, tan nacionalista, durante tres presidencias tuvo la oportunidad de hacerlo y no lo hizo, mientras que el riojano cumplió su promesa de campaña a dos meses y pico de asumido; el disertante no tuvo más remedio que contar todo lo que Menem hizo por el instituto aparte de la repatriación. Es que los movimientos nacionalistas son los niños mimados de la masonería, ellos son los que exaltan el nacionalismo en forma fanática; de estos semilleros han salidos los peores dictadores, de carácter totalitario; ahí está Perón, un masón con un gobierno lleno de masones. Y así como Juan Domingo fue el mayor engaño del siglo XX, Rosas lo es en el XIX para las actuales generaciones; aunque no fue el peor gobernante, ahí está don Mitre, el gran traidor americano, para adjudicarse este puesto. Rosas no fue ningún gran estadista, su locura de querer someter a territorios ya independizados como el Paraguay y Bolivia, no abrir el comercio al mundo, mientras protegía y hacía de la Aduana el gran negocio de los mercantiles porteños, ingleses masones en su mayoría, con el consabido contrabando y expoliación del interior con los impuestos; ganándose la enemistad de pueblos amigos y logrando con su dictadura que el Brasil, el imperio sudamericano, luego apoyara la causa de los opositores y se hiciera dueño del comercio del Río de la Plata; controlando a los políticos como Mitre, comprándolos con oro, y luego desestabilizará la región con la invasión a Paysandú, el derrocamiento del gobierno de Berro y la guerra de la Triple Alianza. El sistema de gobierno de Rosas y posteriores no dista mucho de los actuales, en cuanto a tener la población cautiva de importadores y exportadores. Y para no hacer largo, de patriota y valiente no tenía nada, compare su huida con la decisión del valiente Chilavert (t. III, Historia de la Confederación Argentina, A. Saldías), que el otro prefiere morir antes que huir, mientras que el «héroe» se refugia disfrazado en la embajada inglesa, se va con la protección de la masonería, o no. El gran intelectual olvidado del siglo XIX, al que deberían estudiar, es Juan Bautista Alberdi; el hombre verdaderamente íntegro y con visión de futuro, el hombre que destratan nacionalistas y liberales por igual.

    • el marzo 14, 2019 a las 4:38 pm
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      Estimado:
      Bolivia no estaba independizada y de hecho el Mariscal Santa Cruz emprendió una guerra contra la Confederación y Chile. En cuanto a Paraguay, reclamaba la independencia desde 1842 lo que Rosas no aceptó. Lo curioso es que a los dictadores paraguayos (que usted ve como naciones amigas a pesar de ser del mismo estilo rosista) fueron derrocados con los mismos argumentos que lo hicieron con Rosas. Es interesante la visión de Castagnino al respecto.
      Lo único que podría aceptar es el sentimiento ambiguo que uno tiene al comparar la muerte de Chilavert y la cárcel de Rosas en el extranjero. Pero vale la pena resaltar que Chilavert se une a Rosas, no por simpatías a él, si no para no unirse al invasor. Cosa que no han hecho los Urquiza, Sarmiento, los Varela, o Alberdi, quienes combatieron a Rosas apostando a naciones foráneas.
      Alberdi me parece un hombre bastante rescatable dentro del liberalismo por su pluma. Pero no deja de incurrir constantemente por su ideología, y el hecho de querer reemplazar un pueblo por otro (porque la idea inmigratoria no es otra cosa que cambiar al hispano por el «industrioso» anglosajón) hace que la talla de «gran intelectual» quede reducida a la mínima expresión (solo lo salva el saber en qué época se expresa Alberdi). Hacer un «cuadernito» solucionaría todo… Rosas tenía razón.
      En verdad, Rosas fue un gran político, estadista y no odiaba a los ingleses, solo los entendía. Ocurre que sí era enemigo de los anglófilos que ya pretendían ser colonia desde Moreno, Alvear, Rivadavia, entre otros… y vale decir, lo lograron.
      Termino comentando la cita de Gálvez quien se refiere a una mención de Alberdi: «yo combatí a Rosas, lo recuerdo con tristeza…»

  • el marzo 14, 2019 a las 9:42 pm
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    ¡Que viva! Padre, !Que viva!.
    Abrazo
    PF

  • el marzo 14, 2019 a las 11:55 pm
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    ¡Viva la Santa Federación! ¡Mueran los salvajes puritanos…! (?)

  • el marzo 15, 2019 a las 11:38 am
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    Estimadísimo, ud. no conoce la historia al menos del Paraguay, y de sus primeras relaciones con Bs. As., cuando se separaron, ambas provincias; el reconocimiento de la independencia paraguaya por la Junta porteña en varias oportunidades, desde 1811, 1812 y fundamentalmente en 1813, cuando envía a Belgrano y Echavarría como embajadores plenipotenciarios a sellar acuerdos, y es cuando luego de una asamblea multitudinaria, el Paraguay el 12-10-1813 se declara REPÚBLICA, y la Junta aprueba esto y no pone ningún reparo; luego, como es vieja costumbre, lo que escriben con la mano lo borran con el codo. Estos hechos se los hizo notar muy bien el gobierno brasileño en una extensa nota de contestación cuando la Argentina, en 1842, a través de su embajador, creo era Tomás Guido, protestó por el reconocimiento que hizo el imperio de su independencia. Y le explico que el Paraguay el único dictador que tuvo en el siglo XIX fue el Dr. José Gaspar Francia, con dicho título; de la misma manera que Bs. As. tuvo Directores Supremos, el Paraguay tuvo un Dictador temporal y luego perpetuo, que sentó las bases de la República, un verdadero estadista al que los masones siempre destratan y mienten sobre su actuación; sus gobiernos eran elegidos, en las distintas oportunidades, en asambleas de más de mil vecinos que concurrían los más destacados de todo el país; así fue hasta el último presidente, F.S. López, no existía el fraude como pasaba en la Confederación Argentina. El Paraguay, hasta la guerra tuvo en el siglo XIX los gobiernos más democráticos, honestos y ejecutivos de América. Volviendo al reconocimiento de la independencia, en 1816 cuando se realiza el Congreso de Tucumán el Paraguay no es invitado a participar, porque ya estaba reconocida su separación; mientras que hay varios representantes por Charcas, la actual Bolivia, que recién se independiza en 1825. Y Rosas, no fue más que un patrón de estancia, mal que le pese; no tenía visión de estadista más que hacer negocios con la Aduana (la gallina de los huevos de oro porteña y cueva de contrabandistas prácticamente desde su fundación en 1581), de ahí el cierre de los ríos; y la defensa de Obligado, si bien valerosos los que pelearon, solo fue festejada en Bs. As. Un detalle, desde el exilio le envió una carta a Mitre felicitándolo por su accionar y que si era preciso para no soltar la Aduana separara a Bs. As. convirtiéndolo en un Estado independiente separándolo del país; ese era Rosas. Y si el dictador porteño hubiera respetado y reconocido la independencia del Paraguay muy otra sería la historia americana, por su exclusiva culpa los brasileños se hicieron fuerte en la región, primero apoyaron su caída, con todo el apoyo regional y luego fueron por el Paraguay, con el apoyo del liberalismo masón mitrista, que resultó peor que Rosas. Ud. como muchos otros han comprado la falsa historia inventada para, por un lado, enardecimiento de fanáticos nacionalistas, y por otra, para alimento del liberalismo ateo; la grieta no es nueva, hábilmente la manejan ya desde 1810.

    • el marzo 16, 2019 a las 5:36 pm
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      Estimado,
      Al no ser un experto en la historia paraguaya, doy lugar a lo que acerca de la independencia de dicho país. Es cierto que el proyecto geopolítico de Rosas era la Banda Oriental y el Paraguay anexionados (no conozco anexión que haya hecho Rosas por la fuerza, como sí hicieron los que lo han combatido). También podría decir y exaltar que Rosas fue elegido por la legislatura, y hasta democráticamente. Ya que hoy amamos a nuestra diosa democracia, pero no. Rosas era un dictador, un caudillo. Un caudillo como los López, pero con sus diferencias, aciertos y errores. Ahora decir que no fue más que un patrón de estancia…
      Sin ánimos de polemizar por respeto a usted y al blog (en su seriedad). Cuando usted dice el dictador porteño o habla de Mitre, da la sensación de que los porteños tienen cierta preferencia en sus críticas. Déjeme aclararle que sin Urquiza, Brasil no se hubiera tomado la revancha de Ituzaingo. Urquiza masón, como Sarmiento grado 33. Ambos se vanagloriaron mientras los paraguayos morían en manos del liberalismo, uno por acción y otro por omisión, más bien traición ¿Y de ello la culpa la tiene Rosas? Hacía trece años que no estaba en el poder, y don F. Solano López creyendo en la bondad de los gobernantes argentinos del momento se prestaba a conciliar a Buenos Aires con la Confederación como mediador ¿De esa mala lectura la culpa la tiene Rosas?
      ¿Acaso la guerra del Paraguay no beneficia al expansionismo brasileño? ¿Quién sino Urquiza se alió con Brasil para derrotar a quién puso de rodillas a las dos potencias más grandes del mundo? (un Brasil sin veteranos de guerra)
      Por otra parte, se equivoca con la falta de respeto al Paraguay, porque lo que quería era la anexión, pero de no respetarlo ¿Podría haber permitido la alta prosperidad alcanzada por ese país? ¿O beneficiar su tabaco antes que el litoraleño? Paraguay siguió aislada, de la misma manera que en los comienzos y no sufría peligros del Brasil por ser Argentina un estado fuerte. Cuando cae Rosas, Brasil toma poder y chau Paraguay.
      Mire, si hay una historia liberal que pretende prolongar la grieta es la que reemplaza al tan funesto tirano y psicópata Rosas, por el político nefasto que formó una gran riqueza con las estancias y quería una patria para los estancieros. Nada más que un latifundista que se sirvió del poder… Eso sí es historiografía liberal.

  • el marzo 15, 2019 a las 10:29 pm
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    Brigadier General Dn Juan Manuel de Rosas: Gran Prócer Argentino.

  • el marzo 24, 2019 a las 10:17 pm
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    Dicho por un historiador serio, que leí varios de sus libros, varias veces presidente del Instituto JMR, en rueda después de una charla, «Rosas a lo último estaba medio loco». Los nacionalistas han sido envenenados por las figuras de Rozas en el siglo pasado y la de Perón en el XX. Si Rozas no invadió el Paraguay fue porque no tenía la fuerza necesaria; y su postura puso de enemigo a este país, mientras la diplomacia brasileña jugaba con unos y otros; no tuvo visión de estadista, el poder lo enloqueció.

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