3 comentarios sobre “Sobre el número real de los «desaparecidos» en la Argentina

  • el marzo 24, 2018 a las 12:37 pm
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    Pense que solo este perfil trataba temas cristianos

    • el marzo 24, 2018 a las 2:54 pm
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      Tiene ud. razón, es justamente por eso que lo publicamos. Si mal no recuerdo, fue Cristo, el fundador del cristianismo, quien dijo «la Verdad os hará libres» (Jn 8,32), de allí que pongamos este vídeo que desenmascara una mentira y nos hace mejores cristianos. Dios lo guarde. PJOR

  • el marzo 27, 2018 a las 12:57 am
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    El número de este Gobierno es de 6348 «detenidos desaparecidos». Desde luego, no es creíble, sencillamente por que no es posible: ¿nadie murió en combate, en enfrentamientos con la policía o el ejército; nadie fue ejecutado por los Montoneros o el ERP, como afirmaran ellos mismos en sus publicaciones periódicas…?
    ¿Qué disparate es éste…? Ahora lo veremos.
    Por eso tampoco le creo a Ceferino Reato, que a mi modesto entender, lo que intenta es defender una situación de empate moral, imposible de aceptar desde la perspectiva de la verdad.
    Admitido que en ciertos momentos se generalizó el uso de ciertos procedimientos ilegales e inmorales para combatir la guerrilla, no es posible admitir que TODOS los casos fueron así, pues los que lustramos algunas canas, recordamos haber presenciado floridos tiroteos con algunos muertos -posiblemente de ambos bandos- que no eran «desapariciones forzadas»; a lo sumo, sustracción de un cadáver. Ya cadáver… ¿se entiende?
    O sea, seguimos en el terreno de las verdades a medias, que es lo mismo que una falsedad. La verdad es ésta, si tiene paciencia para leerla:

    1) La Argentina, como otras naciones del planeta, sufrió en los años ’70 una brutal agresión armada de fuerzas de orientación marxista-troskista, desencadenadas aquí en toda su furia con el advenimiento del peronismo en mayo de 1973. Estas fuerzas mostraron en todas partes una similitud operativa y táctica alarmante con los movimientos de «resistencia» antialemana que se dieron en Europa durante la Segunda Guerra. Ninguno de estos movimientos de disolvió después de la derrota alemana. Todos ellos fueron fomentados por los servicios secretos ingleses y norteamericanos, como es notorio. Este hecho fue advertido por algunos pocos analistas en Estrategia en aquellos tiempos.
    2) Habiendo atacado al gobierno del presidente Juan Perón, cuya figura supuestamente alegaban defender, declaró éste que «a esos psicopátas los exterminaría uno a uno, para bien de la República». Textualmente. Es el radiograma al Ejército del 21 de febrero de 1974. Con poco espacio de tiempo, les advirtió a los diputados montoneros que perseguiría a estos individuos dentro o fuera de la ley. Y así dió comienzo a su original «plan de operaciones» contra la guerrilla.
    3) En 1975 el ERP establece un «foco» en el monte tucumano, que la presidente de entonces, viuda de Perón, ordena a las FF.AA. aniquilar en febrero de 1975. Por entonces, la doctrina de Perón de «eliminar uno a uno» a estos psicópatas era llevada a cabo ampliamente por gente próxima al Gobierno, mientras las organizaciones terroristas operaban en todo el país poniendo bombas y cometiendo asesinatos, además de intentar copamientos de instituciones gubernamentales donde quedaba el tendal de decenas de muertos, como los episodios del RI29 de Formosa o el Arsenal de Monte Chingolo.
    4) En septiembre de 1975, el Gobierno ordena generalizar las operaciones de las FF.AA. a todo el territorio nacional, poniendo como término estratégico la «aniquilación» de la guerrilla, sin especificar los medios tácticos para lograrlo. El Ejército recurre a la «doctrina Perón» de febrero de 1974. A fin de 1975 el ERP abandona, por inútil y mortal, el «foquismo» inventado por el Che Guevara y que había llevado a efecto en Tucumán.
    5) Sin que medie ninguna una modificación substancial en la metodología establecida por los beligerantes en esta guerra revolucionaria -atentados y asesinatos por un lado, secuestros por la otra, a veces combates callejeros- el gobierno cambia de manos el 24 de marzo de 1976.
    6) Hacia fines de 1977 y mediados de 1978 la lucha contrarrevolucionaria ha cesado casi completamente; muchos ex guerrilleros son liberados paulatinamente de su cautiverio. Ningún policía, empresario, escritor o militar asesinado es resucitado, por cierto, ni el dinero robado o extorsionado, devuelto.
    7) La fallida Guerra de Malvinas abre una gigantesca compuerta que derrama toda la saña marxisto-liberal sobre la Argentina y, desde luego, sobre sus Fuerzas Armadas, que osaron abofetear las dos caras del Imperio del mal: la subversión armada y la corona inglesa. Ciertamente, se podría defender la tesis que ambas cosas las hicieron bastante mal.
    8) En este contexto se comienza a hablar de los «desaparecidos» o «secuestrados» mucho antes del supuesto «retorno de la democracia», es decir, de la entrega del gobierno a las autoridades de ocupación, como corresponde a un país derrotado. Inclusive un ilustre visitante habla de «secuestros» en el multitudinario acto llevado a cabo en la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires. O sea, la guerra psicológica está en marcha.
    9) En 1983 asume Raúl Ricardo Alfonsín y ordena procesar a las Juntas Militares y a la cúpula de las organizaciones guerrilleras, violando una disposición constitucional que veda al Poder Ejecutivo levantar causas penales. Las Juntas son procesadas, juzgadas y condenadas, con sentencias que, unánimemente, admite la existencia de la «guerra interna» que debió librarse aquí. Los jerarcas de las organizaciones gozan, desde entonces y hasta ahora, de una sospechosa inmunidad nacional e internacional, de modo que jamás han sido procesados en ningún sitio por ninguna causa. Por cierto: las investigaciones deben detenerse en su retroacción en el 24 de marzo de 1976.
    10) El presidente Menem dispone algunas medidas tendientes, afirma, a superar los traumas de aquella guerra; simultáneamente, firma los acuerdos de rendición incondicional con Gran Bretaña llamados «Acuerdos de Madrid». Asímismo, procede a desguazar las fuerzas armadas argentinas por medio de actos vergonzosos, negociaciones incompatibles con las tradicionales alianzas argentinas y recortes presupuestarios. Su ministro Cavallo, quien ha sido el artífice de los Acuerdos de Madrid como canciller, asume como ministro de economía y profundiza la desarticulación de las FF.AA.
    11) Gran cantidad sobre todo de ex montoneros, combatientes o no, pero también ex erpianos, «militan» en política y aspiran a cargos electorales o se desempeñan en la función pública; sin pena ni gloria en todos los casos, pero sí con jugosas jubilaciones. Se comienza a hablar en alta voz de «indemnizaciones» para las «víctimas de la represión».
    12) Continúa en éste y los dos gobiernos siguientes la persecución política contra las Fuerzas Armadas y las instituciones básicas de la Nación; hay indultos, leyes de punto final y de obediencia debida, pero la algarabía sigue adelante y cada vez menos se distingue entre la guerra justa y los excesos de la guerra, hasta hacer desaparecer toda diferencia. Se comienza la parte más dura de la campaña por el aborto.
    13) Mediante una maniobra doblemente inconstitucional que supone un golpe de estado destinado a usurpar el gobierno, asume la presidencia Néstor Kírchner. Las leyes de obediencia debida y punto final son inconstitucionalmente «anuladas» por postulación de una diputada, probable agente de la CIA, y se da recomienzo a los procesos llamados histriónicamente «judiciales» contra antiguos miembros de las Fuerzas Armadas; es notoria la violación de los principios jurídicos de legalidad, irretroactividad de las leyes, prescripción y del juez natural que es preciso realizar para poder llevar adelante estos «juicios». Es aún más notoria la falsedad de los «testigos» y la parcialidad de los «jueces». Éstos últimos, por su lado, coalíganse reservadamente para generar solamente sentencias de condena, asociación que será publicada años más tarde.
    14) En 2015 cae el Gobierno sobre la presunción no declarada de llegar el nuevo, ganador de las elecciones, para terminar con los abusos de la tiranía familiar de los Kísner. Sin embargo, continúa con la política eufemísticamente llamada «de los derechos humanos», es decir, la violación sistemática de las reglas jurídicas y procesales mínimas con el propósito de emascular las Fuerzas Armadas. Por contraposición, las «autoridades» judiciales, ampliamente vinculadas ideológica o económicamente a las antiguas organizaciones guerrilleras y a los partidos políticos que las acunaran, ejercen una política de violenta represión de las víctimas del delito común, al que se da el pintoresco nombre de «garantismo».
    Estas posiciones falsificadas y de huero contenido, el «garantismo» y la política de «derechos humanos», van ganado lentamente el lenguaje de la población iletrada, que no alcanza a ver en ello una verdadera política de destrucción nacional lanzada desde las mismas centrales que han gestionado en su día la agresión armada contra la Argentina, así como las corrientes divorcistas, indigenistas, feministas, homosexualistas y abortistas. Un somero examen permite reconcer esta simplícima ligazón.
    15) Así pues, la Guerra Revolucionaria está hoy en este estado: Las campañas militares las ha perdido casi todas, o no se han podido obtener triunfos determinantes sobre la Argentina. A sus Fuerzas Armadas, por medios de diferente origen, se les ha impuesto un método de combate contra la agresión armada rayano en el delito, o delictual en muchísimos casos, ejerciéndose así el sistema satánico de tentar para lograr la caída y después poder acusar. Método simple y efectivísimo, sobre todo si se tiene en consideración la rudeza mental e ignorancia histórica y estratégica de los militares locales, tal como prueba la Guerra de Malvinas y otras operaciones carentes del más mínimo sentido estratégico.
    Los siguientes pasos, esto es el divorcio -meta alcanzada- la destrucción del matrimonio y la homosexualidad, el adulterio consecutivo, el antinatalismo, el feminismo y el aborto, vendrán a coronar la lucha subversiva comenzada por los dichos «estúpidos imberbes» combatientes armados a mediados de los años ’60 y lanzada con toda su violencia en los ’70.
    En esta lucha se encuentra hoy la Nación Argentina al día de hoy sin tener disponibles jefes, sin guías espirituales, sin jerarquía religiosa, sin intelectuales -con algunas honrosísimas excepciones- sin estrategas, sin defensores…
    O sea, como se dice habitualmente: «A la buena de Dios…»
    No nos ha ido mal del todo. Pero convendría no abusar.
    L. b-C.

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