Normas prácticas frente al liberalismo: San Pío X y los «integristas» españoles

El tema del «liberalismo» (tan en boga hoy en ambientes «sub-40») ha dado siempre que hablar en los ámbitos católicos por cierta cercanía que tiene en sus postulados o «títulos» (vgr. defensa de la propiedad privada, de la igualdad ante la ley, etc.) aunque no siempre entendidos del mismo modo, claro está. Y «cercanía» o «valor de bondad» -vale aclararlo- que posee, en tanto y en cuanto, se acerca a la doctrina católica o al simple sentido común; obvio.

Leyendo durante estos días algunos textos clásicos que van desde Locke a la Centesimus annus, nos topamos con una instrucción divulgada a principios del año 1909 (en parte) por el periódico liberal El Universal y, luego, in toto por el periódico católico integrista (denominado a sí mismo por sus redactores cuando aún no era un «insulto») en el que, en tiempos de San Pío X se los instruía sobre cómo llevar adelante una política «de acción» ante el liberalismo en boga en España.

Hemos logrado, luego de bucear en hemerotecas españolas, dar con el texto original que, ahora presentamos junto con el facsímil para su cotejo y archivo. Los breves párrafos, que en nada contradicen la enseñanza de la Iglesia frente a lo que denomina el «liberalismo doctrinario» como se llama a esa ideología en sus raíces más profundas, ha recibido el nombre de Autorizadas instrucciones a los católicos y simplemente intenta ser una serie de normas prácticas al momento de la interacción con quienes profesan esta filosofía política o doctrina liberal.

Las mismas fueron publicadas en El Siglo Futuro, primero el 30/01/1909 y, posteriormente, en ese mismo periódico, ya de modo oficial el 18/05/1911, por mandato del Cardenal Merry del Val y el Cardenal Primado de España y Arzobispo de Toledo, Mons. Aguirre y García, con traducción oficial autorizada por el Nuncio Apostólico.

El original de 1909 puede cotejarse AQUÍ o aquí y, el de 1911, AQUÍ o aquí

Dejamos nuestra propia transcripción sin agregados ni negritas por ser ambos textos complementarios para

Que no te la cuenten

P. Javier Olivera Ravasi, SE

25/10/2023


Texto de 1909, donde «El Siglo futuro» explica la génesis del texto y su «filtración» por el diario liberal «El Universal» y la primera transcripción.

Fuente: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=1c3d2a4f-31cd-48c2-a7c4-b85b0c774206

Transcripción (P. Javier Olivera Ravasi, SE)

1. Sostener la tesis católica en España y con ella el restablecimiento de la Unidad Católica, y luchar contra todos los errores condenados por la Santa Sede, especialmente los comprendidos en el Syllabus, y las libertades de perdición, hijas del llamado derecho nuevo o liberalismo, cuya aplicación al gobierno de nuestra patria es ocasión de tantos males. Esta lucha debe efectuarse dentro de la legalidad constituida, esgrimiendo cuantas armas lícitas pone la misma en nuestras manos.

2. No acusar a nadie como no católico o menos católico por el solo hecho de militar en partidos políticos llamados o no llamados liberales, si bien este nombre repugna justamente a muchos, y mejor sería no emplearlo. Combatir «sistemáticamente» a hombres y partidos por el solo hecho de llamarse liberales, no sería justo ni oportuno; combátanse los actos y las doctrinas reprobables, cuando se producen, sea cual fuere el partido a que estén afiliados los que ponen tales actos o sostienen tales doctrinas.

3. Lo bueno y lo honesto que hagan, digan y sostengan los afiliados a cualquier partido y las personas que ejerzan autoridad puede y debe ser aprobado y apoyado por todos los que se precian de buenos católicos y buenos ciudadanos, no solamente en privado, sino en las Cortes, en las Diputaciones, en los Municipios y en todo el orden social. La abstención y oposición a priori están reñidas con el amor que debemos a la Religión y a la Patria.

4. En todos los casos prácticos en que el bien común lo exija, conviene sacrificar en aras de la Religión y de la Patria las opiniones privadas y las divisiones de partido, salvo la existencia de los mismos partidos, cuya disolución a nadie se le puede exigir.

5. No exigir de nadie como obligación de conciencia la afiliación a un partido político determinado con exclusión de otro, ni pretender que nadie renuncie a sus aficiones políticas honestas como deber ineludible; pues en el campo meramente político puede lícitamente haber diferentes pareceres, tanto respecto del origen inmediato del poder público civil, como del ejercicio del mismo y de las diferentes formas externas de que se revista.

6. No sería justo ser de tal manera inexorables por los menores deslices políticos de los hombres afiliados a los partidos llamados liberales que por tendencia y por actitud política sean ordinariamente más respetuosos con la Iglesia que la generalidad de los hombres políticos de otros partidos, que se creyera obra buena atacarles sistemáticamente, presentándoles como a los peores enemigos de la Religión y de la Patria, como a «imitadores de Lucifer», etc., pues semejantes calificativos convienen al «liberalismo doctrinario» y a sus hombres en cuanto sean sostenedores contumaces y habituales de errores y doctrinas contrarios a los derechos de Dios y de la Iglesia, abusando del nombre de católicos en sus mismas aberraciones, y no a los que quieren ser verdaderos católicos, por más que en las esferas del Gobierno o en su acción política falten en algún caso práctico, por ignorancia o por debilidad, a lo que deben a su Religión o a su Patria. Combátanse con prudencia y discreción estos deslices, nótense estas debilidades que tantos males suelen causar; pero en todo lo bueno y honesto que hagan déseles apoyo y oportuna cooperación, exigiendo a su vez por ella cuantos bienes se puedan hic et nunc alcanzar en beneficio de la Religión y de la Patria.

7. Estar siempre prontos para unirse con todos los buenos, sea cual fuera su filiación política, en todos los casos prácticos que los intereses de la Religión y de la Patria exijan una acción común. Esta unión no es unión de fe y de doctrina, pues en tales cosas todo católico debe estar unido con los demás católicos, y todos ellos sujetos y obedientes a la Iglesia y a sus enseñanzas; esta unión, por su naturaleza, no es una asociación católica, ni una cofradía, ni una academia, es una «acción práctica» no constante y permanente o per modum habitus, sino de circunstancias y necesidades o per modum actus.

8. En los casos prácticos, o con esta unión per modum actus o sin ella, todos debemos cooperar al bien común y a la defensa de la Religión; en las elecciones, apoyando no solamente nuestros candidatos siempre que sea posible vistas las condiciones del tiempo, región y circunstancias, sino aun a todos demás que se presenten con garantías para la Religión y la Patria, teniendo siempre a la vista el que salgan elegidas el mayor número posible de personas dignas, donde se pueda, sea cual fuere su procedencia, combinando generosamente nuestras fuerzas con las de otros partidos y de toda suerte de personas para este nobilísimo fin. Donde esto no es posible, nos uniremos con prudente gradación con todos los que voten por los menos indignos, exigiéndoles las mayores garantías posibles para promover el bien y evitar el mal. Abstenernos no conviene, ni es cosa laudable, y, salvo tal vez algún rarísimo caso de esfuerzos totalmente inútiles, se traduce por sus fatales efectos en una casi traición a la Religión y a la Patria. Este mismo sistema seguiremos en las Cortes, en las Diputaciones y en los Municipios en los demás actos de la vida pública. Nuestra política será de penetración, de saneamiento, de sumar voluntades, no de restar y mermar fuerzas, vengan de donde vinieren. Cuando las circunstancias nos lleven a votar por candidatos menos dignos, o entre indignos por los menos indignos, o por enmiendas que disminuyan el efecto de las leyes, cuya exclusión no podemos lograr ni esperar, una leal y prudente explicación de nuestro voto justificará nuestra intervención. En las cosas dudosas que directa o indirectamente se refieren a asuntos religiosos, consultaremos nuestras dudas con los Prelados.

9. Sobre la censura de nuestros periódicos obedeceremos fielmente a cuanto prescribe la Encíclica Pascendi, «y si algún conflicto ocurriese, evitaremos toda publicidad y buscaremos el consuelo y remedio apelando únicamente a las autoridades eclesiásticas». 

10. Nuestros ardientes votos son que en el gobierno del Estado renazcan las grandes instituciones de la tradicional Monarquía española, que tanta gloria dio a la Religión y a la Patria, y trabajaremos para la ascensión progresiva de nuestras leyes y modos de gobierno hacia aquel grandioso ideal; «pero no dejaremos de aprovechar todo lo bueno y honesto de nuestras costumbres y legislaciones, para mejorar la condición católica y social de nuestros gobernantes», «recordando que esperar lo mejor sin aprovechar lo bueno es matar en su raíz toda esperanza del mismo ideal a que aspiramos».

11. En cuanto a la defensa de la Religión y de los intereses religiosos, «en lo referente a la sumisión a los Poderes constituidos» y a la obediencia y sumisión incondicional a nuestras Prelados, queremos en todo atenernos a las enseñanzas de la Santa Sede, principalmente de Pío IX, León XIII y Pío X, y a las disposiciones del glorioso Episcopado español”.

Fuente original: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=1c3d2a4f-31cd-48c2-a7c4-b85b0c774206

 


Texto de 1911, mandado a publicar por la Santa Sede y el Arzobispo de Toledo al periódico «El Siglo Futuro» y transcripción

Fuente: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=e6d17a95-9117-43ad-830c-82b4b74bc9f2

Transcripción (P. Javier Olivera Ravasi, SE)

DOCUMENTO IMPORTANTE

Normas para los católicos españoles

Del Boletín Oficial del Arzobispado de Toledo.

Secretaría de Estado de Su Santidad

Cardenal Merry del Val

Señor Cardenal Aguirre y Garoía, Arzobispo de Toledo.

Eminentísimo y reverendísimo señor mío muy venerado:

Bien conocidas son de vuestra Eminencia las profundas disensiones que, sobre todo en estos últimos tiempos, se han declarado en España, con sumo perjuicio de la causa de Dios y de la Iglesia, entre muchos católicos cuya rectitud y sincera adhesión a la Religión y a la Patria no podrían, sin embargo, ponerse en duda; disensiones procedentes en gran parte de conceptos inexactos y de falsas interpretaciones atribuidas a las reglas directivas dadas ya de antes por la Santa Sede. A fin de atajar tan grave inconveniente, y para responder a las consultas que de varias partes se han sometido a la misma Santa Sede, Su Santidad me ha ordenado que comunique a Vuestra Eminencia las siguientes Normas que todos los católicos de España deberán observar fielmente:

1a. Debe mantenerse como principio cierto que en España se puede siempre sostener, como de hecho sostienen muchos nobilísimamente, la tesis católica y con ella el restablecimiento de la unidad religiosa. Es deber además de todo católico el combatir todos los errores reprobados por la Santa Sede, especialmente los comprendidos en el Syllabus y las libertades de perdición proclamadas por el derecho nuevo o liberalismo, cuya aplicación al gobierno de España es ocasión de tantos males. Esta acción de reconquista religiosa debe efectuarse dentro de los límites de la legalidad, utilizando todas las armas lícitas que aquélla ponga en manos de los ciudadanos españoles.

2a. La existencia de los partidos políticos es en sí misma lícita y honesta en cuanto sus doctrinas y sus actos no se oponen a la Religión y a la moral; pero a la Iglesia no se le debe en manera alguna identificar o confundir con alguno de ellos, ni puede pretenderse que ella intervenga en los intereses y controversias de los partidos para favorecer a los unos con preferencia a los otros.

3a. A nadie es lícito acusar o combatir como católicos no verdaderos o no buenos a los que por motivo legítimo y con recto fin, sin abandonar nunca la defensa de los principios de la Iglesia, quieren pertenecer y pertenecen a los partidos políticos hasta ahora existentes en España.

4a. Para mejor cualquier idea inexacta en el uso y aplicación de la palabra «liberalismo», téngase siempre presente la doctrina de León XIII en la Encíclica Libertas, del 20 de Junio de 1888, como también las importantes Instrucciones comunicadas por orden del mismo Sumo Pontífice, por el Emmo. Cardenal Rampolla, Secretario de Estado, al Arzobispo de Bogotá y a los otros Obispos de Colombia en la Carta Plures e Colombiae del 6 de Abril de 1900, donde entre las demás cosas se lee: ‘En esta materia se ha de tener a la vista lo que la Suprema Congregación del Santo Oficio hizo saber a los Obispos del Canadá el día 20 de Agosto de 1877, a saber: que la Iglesia al condenar el liberalismo no ha intentado condenar todos y cada uno de los partidos políticos que por ventura se llaman liberales. Esto mismo se declaró también en carta que por orden del Pontífice dirigí yo al Obispo de Salamanca el 17 de Febrero de 1891; pero añadiendo estas condiciones, a saber: que los católicos que se llaman liberales, en primer lugar acepten sinceramente todos los capítulos doctrinales enseñados por la Iglesia y estén prontos a recibir los que en adelante ella misma enseñare; además, ninguna cosa se propongan que explícita o implícitamente haya sido condenada por la Iglesia; finalmente, siempre que las circunstancias lo exigieren, no rehúsen, como es razón, expresar abiertamente su modo de sentir conforme en todo con las doctrinas de la Iglesia. Decíase además en la misma carta que era de desear el que los católicos escogiesen y tomasen otra denominación con que apellidar sus propios partidos, no fuera que, adoptando la de liberales, diesen a los fieles ocasión de equívoco o de extrañeza: por lo demás, que no era lícito notar con censura teológica y mucho menos tachar de herético al liberalismo, cuando se le atribuye sentido diferente del fijado por la Iglesia al condenarlo, mientras que la misma Iglesia no manifieste otra cosa’».

5a. Lo bueno y honesto que hacen, dicen y sostienen las personas pertenecientes a un partido político, cualquiera que éste sea, puede y debe ser aprobado y apoyado por cuantos se precian de buenos católicos y buenos ciudadanos, no solamente en privado, sino también en las Cámaras, en las Diputaciones, en los

Municipios y en toda la vida social. La abstención y oposición a priori son inconciliables con el amor a la Religión y a la Patria.

6a. En todos los casos prácticos en que el bien común lo exija, conviene sacrificar las opiniones privadas y las divisiones de partido por los intereses supremos de la Religión y de la Patria, salva la existencia de los partidos mismos, cuya disolución por nadie se ha de pretender.

7a. No se puede exigir de nadie como obligación de conciencia la adhesión a un partido político determinado con exclusión de otros, ni pretender que esté alguien obligado a renunciar a las propias honestas convicciones políticas, ya que en el campo meramente político se pueden tener lícitamente diversas opiniones, tanto sobre el origen inmediato del poder civil, como acerca de su ejercicio y de las varias formas de gobierno.

8a. Los que entran a formar parte de un partido político cualquiera deben conservar siempre íntegra su libertad de acción y de voto para negarse a cooperar de cualquier manera a leyes o disposiciones contrarias a los derechos de Dios y de la Iglesia: antes bien están obligados a hacer en toda ocasión oportuna cuanto de ellos dependa para sostener positivamente los derechos sobredichos. Exigir de los afiliados a un partido una subordinación incondicional a la dirección de sus jefes, aun en el caso de ser opuesta a la justicia, a los intereses religiosos o a las enseñanzas y reclamaciones de la Santa Sede y del Episcopado, sería una pretensión inmoral que no puede suponerse en los que dirigen esos mismos partidos, sin hacer ultraje a su rectitud y a sus sentimientos cristianos.

9a. Para defender la Religión y los derechos de la Iglesia en España contra los ataques crecientes que frecuentemente se fraguan invocando el «liberalismo», es lícito a los católicos organizarse en las diversas regiones fuera de los partidos políticos hasta ahora existentes, e invocar la cooperación de todos los católicos indistintamente, dentro o fuera de tales partidos, con tal que dicha organización no tenga carácter anti-dinástico, ni pretenda negar la cualidad de católicos a los que prefieren abstenerse de tener parte en ella.

10a. Habiendo demostrado la experiencia cuánta dificultad hay siempre en obtener uniones habituales entre los católicos de España, es necesario e indispensable que el acuerdo se haga a lo menos per modum actus transeuntis, siempre que los intereses de la Religión y de la Patria exijan una acción común, especialmente

ante cualquier amenaza de atentado en daño de la Iglesia. Adherirse prontamente a tal unión o acción práctica común es deber imprescindible de todo católico, sea cual fuere el partido político a que pertenece.

11a. En las elecciones todos los buenos católicos están obligados a apoyar no sólo a sus propios candidatos, cuando las circunstancias permitan presentarlos, sino también, cuando esto no sea oportuno, a todos los que ofrezcan garantías para el bien de la Religión y de la Patria, a fin de que salga elegido el mayor número posible de personas dignas. Cooperar con la propia conducta o con la propia abstención a la ruina del orden social, con la esperanza de que nazca de tal catástrofe una condición de cosas mejor, sería actitud reprobable que, por sus fatales efectos, se reduciría casi a traición para con la Religión y con la Patria.

12a. No merecen reprensión los que declaran ser su ardiente deseo el que en el gobierno del Estado vayan renaciendo, según las leyes de la prudencia y las necesidades de la Patria, las grandes instituciones y tradiciones religioso-sociales que hicieron tan gloriosa en otro tiempo a la Monarquía española; y, por tanto,

trabajan para la elevación progresiva de las leyes y de las reglas de gobierno hacia aquel grande ideal; pero es necesario que a estas nobles aspiraciones junten siempre el propósito firme de aprovechar cuanto bueno y honesto hay en las costumbres y legislación vigente para mejorar eficazmente las condiciones religiosas y sociales de España.

Por voluntad del Padre Santo ruego a Vuestra Eminencia dé conocimiento de estas Normas a todos los Reverendísimos Prelados de España. Confía Su Santidad que tales reglas, no menos que todas las otras enseñanzas y direcciones de los Sumos Pontífices relativas a la acción religioso-social de nuestros tiempos serán acogidas por todos los verdaderos católicos y puestas en práctica sin reserva, absteniéndose de inútiles y perjudiciales polémicas acerca de las mismas, y con aquel espíritu de sincera y filial sumisión a las decisiones de la Santa Sede, de religiosa obediencia a los Obispos y de mutua caridad fraterna, que es el único que puede asegurar el triunfo de los ideales cristianos contra los enemigos de la Iglesia y de la Patria en la nobilísima nación española.

Le beso en tanto humildemente las manos, y con los sentimientos de la más profunda veneración me repito de Vuestra Eminencia humildísimo seguro verdadero servidor. — R . CARD. MERRY DEL VAL».

Madrid 3 de Mayo de 1911.

Declaramos que la presente traducción es oficial.

Hay un sello.—A. Arzobispo de Filipos,

Nuncio Apostólico.

Fuente original: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=e6d17a95-9117-43ad-830c-82b4b74bc9f2


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13 comentarios sobre “Normas prácticas frente al liberalismo: San Pío X y los «integristas» españoles

  • el octubre 25, 2023 a las 11:29 am
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    El mayor problema actual es que te quieran convencer de no votar por alguien nuevo que parece que es católico de verdad y que en cambio votes por la «oposición de siempre» que no coincide con ningún valor cristiano, pero para que no dividas el voto y no gane el «más malo de los malos». Será que con mi voto a alguien bueno estaría traicionando mi deber o más bien que habiendo opción buena y votando por alguien «menos malo» entonces si estoy traicionando mi deber?

  • el octubre 25, 2023 a las 4:18 pm
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    Están desesperados por justificar su adhesión a Milei, pero ni por asomo lo citado puedo aplicarse al caso argentino de «La libertad Avanza». Hasta los propios liberales a los que se refería el cardenal Merry del Val se escandalizarían con las ideas que pregonan Milei y cia.
    ¿O acaso las ideas de ese lunático respecto a la Doctrina Social de la Iglesia se pueden tolerar?
    Tal es la desesperación del pragmatista católico de hoy en día, que están dispuestos a confiar en un liberal, sinarquista, profesor de sexo tántrico, materialista, sionista, etc.
    Todo con la excusa de que está en contra del aborto y del ESI.
    ¿No escucharon que está a favor de la donación de órganos? (De la venta incluso) Para que haya donación de órganos también se tiene que cometer un homicidio, basta leer la Ley de Ablación de órganos para ver que el concepto de muerte que considera es muy distinto al concepto cristiano de la misma (y al concepto natural por consiguiente). Y eso por no mencionar que está a favor de la eutanasia.
    Y con respecto al ESI, lamento informarles que no está para nada en contra. Lo único que a este liberalote materialista le interesa es que no se utilicen fondos públicos para sostener tales campañas. Pero en la medida que los fondos sean privados, cada uno puede hacer de sus orificios un florero, no les importa. Es la misma doctrina de Laje y Márquez. La contrarevolución políticamente correcta.
    En fin, yo lo intentaron con Macri y el muy maldito fue un eslabón clave en la aprobación del aborto. Sigan dándole todas las vueltas que quieran pero lo cierto es que Milei es un mamarracho impresentable.

  • el octubre 25, 2023 a las 9:05 pm
    Permalink

    Solamente quiero dejar esto….por si alguien tiene interés de leer…
    #LaCasta, entre otras varias cosillas….. para un «libertario de ley»:
    ….(….)….»la casta sacerdotal era particularmente
    poderosa entre los servidores intelectuales del Estado, cimentando la poderosa y terrible alianza del jefe guerrero y el hechicero,
    del Trono y el Altar»….(…)…[ https://www.mises.org.es/wp-content/uploads/2012/11/El-Manifiesto-Libertario.pdf ]

  • el octubre 26, 2023 a las 2:37 am
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    Gracias por la transcripción, Padre.

  • el octubre 26, 2023 a las 10:27 am
    Permalink

    Se le debe haber pasado mi comentario anterior, qué lástima.
    Se ve que sólo se publican los comentarios de adulación al «León».
    Son impresentables

  • el octubre 26, 2023 a las 11:22 am
    Permalink

    Padre, ¿Cuándo invitas a Monedero Juan Carlos a debatir sobre si es bueno o no votar a Milei?

      • el octubre 27, 2023 a las 11:10 pm
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        En tu canal no se debate, solo nos nos la contás vos. Jaja.

        • el octubre 28, 2023 a las 7:37 am
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          Exacto. Pero es libre: no tiene por qué ud. hacer penitencia entrando aquí. Podemos prescindir de su presencia. Bendiciones. PJOR

        • el octubre 28, 2023 a las 5:52 pm
          Permalink

          Pero cada visitante, como usted y un servidor, podemos opinar y expresar la opinión de modo civilizado, dentro de unos límites.

          Y eso es una especie de debate.

          Referente al sr. Monedero, no veo que tenga la altura intelectual ni los conocimientos de economía para que (¿debata?) diga si es bueno o no votar a Milei

          (además lo que él recomiende tiene poco riesgo, ya que no va a sufrir las decisiones de uno o de otro; el es un funcionario español (profesor de Universidad ); una sinecura de las buenas de antes. Sólo valen las apuestas cuando hay un riesgo cierto de perder la bolsa; lo contrario son tópicos más o menos abstractos sin interés)

          El caso, como yo lo entiendo es:

          El pais tiene una serie de problemas gravísimos, de los que la inflación «a la Argentina» es con mucho el más importante.

          Enumera los problemas según la importancia y ve qué soluciones POSIBLES y REALES cada candidato ofrece. Luego discútanse su viabilidad con sus pros y sus contras y vote en consecuencia. Un católico debería guiarse de su fe (solo guiarse) del mismo modo que un musulmán o un judío de las suyas.

          No veo qué tiene que decir aquí el sr. Monedero.

          Ps: el problema que yo veo a Milei es que él tiene la religión «libertaria»; y eso es un problema muy gordo, porque las religiones son y deben ser religiones, pero las ideas políticas son otra cosa que, en un gobernante deben sólo inspirar el pragmatismo con que intente cumplir sus promesas electorales. Especialmente este caso, porque no hay ninguna experiencia similar en el mundo que pueda INSPIRAR, que no copiar, la manera de sacar a la Argentina de la ratonera en que está metida.

          (una posible «INSPIRACIÓN» pueden ser la de Ludwig Erhard y la de Wilhelm Röpke , padres del «milagro económico alemán»; éste último con una visión muy parecida a la de la doctrina social de la Iglesia )

      • el noviembre 3, 2023 a las 5:12 pm
        Permalink

        Qué lío! Creo que estamos muy desorientados.

    • el octubre 31, 2023 a las 11:26 am
      Permalink

      La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía (UDEF) ha comenzado a registrar la sede de tapadera chavista investigada por desviar fondos a Juan Carlos Monedero que finalmente irían a parar a las arcas de Podemos. Se trata de la empresa venezolana Viu Europa SL, sociedad investigada bajo secreto de sumario en la Audiencia Nacional por blanqueo de capitales, tras detectar pagos presuntamente irregulares al ideólogo de Podemos…

      En concreto, «las mercantiles Viu Europa SL y Viu Comunicaciones C.A. desviaron entre un 10% al 20% de los fondos procedentes de la narcodictadura venezolana para financiar a Podemos en España», según los datos que se incluyen en la causa. En total, la tapadera chavista que financió a Podemos cobró 6,6 millones de euros de la petrolera controlada por Nicolás Maduro. Al final, las mentiras tienen las patas muy cortas y Juan Carlos Monedero tiene las manos muy largas.

      «La Audiencia Nacional indaga en 92 cuentas corrientes bancarias de Monedero y en una red “triangular” para blanquear capitales y falsedad documental»

      Monedero tiene otras causas abiertas, como el caso Neurona.

      Ese es el pájaro de Monedero, el «debatidor».

  • Pingback:Democracia y liberalismo. Dos cartas entre amigos: Dr. Mario Caponnetto y P. Javier Olivera Ravasi

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