Caen, 14 de agosto de 1864
Mi querido amigo y señor: mucho me ha gustado su franca, calorosa é interesante carta del 11 de este mes llena de sentimientos que hacen honor á su corazón de hijo y de amigo de su país.
Nada más público y notorio que la honorabilidad con que lleva el General Rosas su vida de refugiado en el país de los libres. Si estuviera en Roma como Fernando II o en Austria, o en Turquia, sería eso una ventaja para sus detractores. Pero les dice el verlo considerado por el León partido liberal británico y por el glorioso veterano de la Libertad, Lord Palmerston?
El ejemplo del General Rosas de refugiado digno, resignado, laborioso, en Europa, no tiene ejemplo sitio en la vieja historia de Roma.
Ningún general de los muchos que la ola de la revolución americana ha echado a las playas de Europa ha dado el ejemplo honroso del General Rosas. Solo él no ha conspirado para recuperar el poder ni ha hecho la corte a los Reyes, ni buscado espectabilidad, ni ruido. Solo él ha vivido del sudor de su trabajo de labrador, sin admitir favores de extraños. Ni el mismo San Martín llevó con más dignidad su proscripción voluntaria. Es indigno y vergonzoso atacar á un hombre semejante y en semejante situación.
Sin duda alguna se exagera en mucho del trabajo de una publicación explicativa. Ciertamente que una época de 20 años no se expone en un volumen corto. Pero no se trata de una historia ni de una crónica, ni de una biografía completa. Eso ni es obra del momento, ni será obra del General Rosas.
Otro será quién lo haga. Exponer la historia de su vida en 10 volúmenes sería sepultarla por ahora. Lo que la historia del momento exigiría de él, es una palabra, algo breve y corto, para servir a la historia. Hoy todo el mundo habla, nadie calla, empezando por Napoleón, pasando á Lord Palmerston y acabando por Mitre. que no es tonto en majadear con sus disertaciones históricas, en que habla más de sí mismo que de Belgrano.
Cuarenta ó cincuenta páginas debe seria extensión obligada o máxima de la memoria. Lo demás debe constar de documentos. Total un volumen brevísimo-. La impresión de esto no puede costar en Francia arriba de mil francos. Y como se podrían vender ejemplares (aun para mejor propagarlos) talvez se ganaría en vez de perder.
La memoria o manifiesto debe ser sin frases. Ya la simple idea de manifiesto hace bostezar, porque el ordinario consta de palabras y frases mas o menos retumbantes.
Debe reducirse á tres cosas : cifras, documentos y hechos. Nadie cree hoy en frases, pero todos creen en los números, y en lo que se toca y palpa.
Cifras y solo cifras para cosas de este orden: cuanto valía el papel moneda (o las onzas como allá dicen) bajo el Gobierno de Rosas; cuanto vale hoy.
A cuanto subía la deuda entonces; á cuanto sube hoy.
Cual era el presupuesto entonces; cual es hoy.
Documentos y solo documentos de este orden: la ley que dio todo el poder al General Rosas y todo lo que á ella se refiere. Sus renuncias reiteradas. Las aprobaciones Legislativas de sus actos. Los votos en su honor.
Sus títulos y honores recibidos.
Tratados internacionales que pusieron fin á las cuestiones.
Sobre el territorio de la Provincia o Nacional, el mejor documento seria un extracto o resumen de la carta geográfica de sir W. Parish, con la demarcación de la frontera de entonces y la de la frontera de hoy. según Mr. de Moussy, respecto de los Indios. Lo que no se ve, no se estima á este respecto.
No hay que olvidar el testamento de San Martín.
En cuanto a los hechos, señalar cual era entonces la seguridad de la propiedad. y de la vida, en la campaña para los neutrales a la lucha política y la que hoy existe.
Cuanta fortuna tenía el General Rosas al entrar al poder: cuanta tiene hoy.
El grande hecho que todos ven: como ha vivido y procedido en Europa desde que bajó del poder.
Altas atenciones de que es objeto.
Nada de recriminaciones.
Para responder al reproche de barbarie inferido á su manera de atacar y defenderse, mostrar o señalar la historia contemporánea de Estados Unidos, Rusia, Italia, Alemania, etc.
Que personas lo acompañaron en su Gobierno como amigos y servidores oficiosos. como legisladores, ministros, guerreros, publicistas, consejeros, cortesanos: donde están hoy? que posición tienen?
Todo esto no es ocuparse de la persona de Rosas, sino del país, de quien fue expresión de la sociedad de que es miembro a pesar del destierro: hasta por patriotismo argentino. El General Rosas debe defender el decoro de su país, defendiendo ó explicando su conducta pública.
Callar, es dar la razón al que habla aunque no la tenga. Fíjese en el articulillo sobre la Posteridad que le envío.
Por lo que hace á mi, le confieso que me irrita el espectáculo de tanta duplicada é hipocrecía que nos dan los que se gozan de deprimir al caído al mismo tiempo que parecen gozarse en obrar peor, que lo hizo, según ellos, ese adversario, a quien persiguen.
Convenido respecto al aviso anticipado que le daré en caso que yo haga la visita consabida.
Con mis seguridades de amistad por Ud.
Juan Bautista Alberdi