«Un nacimiento ha cambiado el rumbo de la historia y no fue el tuyo». Reflexión de Navidad

P. Javier Olivera Ravasi SE

«Un nacimiento ha cambiado el rumbo de la historia y no fue el tuyo»

Sermón para la Navidad de 2021

Esta fue la frase que, hace algunos días un grupo de católicos españoles (la Asociación de propagandistas) ha utilizado para empapelar las calles de Madrid frente a las protestas de la progresía de turno.

Es que hay frases que dan para pensar y, algunos, cada tanto, hacen el intento y, al hacerlo, llegan a ciertas verdades que no son del todo cómodas.

“Un nacimiento que cambió el rumbo de la historia y no fue el tuyo”; ni es el nuestro, mal que nos pese. Es el Nacimiento de un Niño, de un Niño nacido de una Virgen, desposada con un hombre mayor a ella, de la tribu de David, la tribu de las promesas, de donde nacería, según una antigua profecía judía, el Salvador, el Mesías esperado, quien redimiría a Israel de sus pecados y lo liberaría de su esclavitud.

“Un nacimiento que cambió el rumbo de la historia y no fue el tuyo”; un Niño, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, como dice San Pablo, una persona divina que, desafiando el orden de la naturaleza, asume una naturaleza humana; el Dios con nosotros, el Emmanuel esperado, el Verbo hecho carne, que nace, y llora, y juega y ríe y se pasea entre nosotros como se paseaba antiguamente en el Edén; un nacimiento que parte en dos la historia, que hablará de un antes y un después que él. Un antes y un después para budistas, ateos, marxistas y liberales, musulmanes y judíos, todos, todos, hablarán, a partir de un día como hoy, de un nacimiento: y no fue el mío, no fue el tuyo, no fue el de nosotros.

Un Niño nace en la pobreza, en la soledad, entre animales, perseguido y, desde ese inicio, desde esa incomprensión, comienza a dividir en dos, como una espada tajante de doble filo, a quienes quieren estar bajo su bandera y quienes no. Un niño que, desde su inicio, deberá exiliarse, hablar una lengua extranjera, ser perseguido y regresar a su patria natal luego de varios años.

“Ese nacimiento que cambió el rumbo de la historia y no fue el tuyo irá desarrollándose durante 30 años, en la comunidad de la Sagrada Familia, trabajará como carpintero, no buscando los primeros puestos, hasta que llegara su hora; su hora más importante, que será la del sacrificio de la Cruz por medio de la cual cumplirá el único holocausto que existió en la historia: el de Dios que muere, loco de amor por sus hijos, para salvarnos.

Ese nacimiento -y esa cena- que cambiaron por completo el rumbo de la historia y no fueron ni el nuestro, ni las nuestras, ni las de otros, hará que, día a día, en cualquier lugar de la tierra, con apenas una gota de vino y una miguita de pan, un sacerdote, en la selva o en una catedral, en una parroquia o en una misa clandestina, haga bajar el Cielo a la tierra para que los ángeles, como en un nuevo Belén, adoren cantando Hosannas al Redentor.

Porque ese nacimiento y ese calvario, que cambiaron por completo el rumbo de la historia, no fueron como los nuestros, pequeñas cruces que arrastramos a regañadientes sin saber que, al final de cuentas, son las llaves que nos abren las puertas del Cielo.

Pasarán los días, pasarán los años, pasarán las décadas y, de nosotros, nadie se acordará; nadie, nadie nadie; de allí que, como decía la copla, “en esta vida emprestada, el buen vivir es la clave, pues al final de la jornada, aquél que se salva, sabe… y el que no, no sabe nada”.

Ese nacimiento, entonces, esta Natividad, que cambió el rumbo de la historia y no fue el nuestro, cambió por completo no sólo el rumbo de los siglos, sino también el rumbo de nuestra propia historia, de nuestra propia vida y de nuestra propia muerte. Porque, al final de cuentas, uno morirá como haya vivido…

Ese cambio de historia, ese cambio de agujas, perceptible para muchos de nosotros en un suceso, en un momento posterior a nuestra juventud, es nuestra primera conversión; es la gracia divina, la participación de la vida de Dios que llegó a nosotros en un momento único, irrepetible, casi como un secreto, pero un secreto indudable por el cual, el curso de nuestra historia, ya no podía seguir así. Esa primera conversión que, a su vez, tuvo un inicio, un fervor inicial y que, después, comenzó a decaer para ver si estábamos siguiendo los consuelos de Dios o al Dios de los consuelos…

Esa primera conversión que cambió el curso de mi historia, debe ser vivida a diario conforme a la de ese Dios hecho hombre que prometió en un sermón de cierta montaña, el Reino del Padre para quien fuese pobre de espíritu, pacífico, manso, misericordioso y puro; perdonador de los perseguidores y alegre hasta en las lágrimas.

Hubo un nacimiento que cambió el curso de la historia y no fue el tuyo; ni fue el mío; pero ese nacimiento, si aún no cambió tu historia personal, aún puede cambiarla; aún puede cambiarla…

Que Dios Nuestro Señor, que nos ha regalado una vez más el recordar su paso por la tierra y que ahora se hará presente nuevamente en el Altar, conmueva nuestros corazones de piedra para entregarnos de una vez por todas a Él, el único que merecer ser servido, recordado y amado.

Porque hubo un nacimiento que ha cambiado el rumbo de la historia y no fue el tuyo; ni el mío. Pero puede cambiar nuestras vidas, si lo dejamos…

¡Feliz y Santa Navidad!

Padre Javier Olivera Ravasi, SE

24/12/2021


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19 comentarios sobre “«Un nacimiento ha cambiado el rumbo de la historia y no fue el tuyo». Reflexión de Navidad

  • el diciembre 24, 2021 a las 5:07 pm
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    Padre, me remitirte algo del ojo que creo se llama «lagrima». Gracias por compartirnos esta meditación

    • el diciembre 24, 2021 a las 7:20 pm
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      Querido Padre Javier, le saludo afectuosamente desde Bogotá, le sigo por varios de sus canales.
      Que hermosa reflexión gracias, trataré de memorizarla para meditarla cada vez que pierda el rumbo, cada vez que esté distraída.
      Me quedo con cada palabra y con el momento en que Dios desde una cierta montaña nos invita a ser mansos, humildes de corazón, misericordiosos y caritativos sólo así seremos bienaventurados.
      Querido Padre Javier, probablemente nunca lo pueda abrazar personalmente y decirle que usted me ha hecho bien, sólo espero poder darle un abrazo en el cielo.
      Está en mis plegarias.
      Feliz Navidad, le lleguen mis afectuosos deseos.

      • el diciembre 25, 2021 a las 1:42 am
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        ¡Gracias Laura! Me alegra que el Señor utilice a este pobre cura para algo. ¡Bendiciones! P. Javier

    • el diciembre 26, 2021 a las 5:10 pm
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      Gracias padre Javier, por compartir esta reflexión tan profunda, creo el apostolado que ud hace renueva la fe diaria en que a pesar de toda la confusión actual, aún Dios habla a través de sus sacerdotes y dios aún conduce nuestra historia y la de su iglesia, no me pierdo ninguno de sus videos
      María Inés Peralta
      Soy chilena residente en chile

  • el diciembre 24, 2021 a las 5:08 pm
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    Gracias Padre Javier, conmovedor y muy necesario en estos tiempos que corren, donde cualquiera con un celular o una computadora se siente el centro o aún el dueño de la Historia… que el Niño de Belén nos ampare y proteja siemppre, feliz Navidad!!!!

  • el diciembre 24, 2021 a las 5:59 pm
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    Feliz Navidad Padre Javier… Dios lo Bendiga mucho y siga derramando mucha sabiduría para q nos siga instruyendo en la Verdad de Cristo q es de mucha ayuda para nuestra conversión…. Muchas Bendiciones

    • el diciembre 25, 2021 a las 11:49 am
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      Es Verdad y nuestra mayor gratitud esofrecerle nuestro corazón como su mejor pesebre.El corazón de los que creemos y confiamos plenamente en El.Amen Rey de la historia

  • el diciembre 24, 2021 a las 6:21 pm
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    ¡Feliz y Santa Navidad!

  • el diciembre 24, 2021 a las 8:06 pm
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    Gracias, padre Javier, atinada reflexión, ¡Feliz Navidad! Jesús reine en su corazón

  • Pingback:¡Feliz Navidad! – AleMaraGomezCejas

  • el diciembre 24, 2021 a las 10:04 pm
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    Hermosa reflexión padre Javier, que el niño Dios esté siempre presente en nuestro corazones y almas. Feliz Y Santa Navidad.

  • el diciembre 25, 2021 a las 4:06 am
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    Esta frase me puede: «el de Dios que muere, loco de amor por sus hijos, para salvarnos.»
    Bella reflexión querido Padre Javier. Dios lo siga bendiciendo y la Virgen lo proteja.
    Feliz y Santa Navidad!

  • el diciembre 25, 2021 a las 6:13 am
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    Padre Javier, está homilía tengo que imprimirla para verla cada mañana, para no perderme en mi soberbia, para leerla cada vez que equivoque el rumbo. Ponerle un marco y colgarla en un lugar que me recuerde para qué vivo, y que cada persona que entre en mi hogar la lea y se sacuda de emoción al saber que existe un AMOR tan grande, capaz de Ofrecerse gratuitamente para salvarnos .

  • el diciembre 25, 2021 a las 7:53 am
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    Y, como bien dice, puede cambiarla, aún cuando ya la cambió.
    Cambió la historia y volverá a cambiarla consumando lo que entonces comenzó.

  • el diciembre 25, 2021 a las 9:08 am
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    Feliz Navidad P. Javier Olivera!
    Que hoy y siempre, la Luz y Paz de nuestro Señor Jesús lo acompañen, llenándolo de hermosas y abundantes bendiciones en su servicio. Un abrazo.

  • el diciembre 25, 2021 a las 11:54 am
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    FELIZ NAVIDAD!! padre Javier. Sus comentarios y reflexiones no tienen desperdicio! Doy Gracias a Dios por darnos sacerdotes como usted, con el don de la palabra para convertir muchas almas. «Que el Niño Jesús transforme de una vez por todas nuestros corazones de piedra»…Un cálido y fraternal saludo, deseándole una Navidad colmada de Bendiciones junto a su familia y comunidad.

  • el diciembre 25, 2021 a las 12:17 pm
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    FELIZ NAVIDAD P. JAVIER! GRACIAS !! por esta reflexión tan conmovedora. Compartiré con mi familia para recordar una y otra vez que con humildad, caridad y oración las puertas del Cielo se abren. Que Dios lo siga bendiciendo grandemente en su apostolado. Un fraternal abrazo!

  • el diciembre 25, 2021 a las 11:17 pm
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    ¡¡¡Gloria al Señor que hace nuevas todas las cosas!!! Feliz Navidad Padre Javier. Gracias por la reflexión.

  • el enero 5, 2022 a las 8:49 am
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    Gracias Padre Javier, por favor siga ayudándonos porque nos falta mucho para alcanzar el estar a la altura de lo que significa ser un verdadero cristiano

Comentarios cerrados.

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