Historia de héroes para jóvenes. El Sargento Cabral. Un granadero del regimiento inmortal

Por Tomás Marini

“De lo que mis Granaderos son capaces, sólo yo sé:

quién los iguale habrá, pero quién los exceda, no”.

General José Francisco de San Martín.

Don José de San Martín volvió de España en 1812. Habían pasado ya dos años de la Revolución del 25 de mayo, aunque bueno, asi la llamamos ahora…en realidad fue menos revolución de lo que a muchos les gusta pensar y enseñar.[1] San Martín había estado estudiando para ser militar como su padre y se había convertido en uno muy bueno, entrando en batalla con solo trece años en el sitio de Orán[2] (un dato interesante para los que se atreven a llamar “chicos de la guerra” a los heroes de malvinas) y luego destacándose en la batalla de Bailén,[3] después de la cual, por su heroica actuación, fue ascendido a teniente coronel. Pero España por esa época andaba de mal en peor. A muchos españoles y otros que se las tiraban de inteligentes, incluso al rey Fernando VII y a su familia, los Borbones[4], les comenzaban a gustar cada vez más algunas ideas bastante raras que se les habían ocurrido a sus vecinos, los franceses. Pasaba además que los abuelos de los reyes de España eran de por allá. Para colmo un francés bastante famoso, Napoleón Bonaparte, terminó invadiendo España en 1807, poniendo a su hermano como rey de la Península, gracias a que el cobarde rey español le había dejado el trono con moño y todo.

Estos franceses estaban bastante mal de la cabeza y habían inventado que Dios ya no existía o que, por lo menos, ya no se ocupaba del hombre al que habia abandonado a su suerte, por eso ahora los mismos hombres decidian que era lo que estaba bien o mal. En 1789 comenzó lo que conocemos hoy como la Revolución francesa que, entre otras cosas, llevó a los franceses a cortar la cabeza de su propio rey Luis XVI y de su reina en la guillotina, y así la cabeza de todo el que no estuviera muy de acuerdo con sus ideas,[5] que pueden resumirse en algo parecido a “si la mayoría lo dice, entonces está bien”, y que en la práctica se tradujo en una violentísima persecución de cualquiera que hablara de Dios y sus derechos. Por supuesto miles de católicos fueron asesinados[6] y se trató de reemplazar el culto al verdadero Dios por el culto a la Razón (así con mayúscula). Desgraciadamente en España a muchos les gustaba “hacerse los franchutes” y querían eliminar a Dios también del corazón de los españoles y por tanto de estas tierras americanas que eran parte del Imperio. En resumen los españoles de 1812 estaban muy lejos de parecerse a los que habían echado a sablazos a los musulmanes de su tierra, combatido la herejía en toda Europa, conquistado, civilizado y evangelizado América, desde el Cañón del Colorado hasta el estrecho de Magallanes, y España muy lejos de ser la madre que una vez supo ser para los habitantes de estas tierras.

Cuando San Martín llegó al Río de la Plata se encontró con que acá andaban a las trompadas para ver qué tipo de país se iba a fundar: unos querían seguir el destino de la España afrancesada, pero independientes, otros querían “tomar el té” con la reina de Inglaterra y convertirnos en colonia Inglesa sin importarles que fueran herejes y piratas, y algunos querían mantener la tradición heredada de la verdadera España, esa que nos había traído la fe católica y la civilización cristiana. Solo en una cosa estaban de acuerdo, y era en que para empezar había que echar a los españoles peninsulares y por eso a San Martín, recién llegado y con solo treinta y tres años, se le ordenó formar un regimiento de caballería y eso es lo que hizo poniendo enseguida manos a la obra y eligiendo lo mejor de lo mejor, entre hombres y caballos, para el cuerpo al que puso el nombre de Regimiento de Granaderos[7] a Caballo que sigue existiendo hasta hoy.

En esa época la ciudad de Montevideo (en lo que hoy es Uruguay) seguía en manos de los españoles. Sus naves surcaban el Río de la Plata con total libertad, saqueando los pueblos costeros.

En los primeros días de 1813 zarpó de Montevideo una escuadrilla, con 250 hombres armados hasta los dientes, y dos piezas de artillería al mando de un vizcaíno llamado Juan Antonio Zabala. Su objetivo era atacar los pueblos ribereños en las márgenes del Paraná, hacerse con el ganado y fortalecer su posición en Montevideo.

El gobierno ordenó a San Martín marchar contra los españoles en caso de que desembarcaran. De sus hombres seleccionó a los 125 mejores, entre ellos un correntino llamado Juan Bautista Cabral. Don José siguió los movimientos de la escuadrilla que terminó echando anclas frente al puerto del convento de San Lorenzo en Santa Fe.

Muy lejos estaban de sospechar que San Martin se les había adelantado y ya los esperaba, escondido detrás del convento franciscano con sus 125 valientes. ¡Había que ver qué estampa! Vistiendo sus uniformes azules nuevos, morrión con penacho verde, la visera baja[8] que mantenía las cabezas erguidas, correaje de cuero cruzado sobre el pecho, las lustrosas botas negras hasta las rodillas y espuelas doradas. Los sables curvos en sus vainas de metal, brillando al sol como orgullosos de pertenecer a sus dueños, colgando de la cintura y cayendo sobre el costado de sus monturas, ¡y qué monturas! No por nada se dice que nuestra patria se hizo a lomo de caballo.[9] San Martín montaba un blanco, pero no un blanco debilucho, adormecido y cegatón, ese del que nuestros paisanos dicen que es “la última carta de la baraja”. No no, San Martín sabía de caballos y había elegido bien, el flete del coronel era un blanco plateado de ojos negros, lustroso y brillante, despierto y de músculos bien formados. Los caballos piafaban inquietos, cabeceaban mordiendo el freno y hurgaban la tierra con los cascos. Habían sido entrenados para ese momento.

El Coronel volvió del campanario donde había observado los últimos movimientos del enemigo y se dirigió a sus oficiales:

—Ahora en dos minutos más, estaremos sobre ellos, sable en mano.

Boleando la pierna se enhorquetó en su caballo de un salto limpito, se inclinó sobre los flancos de su blanco para comprobar la cincha y los estribos, y dijo al capitán Bermúdez que dirigiría el primer escuadrón:

—En el centro de las columnas enemigas nos encontraremos y daré a usted órdenes.

Los españoles desembarcaron cuando “febo asomaba” como canta nuestra marcha militar,[10] y marcharon en columnas paralelas con las dos piezas de artillería a la vanguardia, es decir, adelante de los soldados dirigiéndose al convento. Marchaban al son de tambores y pífanos, con la bandera desplegada.

San Martín ordenó desenvainar. Sus granaderos obedecieron y apoyaron el sable sobre su clavícula derecha. Después se empinó sobre los estribos, blandió su sable corvo y gritó:

—¡Granaderos… a la carga!…

Salieron los 126 jinetes de donde se escondían, espolearon sus caballos y cargaron sobre los enemigos al sonido de la corneta que aulló el toque de carga. Era el bautismo de fuego, la primera batalla de los centauros criollos que, pasado el tiempo, iban a ser conocidos y admirados desde las pampas hasta el Ecuador.

El soldado Cabral se afirmó en el recado, extendió el brazo sujetando con fuerza el sable, apuntándolo contra el enemigo. Las manos le temblaban, pero él sabía que no era a causa del miedo, miraba a sus lados para mantener la formación, el corazón le saltaba como si quisiera salirse del pecho. Su caballo avanzaba como una flecha.

            Los españoles, viendo lo que se les venía encima, comenzaron a disparar todas sus armas. La lluvia de plomo atravesó las líneas patriotas, las balas zumbaron por todas partes, algunos caballos cayeron arrojando a los hombres en tierra, pero la mayoría siguió galopando contra el enemigo. Los cascos batían la tierra, relinchos y gritos de furia. Cabral, las mandíbulas apretadas, pudo sentir que las balas pasaban muy cerca, se vio tentado de encogogerse tras el cuello del caballo para esquivar el plomo, pero San Martín les habia enseñado a mirar de frente a la muerte y se mantuvo erguido. Los realistas, arrodillados, cargaban rápidamente sus armas. El encuentro de las dos fuerzas fue terrible, los granaderos penetraron las líneas españolas como una tromba de destrucción y muerte; el humo y el polvo envolvieron a los combatientes de los dos bandos. El aire se llenó del fragor de las armas, el chocar de las espadas, el relincho de los caballos y el lamento de los primeros heridos y moribundos. Brillaban, en el sol de la mañana, las bayonetas y los sables.

Las líneas españolas retrocedieron desorganizadas ante la carga de los granaderos. El soldado Cabral descargó sablazos sobre todo lo que tenía al alcance, atacando y parando, tirando estocadas, sablazos, abriéndose paso entre la carne, la sangre y la pólvora, hasta encontrarse fuera de las líneas enemigas. Dio vuelta a su caballo para ver la situación de los suyos. La mayoría seguían montados, atacando y defendiéndose como leones con sus sables. Los españoles también estaban vendiendo caras sus vidas.

Fue entonces que vio a su comandante debajo de su caballo muerto. La descarga de fusilería y cañón había matado al caballo y en la caída una de las piernas de San Martín quedó atrapada abajo del cuerpo del animal. Justo en ese momento un español estaba tirando varios sablazos a San Martin, pero este desde el suelo se defendía con su espada parando los golpes. Cabral picó espuelas y se lanzó al galope a donde estaba su comandante caído. Otro soldado español intentó atravesar a San Martín con la bayoneta de su fusil, pero el granadero Baigorria, un puntano, llegó al galope y lo levantó en la lanza, salvando por el momento a su jefe.

San Martín estaba como ñandú en el cerco. Si no conseguía salir, tarde o temprano, algún enemigo lo iba a alcanzar con su sable o su fusil. Cabral ya cerca de él se apeó del caballo y sable en mano corrió hacia su jefe. Cuando llegó, lo tomó de los hombros y defendiéndose al mismo tiempo de los sablazos que caían sobre él, consiguió sacarlo de abajo del caballo. Libre San Martín, dos balazos atravesaron el pecho del correntino que cayó sobre su jefe, sostenido por sus brazos. Antes de entregar su alma, entre la sangre que ya brotaba de su boca, el valiente correntino logró decirle: ¡Viva la Patria mi capitán! ¡Muero contento por haber vencido al enemigo!

San Martín dejó cuidadosamente el cuerpo del héroe en el suelo y llamando al alférez don Manuel Escalada aún montado, le gritó:

—¡Reúna usted el regimiento y vayan a morir!

Los realistas, cubiertos por el fuego de sus buques, pudieron huir, dejando en el campo cuarenta muertos y catorce prisioneros. La batalla había terminado con una victoria para los patriotas que perdieron quince hombres. Había sido el bautismo de fuego de los Granaderos a caballo, donde si no hubiera sido por el sacrificio del soldado Juan Bautista Cabral habría terminado la vida del Libertador.[11]

El gobierno ordenó luego la erección de un monumento en el cuartel del Regimiento que perpetuase la memoria del heroico soldado Cabral, ascendido después de muerto a Sargento. Y se ordenó que al pasar lista en la compañía en la que él había combatido, después de clases, fuese llamado y el sargento más antiguo contestase: “Murió por la Patria en el campo del honor, pero vive en nuestros corazones. Compañía, ¡Viva la Patria!”, y ella respondía: “¡Viva!”.

Trece años combatieron los Granaderos, tanto en estas tierras como en otras extrañas y lejanas. Creados por el libertador José de San Martín para luchar por la libertad del Continente americano, cumplieron su misión…

 Por Tomás Marini


VOCABULARIO:

 

Guillotina: máquina inventada en Francia para decapitar a los reos de muerte. Muy utilizada por la democrática e iluminada Francia de 1789.

Peninsulares: naturales de la Península ibérica.

Escuadrilla: escuadra compuesta de buques de pequeño porte.

Vizcaíno: natural de Vizcaya, España.

Morrión: prenda del uniforme militar, a manera de sombrero de copa sin alas y con visera, que se ha usado para cubrir la cabeza.

La última carta de la baraja: lo último en ser elegido, lo de menos valor.

Piafar: cuando el caballo alza las patas delanteras alternativamente, haciéndolas caer con fuerza y sin avanzar.

Freno: instrumento de metal que se introduce en la boca del caballo para gobernarlo.

Cascos: vaso, uña del pie o de la mano del caballo.

Bolear la pierna: acción de pasar la pierna por sobre el lomo del caballo para montarlo.

Enhorquetarse: montar sobre el caballo una pierna de cada lado.

Estribos: Pieza en que apoya los pies el jinete y que va colgado por medio de la estribera, de la encimera o de los bastos.

Blanco plateado: pelaje de caballo cuya capa es de color blanco, lustroso y brillante.

Febo: Los poetas clásicos latinos aplicaban el apodo Febo al dios sol, de ahí las referencias comunes en la poesía europea posterior a Febo y su carro como una metáfora del sol.

Espuelear: picar con la espuela.

Corneta: instrumento musical de viento, semejante al clarín.

Centauro: criatura mitológica, mitad hombre y mitad caballo.

Recado: montura criolla.

Realista: partidario de la monarquía.

Tromba: dicho de entrar de golpe y con fuerza a un sitio.

Como ñandú en el cerco: situación sin salida o muy apurada.

Apearse: desmontar del caballo.


[1] “La guerra de Independencia (hispanoamericana) fue la revolución más conservadora que haya habido nunca” Cecil Jane, “Libertad y Despotismo” en América Hispana.

[2] Plaza española en el norte de África. El pequeño San Martín participó en arriesgados trabajos nocturnos para desactivar minas que los moros colocaban para volar los muros defensivos de la plaza y soportó un intenso e ininterrumpido cañoneo durante un mes, dentro de las fortificaciones.

[3] Batalla heroica contra las veteranas y mucho más numerosas tropas de Napoleón Bonaparte.

[4] La Casa de Borbón ha reinado en España desde 1700.

[5] Durante la época del Terror (1793), solo en París se llegaron a guillotinar 2.622 personas.

[6] El General Grignon dijo hablando de la resistencia catolica en la región francesa de la Vendée: «Camaradas, entramos en el país insurrecto. Os doy la orden de entregar a las llamas todo lo que sea susceptible de ser quemado y pasar al filo de la bayoneta todo habitante que encontréis a vuestro paso. Sé que puede haber patriotas (revolucionarios) en este país; es igual, debemos sacrificarlo todo».

[7] La palabra granadero comenzó a utilizarse para designar a los soldados del ejército francés encargados de arrojar las granadas, arma que luego cayó en desuso. Pero en el siglo XVIII y buena parte del XIX granadero fue sinónimo de cuerpo de elite.

[8] Colocada ex profeso por el coronel San Martín bien baja, cuando creó el uniforme de granadero, para obligar al soldado a mantener la cabeza erguida, ya que decía que «el granadero debe ir al combate con la cabeza en alto, sin miedo a las balas del enemigo».

[9] “Sabía San Martin que el criollo es jinete por naturaleza, y que, así como con el caballo vencía al desierto, montado igualmente sobre ese cuadrúpedo pampeano, vehículo además de sus victorias sobre los indios, podía cargar sobre los españoles y describir así la trayectoria militar a que lo destinaba la revolución”. José Pacífico Otero, Historia del libertador don José de San Martín.

[10] La marcha militar de San Lorenzo compuesta en 1907.

[11] Zabala, el jefe español, se presentaría a San Martín al día siguiente de la batalla a solicitar víveres frescos para sus heridos. Tan impresionado quedó con la acogida y la figura de su vencedor que en ese momento, según dicen, juró “servir a las órdenes de aquel militar cuya feliz estrella preveía”. Fiel a su palabra, se presentaría unos años más tarde en Mendoza para servir en el Ejército de los Andes.

 


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6 comentarios sobre “Historia de héroes para jóvenes. El Sargento Cabral. Un granadero del regimiento inmortal

  • el febrero 4, 2022 a las 1:55 pm
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    Es una linda versión novelada de la batalla. El caballo de San Martín no era blanco sino un bayo, el blanco es para los desfiles, los cuadros el lucimiento pero nunca para un comandante en batalla pues sería el blanco principal del enemigo. Por eso en desfiles el Jefe del RGC monta caballo blanco.

  • el febrero 4, 2022 a las 3:25 pm
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    Solo una observación a este artículo. Es dable aclarar que la inmensa mayoría de los «españoles» de los que habla el artículo, en realidad eran criollos, mestizos, indígenas y mulatos. La tropa peninsular en el Río de la Plata fue insignificante, y muchos combatieron en el bando revolucionario. Un cordial saludo

  • el febrero 4, 2022 a las 6:30 pm
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    La invasión francesa trajo el emprisionamiento del Rey y de la familia real; Napoleón, para hacerse «legalmente» con el imperio español hace que el Rey Carlos IV abdique en su hijo Fernando y luego hace que Fernando abdique en él. Luego muy graciosamente cede la corona española a su hermano José. Es una triquiñuela legal (no reconocida en ningún ordenamiento político; tampoco en el español); de ahi los pases de corona de uno a otro para intentar tener legitimidad.

    Hay que resaltar que el pais está invadido militarmente, descabezado de sus lideres naturales (el Rey) y los invasores, como han hecho en los reinos italianos; los franceses gobiernan con una minoría de simpatizantes a través de logias masonicas en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad y el «progreso» de las luces contra el obscurantismo medieval de la Iglesia Católica.

    El objetivo de Napoleón para con España y los demás paises invadidos era convertirlos en colonias comerciales y mercados cautivos de Francia: Francia elabora y fabrica las materias primas de los paises invadidos y éstos están obligados a comprar la producción al previo que Francia imponga.

    Es decir, quiere hacer con Europa lo que los ingleses han hecho en todas partes donde han podido para enriquecerse a costa de los demás.

    Una muestra es cómo roban en todas partes, también del Vaticano, las obras de arte, las bibliotecas y los archivos para decorar Paris y convertirla en la capital del mundo.

    Naturalmente esto no lo quieren los habitantes de los paises invadidos.

    Pero hay algo mucho peor:

    los franceses son los ateos impíos que han destruido la religión católica en Francia y han asesinado a sus sacerdotes. Y esto es inadmisible.

    Cuando las noticias de la prisión en Francia del Rey, la abdicación en Napoleón y posterior cesión a su hermano José llegan a América hay varias reacciones, pero la normal es independizarse de España (es decir, de Napoleón) para no seguir la misma suerte que la península, porque al ser José Rey de España, también lo es de todas sus provincias, dominios y dependencias. Por tanto, la manera lógica de desvincularse de un regimen ateo, demoniaco e impío es independizarse de él.

    Luego, la falta de un líder natural legitimado por la Historia y la tradición (el Rey) hace que surjan muchos intereses, algunos que se inspiran en el ejemplo de Estados Unidos para hacerse con el poder y defender sus propiedades o crear, como en Estados Unidos (en la masonería: «Libertia» o pais de la Libertad) un Estado fundado ex novo con los principios ilustrados de la escuadra y el compás.

  • el febrero 4, 2022 a las 7:58 pm
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    Hay un problema con Fernando VII y es que pasa a la Historia por boca de sus enemigos (los masones) y le llaman «el Rey Felón»

    (es decir, el Rey que jura la Constitución de 1812 (la discutida y aprobada por diputados de las Españas peninsular y americana -«españoles de los dos hemisferios»- en la Cádiz sitiada por los franceses mientras Fernando estaba prisionero en Francia) y que una vez en el trono se desjura (básicamente porque con la Constitución ha perdido todo el poder)

    De hecho entre los españoles, hoy mismo, hay mucha gente culta que cree (como el periodista y novelista de éxito Arturo Pérez Reverte) y dice nada menos que «si los franceses nos hubieran invadido (es decir, si no hubieran huido del ejercito inglés y de los guerrilleros españoles ) España ahora sería «ilustrada» (se entiende que ilustrada y culta como los franceses ilustrados y cultos)

    ?Por qué hay gente que cree estas estupideces sin sentido?

    Pues porque la masonería y los ilustrados, como este necio, lo repiten una y otra vez, como si fuese un dogma de fe. («una mentira contada una vez sigue siendo una mentira, pero una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad» Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler)

    (cuando los norteamericanos invaden México y le roban más de la mitad de su territorio, lo que hoy es California, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada, Montana, Oregón…la municipalidad masonica de la Ciudad de México lo celebra con un banquete y !!! brindan para que vengan a invadirles y les conviertan en su colonia mercantil !!!)

    Fernando tendría muchos defectos y muy pocas virtudes, seguro; pero en esa época la función de un Rey era exclusivamente la defensa del pais, la protección de la religión católica (la sociedad está formada y se mantiene por la religión católica) y garantizar la justicia. Lo que contribuye el Rey es la legitimidad que le da su nacimiento, la tradición y la Historia.

    (hoy no podemos entenderlo bien porque exigimos que el Estado nos arregle la vida. En esa época no en ningún pais; ni siquiera en Inglaterra)

    Es decir que, como en otros paises, incluida Inglaterra, hay tensiones entre élites económicas y élites palatinas que quieren el poder. La diferencia está en que únicamente en Inglaterra el dinero lo tiene el comercio y la industria y la clase agrícola que surge de la adquisición de las propiedades eclesiásticas incautadas gobierna con el Parlamento. Esta es la causa de que en Francia y el resto de los pauses agrícolas esas revoluciones, por sangrientas que sean, nunca funcionen, es decir, que no tienen la fuerza ni los intereses económicos para hacerse con el pais. Pero que traen golpes de Estado y guerras civiles (en España 4 guerras civiles en un siglo. Como cualquier República bananera)

    Si algo se le puede reprochar a ese hombre, que además estaba muy poco preparado, era que siendo Príncipe de Asturias (es decir, el heredero) monta un motín en Aranjuez, donde reside la familia real, para evitar que el Rey marche a América y salve con ello la legitimidad dinastica frente a la invasión de Napoleón, con lo que efectivamente el Rey, su padre, cae prisionero de los franceses.

    Tal vez si hubiera ido a México, como los reyes de Portugal a Brasil, hubiera pasado como en Brasil, pero no hay que olvidar que cuando los nazis invaden Noruega, Holanda, Bélgica….esos reyes huyeron a Inglaterra justamente para salvar la legitimidad y el honor nacional. Y funcionó.

    Fernando participa en esa farsa de Napoleón de baile de coronas y luego de jura de la Constitución (constitución que no ha votado el Pueblo, ni el Pueblo ha votado a sus redactores) porque entiende que es prisionero y que por tanto su voluntad está viciada y el resultado es nulo de pleno derecho.

    Lo que hay detrás de todo es la fantasía de un grupo de ilustrados que intenta «ilustrar» al Pueblo, lo quiera o no, a golpe de constituciones, leyes y decretos. Y no funciona ni puede funcionar nunca.

    Esto no pasa en Inglaterra, por ejemplo, porque allí lo que cambia al Pueblo ha sido la industria y el comercio; no tiene nada que ver con golpes de Estado o persecución de la religión. En esa época, la de los libros de Jane Austen, ya había clases medias.

    De ahí que el padre de la sociología política, el francés Gustave Le Bon critique una y otra vez la fantasía de los paises latinos de intentar cambiar a su Pueblo a golpe de decretos.

    No hay que olvidar nunca que el poderoso y vencedor Napoleón es coronado emperador (por sí mismo) en la catedral de Paris únicamente porque se compromete por escrito a respetar a los revolucionarios las propiedades robadas a la Iglesia, a los hospitales, colegios, Universidades, al Estado, los comunales de los municipios y a los nobles. De ahí salen las famosas «doscientas familias» que desde entonces gobiernan Francia y los paises que copiaron a Francia. Y ese contrato lo firma Napoleón por escrito en la sacristía de la catedral.

    Para entender muchas cosas, sobre todos las patrióticas, lo que hay que hacer es «cherchez l’argent»,

  • el febrero 4, 2022 a las 8:51 pm
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    Bautismo de fuego del Glorioso Regimiento fundado por el Padre de la Patria, y única batalla librada en suelo Patrio.

    Es el único Ejército Libertador de la historia.

    ¡Viva la Patria Granaderos!

  • el febrero 11, 2022 a las 7:51 am
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    Don Marini escribe esto: «Solo en una cosa estaban de acuerdo, y era en que para empezar había que echar a los españoles peninsulares …». Nada más falso. En la Primera Junta de 1810 había dos españoles «peninsulares» (uno era catalán, Matheu) y, desde luego, había españoles criollos. No éramos España ni de España, pero nuestra cultura era muy hispana y nuestro el Rey, el de Castilla -no de España-. Éramos un reino aparte de España, pero vinculado dinásticamente con ella en tanto «bien realengo» de la corona de Castilla. No es que quisiéramos liquidar españoles o ser independientes…. éramos otro reino, autónomo, cuya autonomía había sido avasallada por el ilegítimo y proinglés Consejo de Regencia de Cádiz (de la Isla de León, más bien) y cuya «independencia» era aceptar los preceptos de la Constitución de Cádiz de 1812, la famosa «Pepa», por parte de la Asamblea del año XIII… También leo ciertos «horrores» históricos en los comentarios de don Javier, que en el fondo, tiene una concepción bastante materialista de la Historia e ignora lo miserable, felón y canalla que fué Fernando VII, a quien el Manifiesto de nuestra Independencia (publicado varios años después de ser declarada) acusa de «tamaña ingratitud» con nosotros, que lo sostuvimos con la sangre de nuestros soldados. En fin, no se puede sintetizar en un comentario muchas cosas que llevan a equivocarse sobre nuestra historia. Recomienden los libros de Enrique Díaz Araujo, Roberto Marfany, etc. en lugar de publicar historias «para niños»….
    Perdón por mi crítica, pero la deformación histórica en nuestro país ha llegado a límites indeseables . Gracias.

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