La intolerancia doctrinal. Prólogo al libro del Cardenal Pie

Con gran alegría, dejamos aquí el prólogo que el grupo de Tradición viva nos pidiera para esta edición española del precioso trabajo del gran obispo de Poitiers acerca de la «intolerancia».

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Que no te la cuenten…


Prólogo

P. Javier Olivera Ravasi, SE

 

Cuando hace ya varios años le preguntamos al gran padre Alfredo Sáenz, cuál había sido su libro más difícil de publicar; sin dudar ni poder dudar, nos dijo jesuítica y lacónicamente: “El del Cardenal Pie”. Pues claro, es que publicar la vida y obra de la “gloria inmarcesible del ultramontanismo y martillo del catolicismo liberal”, no le sería gratis.

Es que, ante la lectura de Pie, nadie queda por completo indiferente; porque justamente, Pie es la antítesis del hombre indiferente de nuestro tiempo, para quien “todo es igual, nada es mejor”, al decir del tango de Discépolo.

Su obra, su vida y su pensamiento están hoy en día tan olvidados como su misma tumba, a la cual apenas se puede acceder brincando, literalmente, al presbiterio de la bellísima Notre-Dame la Grande sin que sus sacristanes lo descubran a uno, como debimos hacer la última vez que allí pudimos viajar.

Pues bien, la obra que el lector tiene ahora en manos es de esos textos antológicos, que marcan de cuerpo entero a su autor que, ya en el siglo XIX entreveía y padecía la corriente de moda del “siglo de las luces” que hoy por hoy es habito, aún en la misma Iglesia: el indiferentismo religioso y la tolerancia a lo que dé lugar.

Es que, como él mismo diría “no existe ningún daño, ninguna lesión en el orden intelectual que no tenga consecuencias funestas en el orden moral”, de allí que sea necesario salirles al cruce apenas se los detecte.

En la presente obra el lector no se encontrará entonces con esas palabras melosas, suaves y “misericordiosas” con las que algunos funcionarios eclesiásticos acostumbran edulcorarnos la realidad, sino con un lenguaje llano, viril y directo, propio de los hombres de ley. Más cuando se trata -¡justamente!- de la intolerancia doctrinal.

– “¿Intolerancia doctrinal ha dicho?”

– Pues sí; aunque no lo crea ud., lector del siglo XXI.

Es que nuestra época grita: «¡tolerancia! ¡Tolerancia!»… pero el cardenal Pie viene a decirnos sin rodeos que “no existe en el mundo más que una sola sociedad que posee la verdad, y que esta sociedad debe ser necesariamente intolerante” y esa es la Iglesia Católica.

 Así nomás.

Es que la intolerancia es necesaria en todo; pues lo verdadero no soporta lo falso, el bien excluye el mal, el orden combate el desorden, el error a la certeza. No hay nada más intolerante y agresivo que la realidad. Y nadie más intolerante en lo que a la doctrina se refiere que Nuestro Señor Jesucristo, que no se definió como “una verdad”, “un camino”, “un modo de vivir”, sino dictatorialmente, como LA verdad, EL camino y LA vida, enviando a sus apóstoles a predicar a todas las naciones, es decir, a violentar todas las religiones existentes para establecer la única religión verdadera por toda la tierra y sustituir, por la unidad del dogma católico, todas las creencias adoptadas por los diferentes pueblos.

Pues ¿qué son sino los mártires? Unos intolerantes en materia de Fe, que se oponen al sincretismo del Imperio Romano, al punto de ser tildados de “fundamentalistas”, como dirían algunos hoy. ¿Qué son los símbolos de la Fe? ¿Qué es un Credo sino “fórmulas de intolerancia”, que reglamentan lo que se debe creer?

Es que, en verdad, reprocharle a la Iglesia su intolerancia dogmática, es hacerle un elogio; es reprocharle a la esposa su fidelidad para con su esposo, o al centinela, su cuidado del fuerte.

Sin embargo, esta intolerancia doctrinal quedaría inconclusa sin la tolerancia personal, es decir, sin la necesaria caridad con la que todo hijo de Dios por medio del bautismo debe tratar al prójimo, especialmente, cuando yerra.

Porque, como el mismo Pie dirá, la Iglesia “condena el error, pero sigue amando al hombre, al pecado lo denigra, pero al pecador lo persigue con su ternura, ambicionando volverlo mejor”, de allí que, más adelante uno de sus compatriotas, el excelente Garrigou-Lagrange dijese: “la Iglesia es intolerante en los principios porque cree; pero es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia son tolerantes en los principios porque no creen; pero son intolerantes en la práctica porque no aman”.

Sumérjase entonces el lector en estas breves líneas, tan filosas, viriles y actuales como es la Verdad que nos hace libres.

P. Javier Olivera Ravasi, SE

5/9/2021

 


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3 comentarios sobre “La intolerancia doctrinal. Prólogo al libro del Cardenal Pie

  • el octubre 5, 2021 a las 4:01 pm
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    Recuerde que el hombre solo puede vivir en sociedad, en grupo…

    Ejemplo: un club deportivo o unos amigos que juegan el fin de semana al balompié.

    Por tanto, para proteger ese grupo y que cumpla sus fines para quienes lo integran, hay que darle unas normas que digan quien está dentro y quién está fuera, el comportamiento mínimo… Y hay que proteger el grupo.

    A esto se llama «intolerancia».

    No se puede ser tolerante si personas de dentro o de fuera destruyen el grupo.

    En una sociedad cuyo cemento es la religión (cualquiera ), lo que ataque esa religión destruye el grupo.

    De ahí que toda religión, no solo la católica, tiene que tener normas y procedimientos para expulsar de la comunidad a los que no cumplen o a los que intenten destruirla.

    Un ejemplo muy famoso es Baruch Espinoza, el judío sefardita de Ámsterdam excomunicado de su
    comunidad judía por ateísmo. ( los rabinos creen en Dios, de ahí la expulsión al que no cree y ka prohibición de que nadie le trate)

    Y lo mismo pasa con los masones.
    O a ver si crees que van a permitir a alguno de sus miembros convertirse a la religión católica.

    Están obligados a ser intolerantes, aplicar su dogmática y expulsar al librepensador si quieren que su grupo continúe en el tiempo y cumpliendo sus fines fundacionales: llevar la luz a la humanidad y expulsar las tinieblas de la religión católica.

    Es cierto que que ha habido sociedades más «tolerantes» que otras (en materia de religión):

    Son sociedades basadas en el comercio, como las calvinistas Provincias Unidas de los Paises Bajos, que son muy tolerantes (excepto con el catolicismo) menos en un punto:

    Son extremadamente intolerantes con todo lo que ataque la propiedad, el comercio o el dinero.
    También son muy intolerantes contra los pobres, llegando hasta la crueldad.

    Porque efectivamente ahí lo único que importa no es la religión, ni el honor, ni la amistad… Lo único que importa es el dinero.

    Por último, los que se quejan de intolerancia son las minorías. Lo cual tiene sentido:

    Si eres protestante en un pais católico, exiges que los demás sean tolerantes contigo para poder sobrevivir y prosperar.

    Lo curioso del caso es que cuando no son minoría, sino mayoría en el pais, son extremadamente intolerantes con los católicos.

    La intolerancia y persecución de los masones franceses contra los católicos tras el caso Dreyfuss, la de los masones mexicanos contra la mayoría de la población durante el Porfiriato masonico o el genocidio católico durante la Segunda Republica Masonica Bananera española indica muy claramente hasta qué extremos pueden llegar los intolerantes para conseguir sus fines.

  • el octubre 5, 2021 a las 9:48 pm
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    “…no se definió como “una verdad”, “un camino”, “un modo de vivir”, sino dictatorialmente, como LA verdad, EL camino y LA vida,..”

    ¡Qué interesante!, me encantó, es la certeza de la FE

    • el octubre 6, 2021 a las 10:43 am
      Permalink

      ?dictatorialmente?

      Usted es Jorge Benjamín Lojo.

      No es una dictotariedad afirmarlo; simplemente es la manifestación de una realidad, de una verdad.

      ?Podemos ser tolerantes y admitir que usted no es Jorge sino Mario?

      !No!

      Porque la realidad, la verdad, lo que pone en su pasaporte… es que usted se llama Jorge.

      Si no somos capaces de llamar pan al pan y vino al vino, en nombre de la «tolerancia», no podemos funcionar en sociedad. Es imposible.

      Ahora va usted a la tienda, pide una barra de pan y le dan un zapato…

      Espero que al menos el zapato sea tolerante

Comentarios cerrados.

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