Sara Baartman, la «Venus negra»: otro caso de racismo evolucionista

Ya hemos visto más de una vez en este sitio cómo la ideología del evolucionismo (la del macro-evolucionismo, es decir, la que plantea lo de los “saltos específicos”) no se queda sólo en el cacareo constante del mito del paso del mono al hombre.

No. No termina allí. Porque este planteo, como venimos diciendo desde hace años, es el soporte intelectual que los imperialistas del siglo XIX utilizaron para demostrar la “conveniencia” de sus colonialismos en los países sub-desarrollados.

– “Ustedes son negros y, por ende, cercanos al mono, por eso conviene que nosotros los dominemos” -sería el mensaje no tan subliminal.

Y, si a eso le agregamos la doctrina de la predestinación calvinista, donde los pobres se van al infierno y los ricos al cielo, estamos listos.

Ya hemos hablado del tema cuando tocamos el caso de Ota Benga o, más aún, cuando realizamos nuestro Curso sobre el Evolucionismo (aquí)

Con el fin de continuar con este planteo es que resumimos aquí el caso de Sara Baartman, la “Venus Negra”, el trágico caso de la mujer africana, esclavizada prostituida y exhibida como un “eslabón perdido” para,

Que no te la cuenten…

Javier Olivera Ravasi, SE

2/2/2022


La multitud[1] se agolpaba en el callejón. La tarde recién arrancaba en Piccadilly Circus. Todos peleaban por entrar al Egyptian Hall. Es que por sólo dos chelines tendrían la posibilidad de ver la mejor atracción que ofrecía Londres en aquel 1810.

Sobre el escenario, Sara Baartman estaba prácticamente desnuda. Hombres, mujeres, niños, todos la miraban. Algunos con sorpresa, otros con deseo; nadie con indiferencia. La mostraban de manera obscena y cruel como un fenómeno primitivo, como a una persona tan extraña como dolorosamente inferior.

Una caricatura de Sara Baartman de 1810. Foto: Dominio Público

Quienes pagaban un poco más, también tenían derecho a tocarla; a manosear sin límite las pronunciadas curvas de sus nalgas.

La vida de Sara estuvo marcada desde su inicio no sólo por injusticias sino, también, por paradojas. La primera es que nació en 1789, en el río Gamtoos -hoy conocido como Cabo Oriental, una provincia de Sudáfrica- en el seno de la tribu de pastoreo khoikhoi, justo en el año de la Revolución Francesa, la de las ideas de la ”igualdad”, “libertad” y “fraternidad”, para algunos, claro…

A los 16 años ya estaba casada y con un hijo cuando unos colonos holandeses asesinaron a su marido. En ese momento, Sara fue vendida a Pieter Willem Cezar, un comerciante que se la llevó a Ciudad del Cabo y la esclavizó obligándola a cumplir arduos trabajos domésticos. En Octubre de 1810, fue comprada por médico cirujano William Dunlop, quien, con engaños, la llevó a Inglaterra.

Luego de supuestamente haber firmado un contrato, Sara fue llevada a Londres.

La idea era, en tiempos de eslabones perdidos, que fuese exhibida en diferentes exposiciones, especialmente, en el Egyptian Hall de Piccadilly Circus como “fenómeno de la naturaleza”, dentro de una jaula con el cuerpo semidesnudo. En un mundo de animales exóticos, enanos y hombres esqueleto, Sara era presentada como el límite entre la civilización y la barbarie. Durante el show, la hacían fumar pipa y acatar órdenes como si fuera una mascota.

Los hombres ricos, podían, además de verla tener la posibilidad de tocarla: sus nalgas, abundantes y curvilíneas, y la hipertrofia excepcional de los labios de su vulva eran rasgos propios de su etnia que algunos veían como propios de especies inferiores.

La “Sara manía” se apoderó rápidamente de la ciudad de Londres y el espectáculo se convirtió en el favorito de las masas: dibujos y caricaturas cubrían páginas y portadas de periódicos.

Así nació la «Venus Hotentote”, un término –hoy despectivo- que usaban los holandeses para llamar a los Khoikhoi.

El póster de la Película Venus Noire, basada en la vida de Sara. Foto: Web

Con el tiempo, un activista anti-esclavista, Robert Wedderburn intentó una campaña para liberarla, sin éxito, a partir de un contrato fraudulento que le habían hecho firmar a la pobre mujer analfabeta.  La publicidad que tuvo el caso judicial, al contrario de lo que se buscaba, incrementó la popularidad del show que llegó a hacer giras por las ferias de toda Gran Bretaña, Irlanda y hasta París.

Con el tiempo Sara fue vendida a Jean Riaux, entrenador de animales, para ser exhibida en una jaula junto a una cría de rinoceronte donde, a la orden del “entrenador”, debía levantarse y sentarse al mismo tiempo que el animal, cuando no era expuesta para que la manosearan y hasta tuvieran relaciones sexuales con el “exótico eslabón”.

En París, la humillación fue total. Sara fue víctima del racismo científico.

Foto: Dominio público

Al mismo tiempo, la joven fue también, víctima del racismo científico  de Georges Cuvier, naturalista y cirujano de Napoleón, quien quedó fascinado con el espécimen, al punto que, en 1815, un grupo de anatomistas, fisiólogos y zoólogos comenzaron a estudiar su cuerpo: la miraban, la analizaban y hasta retrataban sus órganos órganos femeninos como objeto de un macabro interés y clara connotación sexual.

La conclusión “científica” llevó a Cuvier a decir que Sara era un vínculo entre los animales y los seres humanos, como toda la raza negra, aún no completamente  evolucionada.

Como era de esperar, la pobre mujer, víctima de tales y tantos abusos, sumado, terminó muriendo en 1816, en París, a la edad de 26 años (nunca se supo si a causa de una neumonía, sífilis o alcoholismo).

Como si fuera poco, sus experimentadores hicieron un modelo de yeso de su cuerpo antes de disecarlo, preservando su esqueleto, su cerebro y sus órganos genitales en frascos, los cuales permanecieron expuestos en el Museo del Hombre de París hasta 1974.

*          *          *

            El caso de Sara Baartman o el de Ota Benga, son sólo algunos de los que hoy comienzan a salir a la luz luego de décadas de cantinela evolucionista. Como vemos, no se quedan en los papeles sino que han pasado a la práctica. Como pasan a la práctica quienes consideran hoy, sin decirlo, al africano o al sudamericano como semi-primates que deben obedecer a ciegas las directivas del Nuevo Orden Mundial dictado por quienes se encuentran en la cúspide de la cadena evolutiva…

Que no te la cuenten…

Javier Olivera Ravasi

2/2/2022


[1] Estamos resumiendo el artículo titulado “La venus hotentote: la trágica historia de la mujer africana famosa por sus nalgas voluptuosas” (Fuente: Diario Clarín, consultado el 2/2/2022).

 


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3 comentarios sobre “Sara Baartman, la «Venus negra»: otro caso de racismo evolucionista

  • el febrero 2, 2022 a las 3:59 pm
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    Sin comentarios. Del sur de Chile también se llevaron indígenas en calidad de especímenes para exponerlos en Europa.

  • el febrero 2, 2022 a las 9:21 pm
    Permalink

    Es que el problema con los «ilustrados» y que fundamenta su derecho a imponer a los demás sus fantasías (siempre en nuestro bien, aunque duelan) es su presunta «superioridad».

    y en cierto modo se entiende que las clases altas urbanas, educadas y sofisticadas, que no tienen que trabajar, se crea superior frente a la barbarie de sus propios campesinos (el 90% de la población francesa en la época de la Revolucion Parisina), los indígenas en otros continentes, que en aras de la civilización y prosperidad económica habrá que exterminar como alimañas para robarles mejor e intenten erradicar la Iglesia Católica, a la que no puede controlar y que tiene la mala ocurrencia de proclamar que todos somos hijos de Dios y hermanos en Cristo (además tiene bienes que robar con la excusa de la prosperidad nacional).

    Hay que recordar que al tiempo de la República, las tierras de los indios empezaban a las puertas de Buenos Aires -el del siglo XIX, no del siglo XXI-.

    ?No es una obra civilizadora asesinarles y robarles para dar mejor uso nacional a tanta propiedad tan mal aprovechada?

    Con el poder político en las manos de los próceres patriotas, los indígenas ya no tienen la protección del Rey de España ni de la Iglesia Católica y de pronto se convierten en «malones».

    Esta pobre mujer no había hecho nada para ser castigada con el asesinato de su marido, su esclavitud, la separación de su hijo, la exhibición impúdica en la civilizada Europa…y encima tenía que soportar el falso cientifismo de estos ilustrados tan elegantes. (me imagino que de esta pobre mujer salió el mito del «labio hottettonte»)

    Para esto sirve quitar a Dios: para ponerse o quitarse las normas morales a conveniencia y oprimir a los débiles sin conciencia.

    El crimen de esta pobre mujer fue no ser ilustrada y fue convenientemente castigada por ello, mientras que alguien prosperaba a su costa.

    Para ella y para los que eran como ella, especialmente si tenían tierras, no había Libertad, Igualdad y Fraternidad que valga.

  • el febrero 2, 2022 a las 9:25 pm
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    Triste historia de muchos esclavos de ayer y no será diferente hoy.

    Siempre, delirantes de orgullo al servicio d los enemigos espirituales, creen que esclavizar, someter y servirse de otros no solo no es malo, sino que es necesario.

    Hoy tenemos todo por hacer, son múltiples las injusticias y las esclavitudes que fermentan, y recién comienza a establecerse el NOM, es decir, son los prolegómenos

Comentarios cerrados.

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