San José: el padre presente de Cristo

La Iglesia está obligada a iluminar todos los ámbitos y uno de ellos es el de la misma familia.

En la solemnidad de San José, entonces, queríamos exponer la figura del padre hoy tan olvidado y vapuleado en cuanto a su rol y oficio. ¡Si hasta Cristo quiso tenerlo, al menos en cuanto padre adoptivo!

1. La necesidad del padre

Las Sagradas Escrituras, que contienen la palabra de verdad cuando se la interpreta en la Iglesia, nos enseñan de modo permanente la necesidad de tener un padre.

Adán es padre de Eva; Tobit de Tobías; Abraham de Isaac; San Zacarías de San Juan Bautista; y hasta el mismo Cristo, sin necesidad, quiso tener un padre adoptivo como San José, para darnos ejemplo de su importancia en la familia.

La misma Virgen María, tuvo un esposo insigne como lo fue San José a quien el mismo Hijo de Dios, como dice el Evangelio de San Lucas: “les estaba sometido en todo”.

¿Qué es lo que sucede hoy con la figura del padre? Hoy la noción misma de “padre” se está perdiendo. ¿Por qué?

En primer lugar por la revolución cultural; pero también por factores históricos: en efecto, la revolución sexual de los años’60, a partir de la píldora anticonceptiva hizo que el sexo fuera más común y, por lo tanto, que más madres quedasen embarazadas sin sus padres.

Para ello, basta leer algunos estudios. Veamos.

Al 2010, un estudio en la Universidad de Kansas dice que: “10 millones de madres solteras viven con sus hijos menores de 18 años”; esto puede compararse contra los 3.4 millones que había en 1970.

La revista “Census” dice que casi el 40% de los nacimientos en 2010 corresponden a madres solteras, separadas o divorciadas.

El problema es que cuando los niños llegan, se necesita tanto un padre como una madre.

2. La revolución cultural contra el padre

La destrucción de la figura del padre es un viejo propósito de la ideología social que intenta destruir la sociedad tradicional: padre-madre.

Los marxistas, o más bien el marxismo cultural, al modificar la “lucha de clases” de Marx en términos de familia, plantean el conflicto dialéctico no sólo entre el varón y la mujer, sino entre el padre y la madre, donde el hombre es el explotador y la mujer-madre, la explotada.

En consonancia con esto, el psicoanálisis de Freud, describe el nacimiento de la civilización mediante una imaginaria tribu primitiva donde el viejo macho disfruta de las mujeres y de los bienes materiales imponiendo su despótica voluntad sobre los machos más jóvenes; hasta que, un día, los jóvenes se conjuran y dan muerte al viejo macho y devoran ritualmente su cuerpo en un banquete.

Para ver cómo se ataca al padre, basta prender la televisión donde en las series de animación que hoy ven nuestros niños la figura del padre es lamentable: “Los Simpsons” o “Padre de familia”, etc., son algunos ejemplos, nada más: el padre aparece siempre como un ser lamentable, primario, tosco, vago, absorbido en su trabajo y para nada ejemplar. Este es el modelo de padre que tienen nuestros hijos tele-adictos. El modelo es Homero Simpson…

3. ¿Por qué se ataca al padre?

Amén de la revolución permanente y la dialéctica como motor de la historia que plantea el marxismo cultural, el objetivo, según dicen algunos, es sustituir la función del padre por una nueva, como dice un estudio: “se trata de sustituir la autoridad paterna por el poder del Estado, del Mercado y del Sistema. Ya no será el padre quien proponga al hijo un modo de vida. Ahora será el Estado el que imponga al hijo un modo de pensar, será el Mercado el que imponga al hijo un modo de consumir, será el sistema quien imponga al hijo el modo de vivir…”.

Atacando la figura paterna, se intenta desvincular al hijo de su educación y autoridad.

4. La necesidad de contar con un padre

En una investigación que involucró a 40.000 niñas y 40.000 niños entre 3 y 14 años, los resultados fueron los siguientes:

a. Respecto de las niñas

En el caso de las niñas, se ve como más importante la educación de la afectividad por parte de sus papás. Allí, los especialistas sugieren que sea él quien, desde los 3 años de edad, por ejemplo, acompañe a comprar ropita a su hija mujer ¿Por qué? Porque el modo de vestirse ayudará a las niñas a vivir la infancia el tiempo que deba durar y a entrar en la adolescencia con un estilo adecuado para preservar su intimidad.

No es raro que las mamás intenten “aumentar la femineidad de sus hijas” antes de tiempo con ropa inadecuada…: pantalones ajustados, tacos altos, minifaldas, pinturitas para adolescentes, etc.

El padre, naturalmente, siempre cuidará más el pudor de su hija que la mamá.

Además, señalan estos especialistas, la niña necesita de su padre en la primera edad pues la mente masculina es eminentemente resolutiva y la mente femenina más comprensiva. La niña necesita ser una persona autónoma y preparada para resolver sus problemas, de ahí que necesite la figura fuerte del padre quien resuelve sin demasiados titubeos.

El mismo estudio sugiere que sea el papá quien explique a la niña lo que necesita saber sobre el modo de ser, pensar y comportarse de los varones, como también será él quien deba plantearle a la hija uno de los compromisos más importantes de su vida: el compromiso de la virginidad.

b. Respecto de los niños

Sabemos que el papel con los varones es crucial para formar la afectividad de los varones. No por nada muchos casos de homosexualidad masculina se dan no sólo en traumas infantiles, sino ante la figura ausente del padre.

La psicología del varón –hoy hay que decirlo y repetirlo– es distinta de la de la mujer. En su niñez o adolescencia, los varones necesitan ser admirados y esa admiración debe venir de quien era anteriormente su modelo: el papá. Este es el fundamento de una sana autoestima. De ahí que los chicos siempre vayan a decirle al padre que los mire, que vean cómo patea la pelota, cómo corre rápido. Necesitan probarle el papá que ellos pueden.

Es también el padre quien enseñará, a su vez, la jerarquía a los varones: porque el varón es naturalmente jerárquico.

Lo mismo con los juegos. En el caso del juego, el varón, mucho más que la mujer, necesita descargar energías a cielo abierto; mientras la mujer puede hacer cosas de modo intelectual, el varón siempre necesita probarlo físicamente, empujarse, golpearse, etc., de allí que necesite la naturaleza para probar su fuerza física, su flexibilidad y sus límites. ¿Cuándo hemos visto a un niño infeliz jugando con su padre?

¿Queremos hijos sanos y felices? Que jueguen al aire libre, que practiquen deporte, que estén menos en la computadora o la tele y salgan a jugar;

“¿Qué podemos hacer?” – le preguntaban los niños a San Juan Bosco: jueguen, jueguen y jueguen. Todo menos pecado.

Un niño es feliz cuando su padre juega con él, además, como señalan algunos estudiosos, el jugar con los hijos disminuye el estrés en los padres.

***

            En este día dedicado a San José, pidamos en esta misa por nuestros padres y por quienes van a serlo, para que a ejemplo del glorioso patriarca puedan ser fieles modelo y baluarte de la familia cristiana.

 

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 

 

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