Deconstruyendo la ESI

Por Santiago Gamboa

Hace unas semanas, hemos culminado un curso de capacitación dictado por representantes del Estado Nacional, para ser lo que en el ámbito educativo se les denomina Referentes ESI (Escuela Sexual Integral). Dicho curso, consta de cuatro encuentros, en los cuales se desarrollan tres ejes particulares que conformarían las propuestas de mentada ESI. De este modo, el primer eje será el desarrollo de la normativa positiva; el segundo, los diversos enfoques educativos para abordar la educación sexual; y en el tercero, los planes de acción aplicables a la Escuela en tanto Institución.

Objeto de estas líneas entonces, será desarrollar no tanto el contenido de cada eje –contenido el cual se encuentra disponible en internet para quien quiera leerlo- sino más bien ciertos supuestos en los que la ESI se basa. Comencemos.

La ESI, es definida como una Educación que articula: “aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos, destinada a satisfacer las necesidades de desarrollo integral de las personas y la difusión y cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos como inalienables, inviolables e insustituibles de la condición humana” (Ley Nº 14744, art. 3º). Esto es así debido a que el hombre, según esta concepción, es un sujeto cuya sexualidad lo atraviesa íntegramente y se manifiesta a lo largo de toda su vida. Y como el ciudadano moderno es sujeto de Derecho, la ley positiva debe asegurarle la protección de todos sus derechos; entre ellos: el derecho a la libertad sexual; el derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexual; el derecho a la privacidad sexual; el derecho a la equidad sexual; el derecho al placer sexual; el derecho a la expresión sexual emocional; el derecho a la libre asociación sexual; el derecho a la toma de decisiones reproductivas libres y responsables; entre otros tantos (Vid., Ley Nº 14.744, art. 4º, inc. “b”). De este modo, la Escuela, como ámbito por excelencia de divulgación de saber, ha de ser la encargada de transmitirlos. Pero hay todavía más: ya que la ESI explica que los colegios, en tanto centros divulgadores de saber, deben articular políticas con otros centros y/o lugares –entiéndase, Centros de Salud, Sociedades de Fomento, Parroquias, etc.- para garantizar el Derecho inalienable a la Educación que poseen todos los niños. Luego, si los centros no cooperan o la Escuela no puede entablar el diálogo, el problema no será por falta de recursos, ausencia del Estado, sobreexplotación por carencia de personal, etc., sino por pocas capacitaciones de ESI: «¡Hace falta más ESI!» Hemos escuchado rimbombantemente. En otras palabras, ante cualquier inconveniente que surja en el ámbito educativo, o bien en cualquier otro ámbito de la sociedad, su solución será a través de más cursos de Educación Sexual Integral; cumpliéndose, de este modo, el viejo anhelo ilustrado del hombre que progresa a través de la Educación. Mas veamos ahora, algunos supuestos y algunas conclusiones que de estos postulados se desprenden.

Para el inmanentismo filosófico actual, la existencia tiene prioridad ante la esencia. De este modo, la esencia del hombre será una esencia abierta y capaz de construirse con los más diversos elementos de la existencia del mismo; y como la vida moderna está atravesada por el cronolatrismo del tiempo (alabar el presente y desdeñar todo pasado) los elementos heredados, por ser cosa del pasado, son en su gran mayoría los supuestos que el hombre debe ponerlos en duda (cogito) para deconstruirlos. A esto se le suma una igualdad implícita entre naturaleza y biología, que reduciendo la phisis a esta última, lleva a un materialismo exuberante. El hombre moderno, cuya característica principal es su soberbia (olvido de Dios y, por tanto, del Ser), es por tal motivo homo mesura de la realidad toda, en tanto tiene la capacidad de crear. Luego, si un ente –siquiera un «yo»-, que de alguna manera piensa, se auto percibe algo, por esa razón es, crea y exige. Porque para la ESI, ese ente que piensa, en el acto de pensar, ya está atravesado por elementos que lo condicionan a pensar, lo que lleva a la conclusión de que la substancia (aquello que existe en sí mismo y permanece al cambio) hay que encontrarlo en la sexualidad: por eso somos seres sexuales.

No entraremos aquí en detalle del relativismo filosófico que anula la libertad del hombre y vuelve tiránica toda Civitas Políticas o la perversidad teológica que subsume a la creatura al regocijo de los peores pecados de la Iniquidad. Pero sí dar cuenta como estos nietos de Freud, sobrinos de Fromm, de la estirpe de Lutero y Arrio revisten la pornografía explicita de su abuelo austríaco, por medio de la afectividad. Porque para la ESI, la sexualidad, al no reducirse a la Biología –una biología ya filtrada por el lente modernista, claro está-, tampoco podría reducirse al acto sexual por antonomasia y de aquí que emerja la figura de la afectividad, para suplir al acto transeúnte del Amor. El Amor, ya no es acto creador, gratuidad pura, apertura al Ser, necesidad perfectiva que derrocha bondad, sino un impulso psicológico de un ente que al demostrar afecto a otro ente le demuestra que aquel ente importa; e insistimos en ente, porque no necesariamente es un hombre, sino una cosa, arrojado a la existencia que siente y luego piensa y por tal motivo importa.

Ahora bien, líneas más atrás, hemos hecho mención a la Educación como motor de cambio. Por lo que urge preguntarse aquí: ¿Qué tipo de escuelas presupone o proyecta la ESI? En este sentido, la ESI está apoyada en lo que en Pedagogía se denomina Escuela Inclusiva o Pedagogía Horizontal también; es decir, al fin de las relaciones jerárquicas entre cualquier miembro de la Comunidad Educativa. Más democrática será una Escuela, cuando más niños recoja y, mediante el mágico y transformador diálogo, los incluya y relacione uno con otro de manera armónica. En otras palabras: si un niño pega a otro niño, si insulta a un profesor, si rompe el edificio o cualquier cosa semejante, el problema no es la voluntad del niño sino la Escuela que no ha encontrado los medios correctos para dialogar con él –«un niño con un arma dentro del establecimiento no es violento», afirma taxativamente la nueva guía de Resolución de Conflictos-. Pero como el remedio para los males de la Democracia, es más Democracia, se deben aceptar a todos los niños, y cuando afirmamos todos, señalamos que deben convivir en un colegio todos sin importar, y he aquí al punto adonde queríamos llegar, sus discapacidades; porque para la Escuela Inclusiva, la discapacidad natural –ceguera, sordera, autismo, etc.-, no existe en la práctica ya que todos poseemos discapacidades diversas –como un niño que quería ser más alto de lo que era-. De este modo, y por la desnaturalización de la phisis y el filtro de la biología ya mencionados, se iguala un deseo personal –ser más alto- a la carencia de un sentido como es la visión o, peor aún, a la destreza motora vedado a un joven con encefalopatía crónica. Porque para la ESI y la Escuela Inclusiva, una persona con esa enfermedad, no sabemos cómo, pero puede tener una vida “normal” como cualquier otro; si no la tiene, es porque le falta ESI.

Es en este punto de la neurosis perversa y demoniaca de estas personas, donde aparece el supuesto totalmente gratuito de la sociedad machista y, por desenlace lógico al ámbito del lenguaje, el conocido lenguaje inclusivo. La sociedad siempre ha sido patriarcal, afirman, y recién hoy (cronolatrismo ilustrado), gracias a la ESI, nos damos cuenta de tal problema. «Porque los hombres que no tenían que lavar los platos, eso, era un privilegio», escuchamos en una de las clases. A lo que inmediatamente nos preguntamos in mente: Entonces: «¿Las mujeres que no iban a la guerra en otra época también tenían un privilegio?». Desde el punto de vista histórico-antropológico, esta genealogía de la sociedad patriarcal (tal como la de la lucha de clases antes) tiene no pocos errores históricos, los cuales, por mencionar algunos solamente, confunden la división de trabajo y la especialización natural del mismo -producto de la complejización y “evolución” de la sociedad-, con un discurso machista para la dominación. Se olvidan así de grupos como las Amazonas, pueblo guerrero formado por mujeres o los innumerables casos de poliandria que han existido a lo largo de la Historia. Se olvidan también que fue la “oscurantista” Iglesia Católica, quien igualó al varón y a la mujer al ser considerados hijos de Dios y cuya voz “igualitaria” provocó que no pocas mujeres de toda clase social abandonaran el paganismo. Pero se olvidan por sobre todas las cosas, que fue Lutero, negando la devoción mariana primero, y con él la modernidad después, quienes impusieron una sociedad “machista” si se nos permite la expresión (y tomando reparos del mismo) y retrotrayendo prácticas paganas y/o judaicas; ya que desde la cosmovisión cristiana, era imposible una subordinación del varón hacia la mujer: primero, porque todo Amor estaba subordinado a Dios y segundo, porque la sociedad imperfecta de la familia, se constituía no por dos sino por una sola carne.

A este sin sentido histórico, se le agrega otro igual de descabellado como es el lenguaje inclusivo, que presupone que cuanto más inclusivo se hable (democratismo), más igualitaria será la sociedad. Por tal motivo, y aceptando tal hecho, habría que señalar que la sociedad alemana o italiana han de ser sociedades matriarcales; en tanto cualquiera que sepa un mínimo de aquellas lenguas, sabrá que el artículo femenino, se utiliza para el plural (die) en una, y para el lenguaje formal en otra (lei). Claro está que, indagando un poco más, se alzan la voz de aquellas lenguas carentes de “género” o plenamente inclusivas: tal el caso del inglés, o de lenguas aborígenes. De este modo, la Leyenda Negra liberal y sajona, arremete nuevamente al habla hispana, pero revestida de democratismo calvinista posmoderno.

Así el estado de la cuestión, no importa el ropaje que se tenga, los males siguen siendo los mismos. Dos herejías, las dos máximas herejías a nuestro modo de ver, se reparten al mundo: los negadores de la naturaleza humana de Cristo y los negadores de la naturaleza divina. Dos herejías, dos monofisismos, tremendos y lapidarios. Ante ello, sólo queda la Tradición, verdadero acto revolucionario, parafraseando al Maestro Caturelli, que como todo lo auténticamente revolucionario, ha de venir de lo antiguo sin que por ello caiga en la idolatría vacua del pasado, por el pasado mismo. Porque para todos los que peregrinamos este mundo terreno, ante las inmensas y contradictorias verdades mundanas, anteponemos aquella única Verdad que se sintetizó en ese muy hermoso anagrama que versa: «Quid est Veritas? Est Vir qui adest».

Santiago Gamboa para Que no te la cuenten

 

 


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Un comentario sobre “Deconstruyendo la ESI

  • el octubre 22, 2023 a las 8:44 am
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    Buenos dias. Dios Verdad es amor es y quiere que sean felices sabiduria eterna
    Que no quiere que se ame el toro a la vaca sino que sus hijos sean mas en el crecimiento no se abandonen y se acostumbren a hacer la Voluntad de Dios que es Santo y bueno no late no hace lo que Dios quiere y no so mas que daño. Dios tiene sabiduria el hombre es Fe

Comentarios cerrados.

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