«El Conde de Chanteleine», por Cosme María Beccar Varela

La «Cooperativa de Libros Dormidos» desenterró del olvido y editó el libro de Julio Verne «El Conde de Chanteleine» ambientado en la época de la reacción católico-monárquica de las provincias del Oeste, bajo la Revolución Francesa.

Por formación intelectual Julio Verne no se distingue mucho del liberalismo reinante durante el S. XIX. Sin embargo en sus novelas deja muy bien parada a la religión católica y a su clero, así como a los nobles de cuna y de carácter, algo poco común en los novelistas de ese siglo, que suelen mostrar al clero como decadente y a los nobles como egoístas y rapaces.

Esta habitual simpatía por el clero y la nobleza es un rasgo que no hace de Julio Verne un autor contra-revolucionario, pero ciertamente alguien muy agradable de leer para los que estamos hartos del pensamiento único. Los personajes son claros y netos: los malos están llenos de perfidia y resentimiento de clase, los buenos son valientes y generosos con sus subordinados.

Podemos conjeturar que esta actitud de Julio Verne, quizás inconsciente, se debe a que él mismo es oriundo de la región que fue más perseguida por la Revolución Francesa, y que en la ciudad de Nantes adonde él nació, la persecución fue especialmente despiadada, con los famosos ahogamientos en masa («les noyades de Nantes»).

La lectura del Conde de Chanteleine recuerda otra novela del mismo autor, «Familia Sin Nombre», adonde entre los personajes principales también hay un noble (el Señor de Vaudreuil) y un sacerdote (el Padre Joann) unidos en la rebelión armada contra los «malos», que en ese libro son los ingleses que ocupaban Canadá.

Del lado negativo hay algunos pasajes adonde los católicos aparecen como supersticiosos y fanáticos, otro mito en boga durante el Siglo XIX. Pero en su conjunto el libro es excelente. La lectura es amena y cautivante, con ese estilo inconfundible de Julio Verne, con sus típicos golpes de efecto y suspenso. Y, como no podía faltar, hay un romance amoroso.

Según Wikipedia el libro se inspira en un personaje real llamado Pedro Lucas de la Championnière, que fue lugarteniente de Charette en las guerras de la Vendée, y cuyos hijos eran conocidos de Julio Verne. De ellos habría recogido relatos bastante directos de los acontecimientos. 

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Resumen

El «Conde de Chanteleine» es un noble de Bretaña «que abandonó su casa y sus estados para unirse al ejército católico» en la Vendée, es decir, cruzando el río Loire hacia el Sur.

La historia comienza después de la batalla de Cholet, en que los católicos fueron derrotados y se ven obligados a cruzar el río Loire hacia el norte. Ese cruce para la mayoría significaba alejarse de sus casas, pero para Chanteleine era acercarse a Bretaña. Ocurre la batalla de Laval, adonde los católicos al mando de La Rochejacqueleine por última vez consiguen derrotar a los revolucionarios, pero no puede evitar la desbandada, algunos queriendo cruzar otra vez el río para volver a la Vendée y otros yendo por la margen derecha hacia Nantes.

A medida que se acercan a Nantes, Chanteleine y su grupo sufren varias peripecias, intentan reunir a los dispersos para resistir, los vuelven a derrotar, pasan de largo Nantes y se internan en Bretaña hasta que Chanteleine se queda sólo con su fiel servidor Kernan «un campesino que llevaba… un rosario de cuentas gordas… su rostro era varonil, enérgico… los pies metidos en unos gruesos zuecos de madera… desde la más tierna infancia amo y criado habían vivido juntos..». Chanteleine y Kernan se embarcan en un pequeño velero y gracias a la pericia típica de los bretones consiguen rodear la rocosa y tormentosa costa de Bretaña y llegar hasta las tierras del conde.

Ahí se enteran que los revolucionarios habían atacado, quemado y destruido el castillo de Chanteleine. El ataque había sido dirigido por un ex-empleado del conde llamado Karval, a quien el conde había descubierto robando, pero en lugar de mandarlo a la cárcel lo había perdonado y despedido. Al desatarse la Revolución Francesa Karval se convirtió «en uno de aquellos agentes feroces y sanguinarios del Comité de Salut Publique».  Gran desilusión había tenido Karval cuando vio que el Conde no estaba en el castillo, pero se había llevado a su mujer, a su hija María y al párroco para ser guillotinados en Quimper, capital de Finisterre, en el extremo de la península de Bretaña.

Después de apresar al párroco, los revolucionarios lo habían reemplazado por un sacerdote juramentado. Pero en cuanto Karval y los soldados se fueron, los del pueblo se habían sublevado y lo habían obligado a refugiarse en unas rocas cerca de la costa, adonde lo estaban dejando morir de hambre. Cuando el Conde y Kernan llegaron, ya habían decidido cruzar hasta las rocas para matar al juramentado. Kernan cruza con ellos y con el pretexto de ahogarlo lo tira al mar, se esconde en las rocas, nada hasta él, lo salva y le dice que nunca más vuelva por ahí.  

Mientras tanto la Condesa y su hija estaban en la cárcel, esperando la guillotina. En la misma cárcel había otra joven noble, la Señorita de Trégolan. Su hermano, que estaba estudiando en París, al enterarse de la condena de su hermana, fue a pedir un indulto a un miembro del Comité de Salut Publique que era un poco menos sanguinario que los demás. Con el indulto galopó a toda velocidad hasta Bretaña, pero llegó a la plaza de Quimper cuando ya le habían cortado la cabeza a la Condesa de Chanteleine, al párroco y a la Señorita de Trégolan. La siguiente era María de Chanteleine, a quien Trégolan no conocía. Pero horrorizado por el crimen que se iba a cometer, decidió salvarla. Dijo que era su hermana, exhibió el indulto y se la llevó.

El conde de Chanteleine y Kernan llegaron a Quimper cuando las ejecuciones habían terminado. Sin saber la sustitución de su hija, el conde exclamó «¡Ya no tengo esposa! ¡Ya no tengo hija! Sólo me resta morir, y moriré defendiendo nuestra santa causa!». Cuando cae la noche va al cementerio a rezar ante las tumbas y allí encuentra al caballero de Trégolan. Él le explica que la enterrada es la Señorita de Trégolan, no María de Chanteleine, que está a salvo.

Ya viudo, el conde decide hacerse sacerdote. «Sus primeras tendencias se inclinaron, desde la infancia, hacia la carrera eclesiástica, y pasó dos años de su juventud en el seminario de Rennes; pero aunque mostraba gran afición por los estudios teológicos, la necesidad de contraer matrimonio como primogénito de la familia le hizo seguir distinto estado.»

Chanteleine deja a su hija a cargo de Kernan y del caballero de Trégolan y se va a buscar un Obispo no juramentado. En vista de la escasez de sacerdotes y de los estudios en el seminario el Obispo lo ordena en pocos meses, pero en secreto, porque había pena de muerte para los no juramentados. Enseguida el Conde/Sacerdote empieza a recorrer Bretaña arriesgando su vida para llevar los sacramentos a los fieles que no aceptaban la Revolución.

María y Trégolan sabían que el Conde estaba combatiendo clandestinamente por la «santa causa», pero no sabían lo del sacerdocio. Se enteran que hay en la región un cura no juramentado impartiendo los sacramentos y deciden pedirle que los case. Para eso había que dejar un mensaje cifrado en el hueco de un árbol en medio del bosque. Karval y sus secuaces descubren el hueco, se enteran que el sacerdote (al que estaban buscando) va a celebrar un matrimonio en una cueva entre las rocas de la costa y deciden tender una emboscada. Grande es la sorpresa de todos: María porque descubre que su papá es sacerdote, Karval porque finalmente puede apresar al Conde y además guillotinar de vuelta a María, a quien creía ya guillotinada.

Los revolucionarios meten al cura, los novios y todos los invitados en un barco y los llevan a guillotinar. Pero en el interín caen en París los jacobinos del Comité de Salut Publique y termina el período del Terror. La noticia llega cuando están en el cadalso haciendo fila para ser guillotinados. La gente empieza a decir «¡Basta de Sangre!» y todos salvan sus vidas, menos el miserable de Karval que muere a manos del fiel Kernan.

Dr. Cosme María Beccar Varela 

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