Historia de héroes para jóvenes: Un jefe de «fierro». El General Villegas

Por Tomás Marini

“Si entran los indios

¿Quién los pelea al salir con el arreo? ¡El coronel Villegas!

¿Cuál es la división mejor montada? ¡La del coronel Villegas!

¿Qué cuerpo es el más guapo y el mejor tenido? El del coronel Villegas”.

Sargento Acevedo.

Seguimos en la segunda mitad del siglo XIX. Pero repasemos un poco de historia y veamos cuál era el pan de cada día en esos tiempos de nuestra joven Patria. El poder pasaba de unos a otros, muchos más los malos que los buenos. Las provincias se unían un día y al siguiente se enfrentaban en sangrientas batallas, guerras civiles y revoluciones, se forjaban alianzas y se firmaban pactos de amistad que después eran fácilmente olvidados. Algunos “se vendían” y “vendían” nuestra patria al extranjero queriendo convertir esta tierra en colonia francesa o inglesa (los mismos abogaduchos, masones y unitarios de siempre, que terminarían con casi todo el poder). Otros defendían con valor lo nuestro, pero poco a poco iban perdiendo terreno. Por esa época ya teníamos una constitución, un papelito mágico que según los abogados cipayos iba a solucionar todos nuestros problemas. Básicamente seguían bastante a las trompadas como los encontró San Martín en 1812, pero aunque divididos y enfrentados, para todos ellos había un enemigo común: el salvaje, el infiel, el indio.[1]

Dueño y señor de las pampas, el indio invadía en malones las tierras civilizadas, quemando los campos, asesinando a los hombres, robando la hacienda y secuestrando a las mujeres para luego de llevarlas a sus tolderías, esclavizarlas. El gobierno había levantado entre estos dos mundos una línea de fuertes en un intento de parar los malones. Uno de ellos era el fuerte Trenque Lauquen, defendido por el 3° de caballería de línea, comandado por el coronel Conrado “el toro” Villegas. El Tres de “Fierro” le decían. Sus hombres montaban en 600 caballos blancos[2] plateados, bayos claros y tordillos blancos, elegidos personalmente por el comandante y con los que combatiría en varias campañas contra el indio.[3] En el 3° podía faltar de todo, la paga, abrigo y alimento para los soldados, pero “los blancos de Villegas” siempre tenían una manta en las noches frías y forraje para alimentarse. ¡Si hubieran visto qué regimiento era el 3° de caballería!… ¡y qué julepe le tenían los indios!

Cuenta un sucedido que estaba el coronel Villegas marchando por la frontera hacia Desobedientes, un pueblito de por esos pagos, acompañado de dieciocho lanceros, su escolta personal, que no llevaba armas de fuego porque como decía siempre Villegas cuando alguien lo trataba de temerario: “Mi escolta es de lanceros y de lanceros ha de ser”. Asique nada mas que lanza y sable para sus hombres. ¡Si no habrán sido corajudos!

Una mañana vieron una polvareda no muy lejos. Al principio creyeron que eran avestruces, pero cuando subieron un médano, ¡la pucha! los avestruces se convertían en más de cien indios pampas bien montados, ¡y los tenían casi encima!

El coronel mandó hacer alto:

—¡A la izquierda en orden de batalla! —ordenó para sorpresa de sus hombres.

Habrán pensado que el coronel se había vuelto loco, ¿cómo iban a enfrentarlos si eran como cinco veces más? Era una muerte segura, pero los soldados obedecieron sin vacilar un segundo, giraron sus caballos y empuñaron sus lanzas.

Los pampas también se pararon y se tendieron en línea a unos mil metros. Entonces el coronel tendió el brazo pidiendo la lanza a uno de sus hombres y se lanzó al galope sobre los indios, espueleando a su caballo derecho hacia el enemigo.

Ya casi encima de los indios, que no podían creer que se les viniera encima un solo hombre, se clavó y plantando con fuerza la lanza en el suelo arenoso les preguntó alzando la voz:

—¡¿Quién habla cristiano?!, —que era lo mismo que preguntar quién hablaba castellano.

Se adelantó un pampa grandote que montaba un overo negro lindísimo. Estos indios eran medio brutos, pero que sabían de caballos, sabían…

Entonces el coronel gritó con todas sus fuerzas:

—¡Decile a esos trompetas que se preparen porque les voy a dar una sableada como no han llevado en su vida!

Cuando el indio tradujo, los pampas comenzaron a gritar, golpeándose el pecho e inmediatamente, agitando las chuzas, se lanzaron sobre Villegas.

El Coronel, voleando el anca, disparó hacia donde estaban sus camaradas.

Veinte indios, en la vanguardia, llevaban las temibles boleadoras. Girándolas por encima de sus cabezas, en medio de terribles alaridos, se las arrojaron, pero el coronel las atajó hábilmente con su lanza que llevaba arrastrando por detrás de las patas de su caballo, que era a donde apuntaban los indios para hacerlo caer.

Después de unos interminables segundos, llegó el coronel con el resto de sus hombres que habían observado todo boquiabiertos, los miró un momento y riéndose les dijo:

—Han visto, muchachos, apenas alcanzan para la picada. ¡Desenvainen y a la carga!

Los perseguidores se habían detenido a doscientos metros, desconfiados de tanto coraje y temiendo una emboscada desde atrás de algún médano.

Los soldados clavaron la lanza en el suelo, pelaron el corvo viejo y picando espuelas se lanzaron como un huracán detrás de los indios que, después de un momento de vacilación, dieron la vuelta y huyeron echando diablos.

¿Quién hubiera entendido esa escena? Cualquiera que la hubiese visto habría creído estar medio mamado: en medio del desierto, más de cien indios bien armados y mejor montados, huyendo espantados de solo veinte hombres. Ni volvieron la cabeza para mirar a sus perseguidores.

Después de una corta persecución el coronel mandó ponerse al trote, detenerse y envainar, y sin decir una sola palabra se puso al frente de la columna. Sus hombres, después de recuperar sus lanzas, y el aliento, lo siguieron al galope rumbo a Desobedientes.

Por Tomás Marini


VOCABULARIO:

Masones: miembros de la secta de la masonería condenada por la Iglesia, organizada en logias, de ideología racionalista y enemiga de la Fe católica.

Unitarios: grupo político de comienzos de nuestra historia independiente que se caracterizaba por su afán de novedad, admiración de la Francia de las “Luces”, y de todo lo extranjero, y menosprecio a nuestras tradiciones y religión. En Buenos Aires buscaban además la concentración de todo el poder en esa provincia, favoreciendo especialmente los intereses económicos de la ciudad y del puerto de Buenos Aires en detrimento del Interior.

Cipayos: enemigo de su propia Patria, extranjerizante. Así eran llamados los mercenarios indios que peleaban a favor de las potencias colonialistas en contra de su propio país.

Malón: El malón fue una táctica militar ofensiva empleada por los indígenas de Sudamérica, como por las etnias mapuche y charrúas en los actuales territorios de Argentina, Uruguay y Chile, que consistía en el ataque rápido y sorpresivo de una nutrida partida de guerreros a caballo contra un grupo enemigo, ya fueran otros pueblos o parcialidades indígenas, o poblaciones, fortificaciones y estancias de los criollos, con el objetivo de matar adversarios y saquear para hacerse con ganado, provisiones y prisioneros, sobre todo mujeres jóvenes y niños.

Toldería: conjunto de toldos indios, movedizo como el aduar árabe, por la propia condición nómade de quienes viven en ellos.

Bayo claro: pelaje de caballo de color blanco con ligero tinte amarillento.

Tordillo blanco: pelaje de caballo canoso o sea, formado por la mezcla de pelos blancos y negros. Si domina el negro se le llama, “tordillo negro”.

Sucedido: relato o hecho acontecido.

Pagos: vecindad, paraje.

Avestruz: ñandú, ave corredora muy veloz y de gran tamaño. Pone de 16 a 30 huevos que incuba el macho. Deja uno o dos fuera del nido para que se pudran y, una vez nacidas, las crías (los “charitos”) puedan alimentarse de las moscas y otros insectos atraídos por los huevos podridos y rotos a tal efecto.

Clavarse: parar el caballo bruscamente, en seco.

Trompeta: calificativo agraviante que se aplica al individuo botarate, falso, atrevido y mal hablado. Persona sinvergüenza.

Volear el anca: término que proviene del movimiento de los toros que se dan la vuelta rápidamente para encarar una pelea haciendo girar solo la parte trasera de su cuerpo sin mover las manos.

Corvo viejo: sable.

Echando diablos: salir corriendo a toda carrera.


[1] Las invasiones indias terminarían con la Campaña del desierto comandada por Julio Argentino Roca, entonces comandante en jefe del Ejército Nacional, bajo la presidencia de Avellaneda en 1879.

[2] “Los Blancos de Villegas infundían terror en el aduar del salvaje; y no hubo malón que se estreviese a desafiar la rapidez y aguante de aquellos fletes”. Comandante Manuel Prado.

[3] Campaña de Trenque Lauquen, 1874; Pampa Central y Rio Negro, 1879; Neuquén y Nahuel Huapí, 1880; Los Andes, 1883.

 


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7 comentarios sobre “Historia de héroes para jóvenes: Un jefe de «fierro». El General Villegas

  • el febrero 18, 2022 a las 9:55 am
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    Interesante paralelo con la realidad actual, masones traidores a la patria peleándose por el poder, alianzas y traiciones, mientras que el problema real es otro y es atendido por valientes.

    La solución para los males actuales, es la misma, debemos prescindir de los políticos y enfrentar los malones de hoy con valentía, decisión.

  • el febrero 18, 2022 a las 11:07 am
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    Recomiendo leer uno de los mejores libros sobre la increíble historia del Gral Conrado Villegas, llamado «Del Río IV al Lime Leuvú», escrito por Alberto D. H. Scunio y editado por el Círculo Militar. La gesta de Villegas y el modo en que convirtió a sus desordenados gauchos en el famoso «3 de Fierro» debiera ser estudiada en los colegios, contada por los padres a sus hijos, y admirada por todos los argentinos.

    • el febrero 20, 2022 a las 3:54 am
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      Muchas gracias por la historia! Vivo en la ciudad de Trenque Lauquen, lugar fundado por el Gral. Villegas y donde hoy descansan con su esposa sus restos, en la iglesia local. Murió joven y cuenta la historia que cuando le hicieron la autopsia le encontraron más de 30 cicatrices de lesiones recibidas por arma Blanca con motivo a sus luchas.

    • el febrero 22, 2022 a las 7:30 pm
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      Donde consigo el libro?

  • el febrero 18, 2022 a las 2:43 pm
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    Otra vez discrepo con Tomás Marini. Con el pretexto de «repasar» la época de las guerras civiles, simplifica y generaliza -dos cosas muy peligrosas en el relato de la historia-, al hablar de «los mismos abogaduchos masones y unitarios de siempre» que intentaban vender a la Patria. Supongo que se referirá a los Varela, a Del Carril, y demás instigadores del sacrificio de Dorrego, y no a los verdaderos patriotas que se jugaron -y perdieron- la vida por defender las autonomías provinciales, y por procurar la organización nacional, a la que Rosas cuerpeaba (primero con la excusa de la anarquía, y después con el bloqueo anglo-francés de 1845), y siguió cuerpeando durante siete años más después de haber aplastado la reacción unitaria, degollinas de por medio. Entiendo que el tono didáctico de sus artículos exige ciertas concesiones al simplismo y al esquema escolar de buenos y malos, pero sería mejor tratar de contar la historia con la mayor objetividad posible, sin las muletillas del apóstrofe. Los chicos no son tontos, y sabrán entenderla. Aclaro, por si hiciera falta, que soy un «más papista que el Papa», como decía Ignacio Anzoátegui, y que no defiendo a masones ni a cipayos. Reitero mi saludo cordial.

  • el febrero 22, 2022 a las 9:07 am
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    Bue… ya empezamos mal… te falta raparme y pegarme la insignia punzó con brea caliente en la cabeza como a mis antepasados.
    Dejemos ya ésa grieta de los federales y unitarios. Pensar que el país necesitaba una cabeza fuerte que lo dirija no era ser anticatólico y mucho menos menospreciar nuestra cultura. Ni hablar de querer el «detrimento del interior»!
    Quién se pegaría tiros en los pies con gusto?
    Si queremos «que no te la cuenten», no la cuenten mal tampoco.
    Muchas gracias

  • el febrero 22, 2022 a las 7:47 pm
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    Admiro al General (entonces Coronel) Villegas pero el autor de la nota dice : «Algunos “se vendían” y “vendían” nuestra patria al extranjero queriendo convertir esta tierra en colonia francesa o inglesa (los mismos abogaduchos, masones y unitarios de siempre, que terminarían con casi todo el poder)».
    En la épca de la Campaña al Desiero la dicotomía Unitarios-Federales estaba superada. Supongo usted cree que todo lo bueno estaba del lado de Rosas. ¡La Constitución es «asunto de abogados cipayos»?
    ¡Es usted historiador?
    No parece.
    Saludos.

Comentarios cerrados.

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