Del sínodo alemán al cisma alemán
Reproduzco aquí el texto que un sacerdote amigo, desde hace años trabajando en Alemania, me envió para publicar anónimamente.
En el vídeo, lo vamos leyendo y comentando.
Que no te la cuenten
P. Javier Olivera Ravasi, SE
El Camino Sinodal Alemán: Una Crisis de Fe y Autoridad
El llamado ‘Camino Sinodal’ en Alemania se presenta como una respuesta pastoral a los desafíos contemporáneos que enfrenta la Iglesia. Sin embargo, muchos católicos —tanto laicos como sacerdotes, así como desde la observación de la Iglesia universal— lo consideran una grave desviación de la doctrina católica, un proceso de reforma ideologizado que mina las bases teológicas y eclesiológicas del catolicismo.
Este camino no es un fenómeno aislado, sino la cristalización de un proceso iniciado tras el Concilio Vaticano II. En ese contexto, se promovió en Alemania la creación de figuras como los ‘Pastoralreferenten’ y ‘Gemeindereferenten’, laicos y laicas formados en teología encargados de tareas pastorales en parroquias. Aunque inicialmente se pensaron como un apoyo al sacerdocio ante la escasez de vocaciones, en muchas diócesis estas figuras han pasado a ocupar un rol protagónico en detrimento de la figura del presbítero. Esto ocurrió a medida que se desarrollaba un espíritu anticlerical, aunque no todos esos agentes lo comparten, sí lo manifiestan muchos de ellos.
En diversas unidades pastorales, el sacerdote ha sido relegado a un papel meramente funcional. Se observa una creciente hostilidad hacia el clero, alimentada por un sentimiento anticlerical que se ha vuelto estructural en varias diócesis. Esto se manifiesta en decisiones que desautorizan o marginan al sacerdote en la vida pastoral y sacramental, favoreciendo una eclesiología horizontalista y tendencialmente protestantizada que contradice la Tradición Católica. No en vano, el Papa Francisco expresó que ya había en Alemania una Iglesia Evangélica, muy buena, y que no necesitábamos otra más…
Uno de los rostros más visibles de este proceso es el obispo Franz-Josef Overbeck de Essen, cuyas declaraciones han sido repetidamente polémicas, ideologizadas y sutilmente dañinas. Overbeck ha promovido activamente la bendición de parejas del mismo sexo, ha desafiado abiertamente la moral sexual de la Iglesia y ha abogado por una redefinición del sacerdocio, incluyendo su apertura a mujeres y personas no célibes. Él se jacta de tener laicos que administran el sacramento del bautismo, a pesar de que existen sacerdotes y diáconos disponibles. Estas posturas han generado fuerte rechazo entre fieles y clero, pero rara vez han sido corregidas desde las estructuras eclesiales. Este obispo utiliza su capacidad comunicativa en medios digitales y escritos para transmitir regularmente su perspectiva, y frecuentemente se percibe que intenta amedrentar y disciplinar a quienes osan expresar disenso. Para justificar estas posturas, apela al eslogan de que hay que animarse a cambiar y tomar la delantera.
Muchos que de buena voluntad han participado activamente en las reuniones del Camino Sinodal se han visto presionados por el establishment eclesial, dificultando un verdadero discernimiento espiritual y teológico.
La Iglesia alemana, lejos de mantenerse independiente del poder político, ha manifestado una creciente inclinación a alinearse con la ideología dominante del gobierno de turno, debilitando la función profética de la Iglesia de anuncio y denuncia. Bajo gobiernos de centroizquierda, temas como la ideología de género, cuotas femeninas y la cultura ‘woke’ han impregnado el discurso eclesial, influyendo en la manera de vivir la eclesiología de forma cada vez menos disimulada. El celibato sacerdotal ha sido relativizado por no pocos, presentándose algunos con sus parejas en público, y en varios casos siendo esto tolerado o asumido en un silencio que denota claudicación por parte de las comunidades.
El autor de este texto fue testigo de una misa de réquiem en la que la homilía fue pronunciada por la ama de llaves del difunto párroco, quien ya era reconocida socialmente bajo el apellido del sacerdote, como señora de X.
Muchos agentes de pastoral laicos desplazan al presbítero en sus funciones esenciales, especialmente en la predicación y la conducción espiritual. Cuando un sacerdote se resiste a estas imposiciones, frecuentemente se inicia contra él una campaña de mobbing, marginación o desprestigio. Esto resulta especialmente contradictorio, pues aunque el grado sacerdotal es denigrado, los obispos que impulsan esa dinámica permanecen intocables, protegidos tras estructuras administrativas complejas, secretarías y personal, muchas veces inaccesibles en sus fortalezas episcopales. Todo muy «sinodal».
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Mons. Georg Bätzing, parece olvidar que es simplemente un portavoz, y en cambio se alza como mascarón de proa de la Iglesia alemana y uno de los principales promotores de su actual crisis doctrinal.
Un caso emblemático fue el del cardenal Rainer Maria Woelki. Desde el inicio del Camino Sinodal expresó sus reservas sobre la metodología adoptada, señalando que era contraria a la sana práctica eclesial. Sus declaraciones provocaron una campaña de desprestigio sostenida tanto por medios seculares como católicos afines a la agenda sinodal, utilizando como excusa su gestión pasada de casos de abusos, sin pruebas concluyentes de mala praxis.
El cardenal, junto a otros tres obispos, se negó a financiar el Camino Sinodal, marcando distancia y colocándose en la mira de los reformistas.
La actitud de fondo, aunque pueda sonar dura, muestra una Iglesia alemana que mira al exterior con una autosuficiencia tendenciosa. Se trata de una Iglesia en declive en cuanto a crecimiento y evangelización, que pretende dictar al mundo católico sus propios experimentos pastorales, sostenidos por el músculo económico del impuesto eclesiástico.
Se habla mucho de sinodalidad y participación, pero lo que impera es una cacería de brujas de guante blanco.
En este panorama, la Iglesia Católica en Alemania se caracteriza también por su generosa contribución económica a proyectos eclesiales en todo el mundo. Su riqueza ha permitido una concreta aplicación del principio de subsidiariedad. Sin embargo, la masiva salida de fieles en los últimos años —quienes dejan de pagar voluntariamente el impuesto eclesial— pone en duda la sostenibilidad de estas ayudas a medio y largo plazo. Sería también doloroso constatar que parte de la paciencia de la Iglesia universal con Alemania ha estado condicionada por su peso económico.
Otro aspecto relevante es la apropiación casi total de los medios católicos oficiales por parte de una línea ideológica. Portales como katholisch.de, Domradio y la agencia KNA raramente difunden testimonios positivos de la fe o de experiencias evangelizadoras. Por el contrario, se dedican con frecuencia a amplificar voces críticas internas o externas, socavando la moral del Pueblo de Dios.
El feminismo radical también ha hallado eco en movimientos como María 2.0, que exige la ordenación de mujeres y otras reformas estructurales. En algunos casos, como en la catedral de Friburgo de Brisgovia, activistas interrumpieron una liturgia de ordenación sacerdotal, forzando al arzobispo a suspender su homilía. En otras situaciones, instalaron carpas frente a las iglesias para protestar de forma ruidosa durante las celebraciones litúrgicas.
A este clima de presión y reivindicación se suma un hecho reciente de especial relevancia: en los últimos días, en la arquidiócesis de Friburgo, se ha producido la presentación oficial, en el seminario diocesano San Carlos Borromeo, de la petición formal por parte de un grupo de mujeres para ser admitidas al seminario y comenzar la formación sacerdotal. Este acto, inédito en la historia reciente de la Iglesia alemana, representa un paso más en la estrategia de visibilización y presión pública para la apertura del ministerio ordenado a las mujeres, y ha generado un intenso debate tanto en ámbitos eclesiales como en la opinión pública.
Se habla mucho de sinodalidad y participación, pero lo que impera es una cacería de brujas de guante blanco. Aquellos que disienten son excluidos de los espacios de decisión y acusados de ser retrógrados o integristas. En el clero secular se percibe un profundo sentimiento de desánimo. No es sorprendente que, ante semejante ambiente, sea difícil encontrar nuevas vocaciones. Con el añadido de que los propios medios católicos parecen promover una silenciosa operación de descrédito hacia la institución eclesial.
Ante este panorama, Roma ha intervenido en varias ocasiones. En 2022, el Papa Francisco envió una carta a los católicos alemanes alertando sobre los peligros de un cisma. El Dicasterio para los Obispos y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe también emitieron comunicados expresando preocupación por los contenidos y métodos del Camino Sinodal. Sin embargo, la respuesta desde Alemania ha sido ambigua y, en muchos casos, desafiante. A menudo se ha presentado erróneamente a las misivas vaticanas como una forma de respaldo a las decisiones alemanas, cuando en realidad eran advertencias.
Respecto al documento Fiducia supplicans, en varios sectores de la Iglesia alemana vinculados al Camino Sinodal se interpretó como una validación de las bendiciones litúrgicas y públicas de parejas homosexuales, a pesar de que el documento explícitamente lo prohíbe. Estas bendiciones continuaron, incluso con estructura litúrgica y vestimentas ceremoniales. Se ignoró la distinción clave entre una bendición pastoral individual y un acto que simula el matrimonio. Algunos obispos y portales diocesanos afirmaron que el documento respaldaba la línea sinodal alemana, cuando en realidad la contradice en lo esencial.
Lo que está en juego no es una simple reforma administrativa o pastoral, sino la fidelidad de una Iglesia local a la fe católica universal. La Iglesia en Alemania corre el riesgo de aislarse doctrinalmente del resto del cuerpo eclesial, vaciando de contenido su misión evangelizadora bajo la bandera de una modernización que no evangeliza, sino que acomoda la fe al espíritu del mundo.
Un cura en Alemania
Fuentes y referencias
• – Papa Francisco, Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania, 2019.
• – Declaraciones del Cardenal Woelki, katholisch.de.
• – Entrevistas con el Obispo Overbeck, domradio.de.
• – Documento ‘Fiducia Supplicans’, Dicasterio para la Doctrina de la Fe, 2023.
• – Comunicaciones del Dicasterio para los Obispos y Doctrina de la Fe (2021–2024).
• – Sitios web: katholisch.de, domradio.de, kna.de, Maria 2.0.
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Padre Olivera Ravasi: Cuando descubrí sus videos en youtube, los escuché con muchísimo gusto. Luego, al tratar de investigar (es una manera de decir) un poco sobre su vida, encontré información bastante contradictoria, sobre todo la relacionada con la violencia. O se aplica el deber de no matar sin excepción, si seguimos la imitación de Cristo, o todo es un viva la pepa, aunque lo diga Santo Tomás de Aquino, quien tuvo la honestidad de despreciar su Suma Teológica como si fuera nada. Esto lo digo con referencia a lo leído sobre usted.
En cuanto al tema de este artículo, es bastante expresivo el hecho de que el Papa Francisco quisiera la paz para el mundo y no pudiera lograrla ni para su propia Iglesia.
Comparto con usted el aprecio enorme por el Padre Leonardo Castellani y con el Padre Castellani su inmenso amor por Kierkegaard. Decía Castellani que él le rezaba a dos santos: santa Thaís y san Kierkegaard, aunque este último nunca fuera santificado. Y eso que, siendo luterano, ¡pudo convertirme a mí al catolicismo! Para mí, milagro mayor que si me hubiera curado de las tremendas secuelas que dejó en mí la polio, en la primera pandemia que viví a mis dos años de edad en el sur de Italia, Calabria. Tiempo después, supe que a otros católicos les había pasado lo mismo, es decir, la conversión al después de leer la obra del Gran Danés, como lo llamo yo.
Todo este preámbulo tuvo como finalidad presentarme ante usted, pero además compartirle un fragmento de sus Diarios personales para que, si tiene tiempo y ganas, me diga qué le parece este diagnóstico escrito en 1846, cuando él tenía 33 años:
“Se nos quiere hacer creer que las objeciones en contra del cristianismo provienen de la duda. Eso es un completo malentendido. Las objeciones en contra del cristianismo siempre provienen de la insubordinación, de la aversión a obedecer, de la rebelión contra la autoridad. Por eso hasta ahora se ha luchado en vano contra esas objeciones, porque se ha luchado desde el intelecto contra la duda en lugar de luchar éticamente contra la rebelión.” (Pap. VIII1 A 7 / NB:121)
Gracias por escucharme y ojalá pueda comunicarme su parecer. Un saludo muy cordial.
Anna
No entendí cuál de todas las cosas que plantea querría que le respondiera. Bendiciones. PJOR
Perdón, Padre, por no haber sido todo lo clara que hubiese querido. Resumo mis inquietudes:
– cuál es su posición respecto de la violencia
– si le parece o no que la Iglesia Católica se ha ido amoldando cada vez más al cambio de los tiempos
– si los Papas postconciliares no han estado luchando «desde el intelecto contra la duda en lugar de luchar éticamente contra la rebelión.”
Muchas gracias por la respuesta y bendiciones para usted también.
Sobre la violencia: https://www.quenotelacuenten.org/2014/02/07/la-violencia-siempre-es-mala-respuesta-un-comentario/
Sobre si la Iglesia Católica se ha ido amoldando cada vez más al cambio de los tiempos: «La Iglesia Católica» no; algunos funcionarios eclesiásticos, sí.
Sobre si los Papas postconciliares, etc…: algunos más que otros.
Yo sigo lo que manda la Iglesia Católica Apostólica Romana y apoyo a nuestro Papa León XIV y lo que él manda.