«La muerte no existe». El caso de la psiquiatra especialista en «la vuelta del más allá»

«Tenga ud. éxito en su muerte: anti-método para vivir», se llamaba el libro de Fabrice Hadjadj que algunos de uds. ya conocen.

Pues bien: el artículo adjunto que ahora reproducimos aquí abajo ha sido publicado, extrañamente, por el diario liberal La Nación, aquíObviamente que no afirmamos que, todo lo que allí se diga sea exactamente así, pero nos parece interesante que, en un periódico cientificista, se publique hoy en día este tipo de noticias que, al parecer, «desentonan» con el clima escéptico del mundo contemporáneo.

El texto se refiere a Elisabeth Kübler Ross (1926- 2004), psiquiatra eximia suizo-estadounidense y una de las mayores expertas mundiales acerca de la muerte, personas moribundas y cuidados paliativos.

Recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos, 25 doctorados honoríficos.

Toda su obra versa sobre el acto de morir, donde va describiendo las diferentes fases de la persona enferma según se aproxima su final.

Las ediciones en español de sus libros rondan la docena.

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Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE


“La muerte no existe”. Elisabeth Kübler-Ross, la médica que dice haber confirmado la existencia del “más allá”

Por María Nöllmann  –  27 de abril de 2022*

La doctora suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross recibió a lo largo de sus 40 años de profesión 28 títulos doctor honoris causa. Sus libros -el más conocido es el bestseller Sobre la muerte y los moribundos– han sido traducidos a más de 25 idiomas. Una parte de su reconocimiento mundial se debe a que la médica psiquiatra se dedicó durante décadas a acompañar a enfermos terminales, aplicando modernos cuidados paliativos para que afrontaran el fin de su vida con serenidad e incluso con alegría. Mientras, estudiaba sus comportamientos, a partir de los cuales desarrolló su teoría sobre las cinco etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), conocida mundialmente como el “modelo de Kübler-Ross”, hoy considerada la base teórica de los cuidados paliativos.

Pero lo que más la distinguió entre sus colegas fueron sus estudios sobre la vida después de la muerte o el “más allá”. A partir de la recopilación de miles de casos de pacientes con muerte clínica que vivieron experiencias extracorporales y luego volvieron a la vida, Kübler-Ross llegó a la conclusión de que la muerte no es más que un nuevo comienzo, y uno feliz. “El instante de la muerte es una experiencia única, bella, liberadora, que se vive sin temor y sin angustia”, ha declarado en numerosas ocasiones. A lo que también ha agregado: “La muerte es solo un paso más hacia una forma de vida en otra frecuencia”.

Muchos de sus colegas consideraban que sus estudios sobre el "más allá" manchaban su integridad científica.
Muchos de sus colegas consideraban que sus estudios sobre el «más allá» manchaban su integridad científica.

Sus investigaciones sobre el tema han trazado una línea divisoria entre sus colegas: hay quienes la critican y discuten sus hallazgos con contraargumentos racionalistas, como también quienes la admiran y la respetan como una eminencia en su especialidad, la muerte, o como ella la llamaba: “el mayor misterio para la ciencia”.

Umbral de la muerte: el primer caso que cambió su vida

Kübler-Ross se dedicaba a acompañar enfermos terminales en distintos hospitales de Estados Unidos cuando trató por primera vez a una paciente que vivó la experiencia del umbral de la muerte. Se trataba de la señora Schwartz, que llegó a un hospital local de Indiana con un estado de salud extremadamente delicado. Al poco tiempo de estar internada, dejó de tener signos vitales.

“La señora Schwartz se vio deslizarse lenta y tranquilamente fuera de su cuerpo físico y luego flotó a una cierta distancia por encima de su cama. Nos contaba, con humor, cómo desde allí miraba su cuerpo extendido, que le parecía pálido y feo. Se encontraba extrañada y sorprendida, pero no asustada ni espantada. Nos contó cómo vio llegar al equipo de reanimación y nos explicó con detalle quién llegó primero y quién último. No solo escuchó claramente cada palabra de la conversación, sino que pudo leer igualmente los pensamientos de cada uno. Tenía ganas de interpelarlos para decirles que no se dieran prisa, puesto que se encontraba bien, pero cuanto más se esforzaba en explicarles más la atendían solícitamente, hasta que comprendió que los demás no la oían. Decidió entonces detener sus esfuerzos y perdió su conciencia, como nos dijo textualmente. Fue declarada muerta cuarenta y cinco minutos después de empezar la reanimación y dio signos de vida después, viviendo todavía un año y medio más”, detalló la médica psiquiatra en una de sus conferencias sobre el tema, hoy recopiladas en el libro La muerte: un amanecer (1984).

Kübler-Ross se dedicó especialmente a los niños con enfermedades terminales, a quienes consideraba maestros
Kübler-Ross se dedicó especialmente a los niños con enfermedades terminales, a quienes consideraba maestros

Este caso representó para la psiquiatra el principio de una investigación que duraría décadas. “Nunca había oído hablar de tal experiencia de muerte aparente, aunque era doctora en medicina desde hacía tiempo. La señora Schwartz produjo un cambio en mí”, recordó Kübler Ross en la misma conferencia.

Desde entonces, la especialista y su equipo se dedicaron a reunir experiencias extracorporales de pacientes con muerte clínica que volvieron a la vida en Estados Unidos, Canadá, Australia y algunos otros países. La persona más joven tenía dos años y la mayor, 97. Recabaron casos de personas de diferentes orígenes culturales -hasta esquimales y aborígenes de Australia- así como también de diferentes creencias religiosas: hindúes, budistas, musulmanes, cristianos, e incluso también a agnósticos y ateos. “Era importante poder hacer el recuento de los casos en ámbitos religiosos y culturales tan diferentes como fuese posible, con el fin de estar bien seguros de que los resultados de nuestras investigaciones no fuesen rechazadas por falta de argumentos”, explicó años más tarde.

Cuanto más casos conocía y más profundizaba sobre el tema, más se sorprendía. “Ha habido personas que incluso nos han precisado el número de la matrícula del coche que los atropelló y continuó su ruta sin detenerse. No se puede explicar científicamente que alguien que ya no presenta ondas cerebrales pueda leer una matrícula”, ha comentado.

Elisabeth Kübler Ross con la Madre Teresa de Calcuta, con quien compartía la vocación de cuidar a las personas en sus últimos días
Elisabeth Kübler Ross con la Madre Teresa de Calcuta, con quien compartía la vocación de cuidar a las personas en sus últimos días

En varias ocasiones, tanto en notas periodísticas como en seminarios y en conferencias, Kübler-Ross ha mencionado a una paciente en particular, que sentó un precedente en sus investigaciones sobre la vida después de la muerte. “Tuvimos el caso de una niña de doce años que estuvo clínicamente muerta. Independientemente del esplendor magnífico y de la luminosidad extraordinaria que fueron descritos por la mayoría de los sobrevivientes, lo que este caso tiene de particular es que ella relató que su hermano estaba a su lado y la había abrazado con amor y ternura. Después de haber contado todo esto a su padre, ella le dijo: ‘Lo único que no comprendo de todo esto es que en realidad yo no tengo un hermano’. Su padre se puso a llorar y le contó que, en efecto, ella había tenido un hermano del que nadie le había hablado hasta ahora, que había muerto tres meses antes de su nacimiento”.

A partir de los distintos casos recopilados -todos con grandes similitudes-, Kübler-Ross llegó a la conclusión de que la muerte es casi idéntica al nacimiento, porque implica el paso a un nuevo estado de conciencia, donde las personas ven, escuchan, se ríen e, incluso, en algunos casos, bailan.

“Los ciegos pueden ver, los sordos o los mudos oyen y hablan otra vez. Una de mis enfermas, que tenía esclerosis en placas, dificultades para hablar y que solo podía desplazarse utilizando una silla de ruedas, lo primero que me dijo al volver de una experiencia en el umbral de la muerte fue: «Doctora Ross, ¡Yo podía bailar de nuevo!». Las niñas que a consecuencia de una quimioterapia han perdido el pelo, me han dicho después de una experiencia semejante: «Tenía de nuevo mis rizos’, detalló la psiquiatra.

Según Kübler Ross, a lo largo del mundo los especialistas han registrado más de 20.000 casos de experiencias del umbral de la muerte
Según Kübler Ross, a lo largo del mundo los especialistas han registrado más de 20.000 casos de experiencias del umbral de la muerte

Muchos de sus colegas la han cuestionado, argumentando que lo que ven los enfermos terminales en estas circunstancias no son más que proyecciones de deseo creadas por su inconsciente. Pero ella les respondió con más ejemplos, casos de personas ciegas que no tenían percepción luminosa desde hacía al menos diez años cuando tuvieron una experiencia extracorporal. “Estos ciegos pueden decirnos con detalle los colores y las joyas que llevaban los que los rodeaban en aquel momento, así como el detalle del dibujo de sus jerséis o corbatas. Es obvio que en estos casos no puede tratarse de visiones”, afirmó en una conferencia.

Según sus propias estadísticas, recabadas en terapias intensivas de distintas partes del mundo, del total de enfermos con paros cardíacos graves que han vuelto a la vida después de una reanimación, solamente el 10% recuerda las experiencias vividas durante el cese de sus constantes vitales.

La muerte, tres etapas

Kübler-Ross dividió la experiencia de muerte en tres etapas. La primera ocurre a nivel físico y está ligada a la consciencia normal de la persona y a su cuerpo. En ese momento, el “yo real” emerge de su cuerpo físico y se traslada al segundo nivel, el psíquico, en el que la persona está completamente alerta, atenta a todo lo que está sucediendo a su alrededor, como un observador. Luego viene la etapa final: “La persona atraviesa algo que para ella representa una transición hacia el tercer nivel, o nivel espiritual. Este símbolo puede ser un pasaje de una montaña, el río Ganges, un túnel…la percepción de cada individuo de la transición será determinada culturalmente. En cualquier rango, al final del túnel o lo que sea, usted verá una luz. Una vez que la has vislumbrado, no tendrás temor de la muerte. Cuando finalmente falleces, experimentarás la luz que te dará un inmenso sentimiento de amor y felicidad. Este nivel es el Reino de Dios y no puede ser manipulado por ningún ser humano”, sintetiza la psiquiatra.

“Nadie muere solo”

Kübler Ross aseguró hasta el día de su propia muerte, en 2004, que nadie muere solo: “Una vez que estás fuera de tu cuerpo físico, podrás ver a tus familiares y amistades que te precedieron. Los encontrarás, reconocerás y estarás rodeado por más amor del que puedas imaginarte”.

No es una opinión, dice, es una realidad. Ella misma investigó varios casos de tragedias familiares en las que un niño seriamente lastimado recobró la conciencia un tiempo largo después del accidente. “Una vez, un niño que había tenido un accidente de auto con la familia me dijo: ‘Todo está bien, mi mamá y Peter me están esperando’. Yo sabía que su madre había muerto. A Peter, su hermano, lo habían enviado a otro hospital, de quemados. Era la primera vez que un chico en esas circunstancias mencionaba a alguien que no había muerto. Pero como soy investigadora, tomé nota, aunque lo que decía contradecía mi teoría. Cuando salí de la habitación y pasé por cuidados intensivos, me informaron que tenía una llamada del hospital de quemados. Peter había fallecido hace 10 minutos”, relató la psiquiatra en Buenos Aires (1991) durante una entrevista con el diario La Capital, minutos después de su conferencia en el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Luego sumó: “En 15 años no he visto casos de niños que no nombraran personas que los hayan precedido en la muerte”.

Para ella, morir es solo “mudarse a una casa más bella”.

A los niños, Kübler-Ross les explicaba la muerte con una metáfora, la de la mariposa. “La muerte física del hombre es idéntica al abandono del capullo de seda por la mariposa. El capullo de seda y su larva pueden compararse con el cuerpo humano. Desde el momento en que el capullo de seda se deteriora irreversiblemente, ya sea como consecuencia de un suicidio, de homicidio, infarto o enfermedades crónicas (no importa la forma), va a liberar a la mariposa, es decir, a nuestra alma”.

Durante su carrera, Kübler-Ross dictó cursos sobre muerte y agonía a más de 125.000 estudiantes en universidades, facultades de medicina, hospitales e instituciones de trabajo social. En 1970, pronunció The Ingersoll Lectures on Human Immortality en la Universidad de Harvard, sobre la muerte y los enfermos terminales.

Elisabeth Kübler Ross junto a Ken Ross, uno de sus dos hijos, creador de la Fundación internacional EKR, en honor a su madre
Elisabeth Kübler Ross junto a Ken Ross, uno de sus dos hijos, creador de la Fundación internacional EKR, en honor a su madreKen Ross

La psiquiatra dedicó los siguientes 10 años a fundar más de 50 hospicios en todo el mundo. Se retiró finalmente a los 70 años, pero nunca abandonó su vocación: desde su casa, en Arizona, escribió cuatro libros más, incluyendo Sobre el duelo y el dolor, coescrito con David Kessler, experto en duelo. Su filosofía, expresada en sus libros, se convirtió luego en la base del actual Movimiento Hospice, que se dedica al cuidado de personas con enfermedades terminales en el final de sus vidas.

Más allá de sus logros, Kübler-Ross debió lidiar en todo momento con las críticas de colegas que consideraban que sus estudios sobre el “más allá” manchaban su integridad científica. Por eso, dedicó las primeras líneas de su libro, La muerte, un amanecer, a cuestionar estas mismas críticas: “Hay mucha gente que dice: «La doctora Ross ha visto demasiados moribundos. Ahora empieza a volverse rara». La opinión que las personas tienen de ti es un problema suyo, no tuyo. Saber esto es muy importante. Si tienes buena conciencia y haces tu trabajo con amor, se te denigrará, te harán la vida imposible, y diez años más tarde te darán dieciocho títulos de doctor honoris causa por ese mismo trabajo. Así transcurre ahora mi vida”.

Pocos años antes de fallecer, en un reportaje, un periodista le preguntó si la proximidad de su muerte le generaba miedo. Su respuesta fue contundente: “No, de ningún modo me atemoriza; diría que me produce alegría de antemano”. En la misma entrevista, declaró que la vida en el cuerpo terrenal solo representa una parte muy pequeña de nuestra existencia. Ella siempre repitió la misma frase: “Morir es mudarse de casa, a una más bella”.

Luego de su muerte, Ken Ross, uno de sus dos hijos, creó la Fundación EKR en honor a su madre. La fundación tiene 11 filiales en distintas partes del mundo. Una de estas es la Fundación Elisabeth Kübler-Ross Argentina-Uruguay, conformado por un equipo interdisciplinario, que surgió a fines de 2020. “Nuestra misión es difundir en estas latitudes la obra de Elisabeth Kübler-Ross y continuar con su legado”, dice Cynthia Frahne, su coordinadora, a LA NACION. “Ofrecemos charlas gratuitas sobre diferentes temáticas y un encuentro llamado “Un té con Elisabeth”, que sería como un Dead Café , donde se conversa sobre la muerte, porque en nuestra sociedad ese es un tema del que no se habla. En breve, vamos a estar ofreciendo grupos de apoyo en duelo, también formaciones sobre acompañamiento en duelo y para el modelo hospice”, resume Frahne.

 


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10 comentarios sobre “«La muerte no existe». El caso de la psiquiatra especialista en «la vuelta del más allá»

  • el abril 29, 2022 a las 9:10 am
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    Sería muy bueno Padre Javier que, en cuanto tenga tiempo, hablara de la disonancia entre ciertas cosas que se dicen en el artículo y lo que los católicos creemos. Siendo honesta estos temas me generan mucha confusión, pues a pesar de que los medios y los investigadores como tal rechazan todo lo que no sea «ciencia», siento que por otro lado somos bombardeados en las series y películas, incluso por relatos de personas cercanas, en todo esto de las experiencias entre la vida y muerte, los muertos que se ven a sí mismos y a sus familiares, esa «luz» a la que se aferran en la muerte, el que puedan ver a sus familiares antes de ir al cielo. No le pediría que desmintiera lo que haya que desmentir si no fuera tan confuso para mí (y quizás para otros), pues yo personalmente vivo rodeada de personas que creen que hay muertos que quedan vagando por la tierra como en una especie de limbo, y que los niños no bautizados se aparecen a las personas como «duendes». Una prima mía tuvo una experiencia extracorporea de esas de las que se hablan en el artículo, ella incluso llegó a estar en un jardín, al principio me lo creí, luego al no comprender como esto encuadraba en nuestra creencia de muerte-juicio-infierno-gloria, pensé que era más un fenómeno mental más que algo real. Otra duda que tengo es si eso de que hay una luz a las que las personas se aferran cuando mueren es respaldado por la tradición católica, es algo que he negado por parecer muy de Hollywood y por haber escuchado de un demonio que se hacía pasar por un difunto que según él mismo había cometido «muchos pecados» en su vida pero que cuando murió se aferró a la supuesta «luz» y Dios lo perdonó y ahora viaja por el mundo porque Dios le dijo que para «reparar» lo que había hecho en su vida debía ayudar a las personas (y eso haciendo supuestas curaciones, «ayudando» en asuntos temporales y «revelando» cosas del futuro, poseyendo a varias personas) y también hablaba de viajes a otras «dimensiones». Parece que no importa los pecados que hayas cometido en tu vida, y si te arrepentiste o no, con tal que te aferres a la luz (al menos esa es la impresión que me daba).

  • el abril 29, 2022 a las 10:57 am
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    Ver la muerte desde la fe católica está llena de esperanza y, hasta cierto punto, de alegría. Nuestra gran santa Teresa de Ávila nos contagia esa espera con aquel verso suyo, «Muero, porque no muero»; por supuesto, hay que tener lista las maletas para ese trascendental momento, como lo dice Ud. padre Javier, es decir estar en gracia de Dios.
    Alegra saber que la Dra. EKR haya dejado vasta investigación sobre el paso al más allá que ella lo explica como «Morir es mudarse de casa, a una más bella”, que para nosotros los católicos es el Cielo anhelado por los santos. Gracias Padre Javier Olivera por compartir este artículo, Dios lo bendiga🙏

  • el abril 29, 2022 a las 12:14 pm
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    Cosas de Dios… el otro día se me apareció un video en youtube de justamente este tema, lo vi por ver… tal vez había algo de verdad entre toda la parafernalia que dicen y no tenia otra cosa que hacer mientras almorzaba. Era de un importante doctor español.

    El resumen de todo fue clarísimo clarísimo cuando le salto a la yugular a la Iglesia Católica, sumado a que todos sus «casos», segun Él, creen luego que la religión misma es simplemente una traba. Ciegos que guian ciegos.

    Y para notar, tanto en este texto como en el video, ninguno iba ni siquiera al purgatorio, todos derecho al cielo ?
    El juicio de Dios, «brillaba» por su ausencia (pun intended) ?
    Ni una vez algo que referencie al catolicismo (Tal ángel o santo, la Virgen, Dios) ?

    Historias inventadas y falseadas, conducidas por ella misma o alguien más, demonios dando información ? quién sabe… pero deje de comentario con el pasaje de la biblia que se me vino a la cabeza inmediatamente, lo comparto aquí también, aunque todos lo conozcan:

    3 Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades;
    4 apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas.
    5 Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio.

  • el abril 29, 2022 a las 1:16 pm
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    Hola padre Javier, Elisabeth Kubler Ross, hizo un excelente trabajo de acompañamiento con los enfermos terminales, pero de todas las experiencias que ella dice haber sido testigo , ni una sola habla de arrepentimiento, y de por qué habían sido devueltos a la vida. Además ella tenía una espiritualidad propia que podemos considerar como secta, ya que se erigía en el
    rol de “sacerdotisa” en los rituales que hacía.
    Fue muy famosa en el
    movimiento Nueva Era. Hay un paper interesante en Academia sobre ella:
    https://academia.edu/resource/work/1494576
    Le recomiendo que lo ojee.
    Bendiciones

  • el abril 29, 2022 a las 6:31 pm
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    No me parece extraño que La Nación publique esas notas. Cualquier cosa les va bien, menos la verdad completa. Para cualquiera que la lea, las postrimerías (muerte, juicio, infierno y cielo) podrían dejar de ser un problema, un objeto de meditación, una fuente de conversión y santificación.
    Se podría decir que sirven para algo concreto: que la gente crea que hay vida después de la muerte. Pero no veo el beneficio si la religión (y más aún la verdadera) pasa a ser irrelevante. No parece, a juzgar por el artículo, que esa Ross fuera católica. Por el contrario, se ocupó de llevar tranquilidad sin conversión ante el terrible momento de la muerte. (No puedo dejar de hacer una comparación entre este texto, y el libro de San Alfonso, «Preparación para muerte»: No, no es raro que La Nación publique esas cosas. A cualquiera que la conciencia le remuerda, este artículo le servirá de marihuana. Un artículo que se acerca más a las intenciones del demonio que de Dios).

    Sobre si los hechos relatados son ciertos o no, no lo sé. Creo que la mayoría es falso. Pero por si sirve de algo, creo que el relato de Gloria Polo es cierto (googleenla), y ella comenta también que las primeras experiencias después de su muerte fueron muy felices, pero después fue terrible cuando fue juzgada y condenada.

  • el abril 29, 2022 a las 6:53 pm
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    No me gusta molestar comentando dos veces, pero más lo pienso y más reflexiones surgen. En publicidad siempre se empieza por una pregunta (entre otras) antes de comenzar a crear: ¿Cuál es el «público blanco»? (O sea, a quién va destinada la publicidad).

    Entonces me pregunto: ¿Cuál es el público blanco de esta nota?

    ¿Los ateos? No lo parece. Conociéndolos, dudo que a alguno se le mueva un pelo. Descartan entre risas las vías de Santo Tomás, ¿por qué no harían lo mismo con Ross? Y llegado el caso que sirviera para hacerlos creer en el más allá, sería un conversión ¿a qué? Todos son felices sin necesidad de cambiar de comportamiento. No hay más pecado.

    ¿Los católicos? Puede ser. Para generar confusión y dudas sobre la verdad que conocemos. Nótese que sus lectores son gente de Fe y formada, y los comentarios que he leído le manifiestan esa mismas dudas. Imagínese el impacto de esta nota en alguien que no tiene mucha idea.

    ¿Los «naturalistas»? (Los llamo así por englobar a aquellos que creen en Dios pero que no consideran la religión como algo importante, o lo ven como alguien más o menos presente, pero al que le bastaría que no robemos ni matemos. E incluso a aquellos que dicen que todos nos salvamos). Para mí la autora de la nota pertenece a este grupo, y la Dra Ross también, y el público blanco es precisamente el mismo: confirmar en el error a todo ese grupo que tiene el suficiente sentido común para distinguir que la vida espiritual es una realidad, pero la inmoralidad y/o cobardía para aceptar su pecado, su necesidad de expiación, y el compromiso de no pecar más.

    Entiendo que Ud ve el vaso medio lleno, padre. Pero yo lo veo medio vacío, y además, envenenado.

  • el abril 30, 2022 a las 4:37 pm
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    Gracias por ilustrarnos difundiendo las experiencias vividas por la Dra. Kubler Ross acompañando a los moribundos en su etapa final; confirma -contra la negación de la ciencia- lo que nosotros los católicos creemos por nuestra fe, que nuestra vida continua -de otra manera y en otro ambito- mas alla de la muerte física. Estas hermosas y sentidas experiencias sirven -tal vez- para formarnos en el acompañamiento cercano de los enfermos terminales que esperan palabras alentadoras y de amor en el momento culmine de sus vidas. Gracias por compartirlo.

  • el abril 30, 2022 a las 6:44 pm
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    Ahora que su mundo empieza a tambalear (El mundo del inmanentismo, del materialismo), oportunamente aparecen las ECM ecuménicas para bajar la angustia de los ateos frente a la realidad de la muerte. Se interesan en la continuidad de esta existencia temporal en otro plano. Lean a San Alfonso María de Ligorio, al santo cura de Ars. Dejen a la dra. Kubler Ross para los cultores de la Nueva Era.

  • el mayo 1, 2022 a las 5:02 pm
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    Muy interesante artículo. Ya había leído sobre el tema de La vida después de la muerte del Dr. Moody. Todo es coincidente con Las Escrituras. Si no nacemos del agua y del Espíritu no entraremos en El Reino de los Cielos, esto es coincidente con la visión del túnel que podemos compararla con el canal de parto. Pues toda la naturaleza nos habla de Dios y Sus Obras. La luz al final del túnel, no será La Luz que no tiene fin, Dios mismo que nos alumbra noche y día en la Jerusalén Celestial?.
    Por otro lado examinando el portal que lo publicó, el diario La Nación, podemos concluir las motivaciones que lo llevan a mostrar este artículo. Lejos de dar ánimos a los moribundos creo que la intencionalidad es mostrar la muerte como algo a lo que aspirar, lindo, agradable, placentero, para de esa manera ir completando la agenda global de la cual primero fue el aborto, luego vendrá la eutanasia.
    Por otro lado la Dra. no sé adentra más que hasta el umbral de la muerte, lo cual no implica el juicio, por lo tanto tampoco el Cielo ni el Purgatorio. Por lo tanto es importante señalar que debemos examinar los hechos y no conjeturar sobre las personas, no sea que con la vara con que medimos se nos mida.
    Debemos examinarlo todo y quedarnos con lo bueno, es decir mirar el vaso medio lleno pero también el medio vacío, de esa manera seremos imparciales y justos.

  • el mayo 8, 2022 a las 8:31 pm
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    Con prescindencia de la intención de la editorial que publica la nota (famoso diario liberal y agnóstico argentino) quisiera destacar que las manifestaciones relatadas por la Dra. Kübler Ross en los moribundos, deberían considerarse ante todo la última etapa de la vida, antes que la puerta de la muerte. De hecho, el haber podido conocer todos estos relatos sugiere sin demasiadas dudas que ninguno de los testigos murió realmente, sino que llegó ante la puerta de la muerte sin traspasarla. Por eso faltaríanle las experiencias religiosas más interesantes y se mencionan únicamente, por tanto, las diferentes alternativas del fin del ciclo vital humano, el comienzo de la ruptura de la unión del cuerpo y el alma; el arrepentimiento, el juicio, la gloria y lo más horrendo, el infierno y, desde luego, la promesa inefable del Purgatorio, quedarían para una etapa acaso inmediatamente posterior pero que no es relatada por los testigos, precisamente por que son cosas posteriores a la muerte.
    Desde luego, lo mío son conjeturas, como conjetural es todo lo que concierna a aquello que «ni ojo vió, ni oído oyó» -salvo los de San Pablo, que no se sintió capaz de describirlo.
    Existen relatos inmediatos a la muerte referidos por santos, como cuando Santa Teresa la Grande mencionó haber visto subir al cielo, aupado por Jesucristo mismo, a un ignoto fraile de quien ella tenía noticia. No estaría nada mal hacer un somero repaso de eso. Cordiales saludos.

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