Cuando los Papas se equivocan: el error y la condena del Papa Honorio

Sobre el eterno tema de la posibilidad de que los Papas se puedan o no equivocar, resumimos aquí abajo un excelente artículo que sigue en todo el excelente libro del Padre John Chapman titulado “La condena del Papa Honorio”, publicado en 1907 por primera vez, luego de la definición del dogma de la infalibilidad papal.

El resumen que ahora traducimos y comentamos puede leerse AQUÍ.

Vamos nomás entonces.

*     *     *

                                                                                                                               

Se dice que un Papa habla ex cathedra o “desde la cátedra” cuando presenta solemnemente alguna enseñanza de una manera que pretende ser definitiva y absolutamente vinculante. Esto también se conoce como ejercicio del magisterio extraordinario del Papa , y su objetivo es resolver de una vez por todas cuestiones en disputa relativas a la fe o la moral. El Concilio Vaticano I (Constitución dogmática Pastor Aeternus) enseñó que tales definiciones doctrinales ex cathedra son infalibles y, por tanto, irreformables. 

El magisterio ordinario de la Iglesia también (ya sea en la persona del Papa o de algún otro obispo o cuerpo de obispos) a veces puede enseñar de manera infalible, cuando simplemente reitera alguna doctrina que siempre y en todas partes se ha enseñado. 

La Iglesia no sostiene, sin embargo, que los Papas siempre enseñen de manera infalible cuando no hablan ex cátedra. Una razón para afirmar esto es que ha habido unos pocos papas (aunque sólo unos pocos) que se equivocaron al no ejercer su magisterio extraordinario. Quizás, el caso más espectacular es el del Papa Honorio I (papa del 625 al 638 d.C.), quien enseñó un error cristológico que facilitó la difusión de la herejía monotelita, y fue formalmente condenado por ello por varios concilios de la Iglesia y papas posteriores. 

El caso de Honorio se analiza en muchas historias de la Iglesia y obras de referencia, pero se puede encontrar un relato especialmente detallado en el breve libro de John Chapman La condenación del Papa Honorio , que fue publicado en 1907 (puede leerse AQUÍ) .   Chapman es también el autor del artículo sobre el Papa Honorio en la Enciclopedia Católica de 1910 , que presenta un relato más breve pero sustancial.   

1. ¿Pero cuál fue el error del Papa Honorio?

La herejía monotelita surgió como secuela de la herejía monofisita.   La cristología ortodoxa sostiene que Cristo es una Persona con dos naturalezas, divina y humana.   El monofisismo sostiene que Cristo tiene una sola naturaleza, la divina.   El monotelismo (“monos”, uno y “thélo”, quiero) puede entenderse como un intento de encontrar una posición intermedia entre el monofisismo y la ortodoxia.   Sostiene que si bien hay dos naturalezas en Cristo, solo hay una voluntad .   Desde el punto de vista de la ortodoxia, esto es inaceptable, porque la voluntad es parte integral de la naturaleza.   Por tanto, negar la realidad de dos voluntades en Cristo es implícitamente negar que tenga dos naturalezas.

Los problemas para el Papa Honorio comenzaron cuando Sergio, patriarca de Constantinopla, le escribió sobre el tema de la voluntad de Cristo y propuso un compromiso que podría atraer a los monofisitas descontentos.  En su respuesta, Honorio afirmó que es mejor evitar hablar de “una o dos operaciones” en Cristo , e incluso afirmó que hay “una voluntad” en Cristo.   El problema es que la primera afirmación parece dejar margen de maniobra al monotelismo, y la segunda parece afirmarlo positivamente.

Sin duda, como han argumentado los defensores de Honorio y como permite Chapman, la intención de Honorio no era herética; era más bien política: quería acercar a los alejados por esa herejía cristológica, es decir, dogmática. Pero las declaraciones de Honorio dieron argumentos a los monotelitas, quienes trataron sus palabras como una definición doctrinal y apelaron a ellos en apoyo de su posición.  

Ahora, hayan sido cuales hayan sido las intenciones de Honorio, como dice Chapman, “en una definición son las palabras las que importan” más que la intención detrás de ellas, y, se quiera o no las palabras de Honorio eran “más allá de toda duda, heréticas” (p. 16), porque iban, al final de cuentas, contra el dogma de doble naturaleza del Señor. 

Ahora bien, Honorio no estaba proponiendo, de hecho, una formulación definitiva ex cathedra , por lo que su error no es incompatible con las enseñanzas del Vaticano I sobre las condiciones de la infalibilidad papal.  Pero no es cierto decir (como algunos han hecho en defensa de Honorio) que hablaba simplemente como un teólogo privado.   Él no estaba haciendo eso: Sergio le había escrito pidiendo un consejo autorizado del obispo de Roma, y ​​Honorio respondió en esa calidad.  Y el error fue extremadamente grave, porque, como señala Chapman, la herejía monotelita en realidad sólo cobró impulso después de la respuesta de Honorio a Sergio y, en parte como resultado de ella.

Los papas que siguieron a Honorio comenzaron a corregir la situación afirmando la enseñanza ortodoxa, e inicialmente intentaron dar a las palabras de Honorio un sentido ortodoxo o simplemente ignorarlas.   Pero a medida que la controversia crecía, se hacía cada vez más difícil defender al Papa Honorio.

2. La condena de Honorio

Casi cincuenta años después de la muerte de Honorio, el conflicto subsistía por lo que en el tercer Concilio de Constantinopla (680-681 d. C.), también conocido como Sexto Concilio Ecuménico (reconocido como autorizado por la Iglesia Católica) fue convocado para hacer frente a la crisis que, finalmente, condenó muy duramente con estas palabras la postura de Honorio respecto de Sergio:

“Después de haber reconsiderado… las cartas doctrinales de Sergio… a Honorio algún tiempo Papa de la Antigua Roma, así como la carta de este último al mismo Sergio, encontramos que estos documentos son bastante ajenos a los dogmas apostólicos, a las declaraciones de los santos Concilios, y a todos los Padres aceptados, y que siguen las falsas enseñanzas de los herejes; por lo tanto, los rechazamos por completo y los execramos como perjudiciales para el alma .

Pero no sólo sus palabras fueron condenadas, sino la propia persona de Honorio fue, asimismo, execrada:

“Definimos que será expulsado de la santa Iglesia de Dios y anatematizado Honorio, que fue algún tiempo Papa de la Antigua Roma , porque encontramos que, en lo que ha escrito a Sergio, seguía su punto de vista y confirmaba sus doctrinas impías”.

Tanto fue así que el difunto Papa fue incluido por ese gran Concilio en una larga lista de herejes anatematizados:

“¡A Teodoro de Pharan, el hereje, anatema!

¡A Sergio, el hereje, anatema!

¡Anatema para el hereje Pirro!

¡A Honorio, el hereje, anatema!”

Etc.

Y otra vez:

“Expulsamos de la Iglesia y sometemos con razón al anatema, a todas las novedades superfluas, así como a sus inventores: a saber, Teodoro de Faran, Sergio y Pablo, Pirro y Pedro (que fueron arzobispos de Constantinopla)… y con ellos a Honorio, que era gobernante de Roma, mientras los seguía en estas cosas”.

Claro que de ninguna manera esto reflejó una animadversión contra Roma, ni un rechazo a la autoridad papal. Al contrario, como subraya Chapman, los decretos del Concilio fueron firmados por los representantes del Papa de entonces, el Papa San Agatón confirmando lo dicho en ese concilio el papa siguiente, San León II, quien añadió su propia condena personal de Honorio afirmando :

“Anatematizamos a los inventores del nuevo error (el del monotelismo)… y también a Honorio, que no intentó santificar esta Iglesia Apostólica con las enseñanzas de la tradición apostólica, sino que con traición profana permitió que se contaminara su pureza”.

Pero esto no fue lo último.

El Séptimo Concilio Ecuménico de 787 d.C. (también conocido como Segundo Concilio de Nicea) reiteró la condena del concilio anterior diciendo:

“Afirmamos que en Cristo hay dos voluntades y dos operaciones según la realidad de cada naturaleza, como también enseñó el Sexto Sínodo, celebrado en Constantinopla, expulsando a Sergio, Honorio , Ciro, Pirro, Macario y a los que están de acuerdo con ellos”.

Y otra vez:

“También hemos anatematizado… la doctrina de una voluntad sostenida por Sergio, Honorio , Ciro y Pirro”.

El Octavo Concilio Ecuménico de 869-870 d.C. (también conocido como el Cuarto Concilio de Constantinopla) reiteró la condena una vez más:

“Anatematizamos a Teodoro, que fue obispo de Farán, a Sergio, Pirro, a Pablo y a Pedro, los impíos prelados de la iglesia de Constantinopla, y con estos a Honorio de Roma”.

Como señala Chapman, además de estos repetidos anatemas, a partir de entonces, cada nuevo Papa que jurase su cargo entre el siglo VIII y el XI debía prometer combatir los errores de varios herejes,

» Junto con Honorio, que añadió combustible a sus perversas afirmaciones» (págs. 115-16)

Además de eso, Chapman añade: “Honorio fue mencionado como hereje en las lecturas del Breviario Romano del 28 de junio fiesta de San León II, hasta el siglo XVIII” (p. 116).

Pasaron más de cuarenta años entre la muerte de Honorio y su condena por el primero de los concilios mencionados.   Pero una vez que fue condenado, la condena fue reafirmada repetidamente en los niveles más altos de la Iglesia durante siglos.

Ahora bien, ¿es posible defender a Honorio?

Según Chapman “indiscutiblemente ningún católico tiene derecho a negar que Honorio fuera un hereje… un hereje en palabras, aunque no en intención”, repite (p. 116). Algunos han tratado de mostrar cómo las palabras de Honorio pueden leerse de manera ortodoxa, pero, como enfatizan Chapman y Butler, esto pasa por alto el punto de que la cuestión de si Honorio fue o no un hereje no puede resolverse con referencia únicamente a sus cartas.

El hecho de que los concilios y más tarde los propios papas lo hayan denunciado como hereje también es crucial, por lo que negar que fuera un hereje es desafiar el juicio de estos concilios y papas por lo que decir que Honorio no se equivocó, implica decir que los papas y los concilios posteriores (aprobados y reconocidos por la Iglesia) sí se equivocaron.

Es cierto que a través de los siglos ha habido quienes han tratado de defender a Honorio no por sí mismo, sino por el Papado mismo. Quizás el más eminente teólogo haya sido San Roberto Belarmino (en el Libro 4, Capítulo XI de Sobre el Soberano Pontífice) que, en tiempos del protestantismo, intentaba salvaguardar la autoridad de Roma.  Pero sus argumentos han sido siempre débiles y rechazados por teólogos católicos ortodoxos posteriores.

Por ejemplo, Belarmino propone que «quizás» la carta de Honorio a Sergio fue falsificada por los herejes; y aún cuando no hubiese sido falsificada, se podría interpretar católicamente…

3. La lección de Honorio

Como señala Chapman

Honorio era falible, estaba equivocado, era un hereje, precisamente porque no declaró, como debería haberlo hecho, con autoridad, la tradición petrina de la Iglesia romana.   No apeló a esa tradición, sino que simplemente aprobó y amplió el compromiso poco entusiasta de Sergio”. (pág.109)

Honorio era capaz de equivocarse en su propia carta porque no estaba allí hablando ex cátedra. Y realmente cayó en error en este caso porque no estaba enseñando en continuidad con la tradición. Después de todo, como enfatizó el Concilio Vaticano I al proclamar la infalibilidad papal, el objetivo de la infalibilidad no es autorizar al Papa a enseñar novedades, sino, por el contrario, garantizar que preserve la enseñanza tradicional:

“Porque el Espíritu Santo fue prometido a los sucesores de Pedro no para que, por su revelación, dieran a conocer alguna nueva doctrina, sino para que, con su ayuda, pudieran guardar religiosamente y exponer fielmente la revelación o depósito de fe transmitido por los apóstoles” (c. IV, Pastor Aeternus).

Las lecciones del caso de Honorio son claras.   Cuando un Papa no habla ex cathedra , es posible que caiga en error. Y si, en ese contexto, enseña algo contrario a la enseñanza tradicional de la Iglesia, caerá en el error y, por lo tanto, puede inducir a otros a cometer el error también, con consecuencias catastróficas para la Iglesia.   Pero en tal situación la Iglesia se recuperará pronto y llegará a juzgar con dureza a cualquier Papa que haya fomentado tal crisis.

Es cuestión de esperar el juicio de la historia nomás. 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE


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7 comentarios sobre “Cuando los Papas se equivocan: el error y la condena del Papa Honorio

  • el diciembre 26, 2023 a las 8:24 pm
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    Estimado Padre:
    ¡Cuidado con este tema! Hay aclaraciones de peso que echan por tierra la «Tesis del Papa hereje» y toda la propaganda blandida por anticatólicos y veterocatólicos en torno al Papa Honorio. Así, con mayor perspectiva y con profusión de datos, Llorca y Villoslada se arremangan la sotana y comienza a derribar «mitos» en su famosísima y sólida «Historia de la Iglesia», tomo I, pp. 744 y ss. Para muestra, un botón:
    «Basándose en estas dos cartas de Honorio, se ha presentado la actuación de este Papa como una dificultad gravísima contra la infalibilidad pontificia. Como en su conducta impuso silencio a los defensores de la ortodoxia y dio, al menos aparentemente, la razón a Sergio y a sus partidarios, se supone que erró dogmáticamente, por lo cual no se puede decir que el Papa sea infalible. Este argumento lo han esgrimido y lo siguen esgrimiendo hasta nuestros días todos los enemigos del Pontificado, y es bien conocido que, cuando se discutió en el concilio Vaticano I el dogma de la infalibilidad pontificia, la cuestión del papa Honorio fue una de las más agitadas y de las que proporcionaron armas constantemente a los impugnadores de la definición de este dogma.»
    Lo invito a releer el trabajo de los precitados autores, pues en la precitada obra echan luz -también-a toda tentativa de entrar en distinciones vanas, del estilo » esto es ex-cathedra y esto no…».
    Sin más. Sinceramente y para evitar una seguidilla de confusiones,
    Juanito.-

  • el diciembre 26, 2023 a las 9:19 pm
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    Los enemigos del papado, algunos conscientes, otros simplemente incautos, rizan el rizo con la cuestión de los «papas herejes». Y empiezan con un recorte al alcance de la infalibilidad; se olvidan que NSJC dijo «He rezado por ti para que tu fe no desfallezca…». O no creen en el poder de la oración de Dios Hijo o han encontrado los originales de los evangelios en los que a continuación se lee «…a veces» o «…casi nunca». ¿Y el «estaré con vosotros hasta la consumación del siglo»? ¿Tampoco cuenta? Para eso se valen de una herramienta muy difundida: para limitar la infalibilidad se atribuye a la expresión «ex cathedra» un significado que no tiene: el de magisterio solemne. Con todo respeto, ¿de dónde sacan que ex cathedra es sinónimo de solemne y no simplemente «desde la cátedra de Pedro», o sea el papa actuando como tal? ¿Qué papa lo afirmó? o ¿qué concilio aprobado por un papa lo determinó así? No valen las especulaciones del teólogo tal o el profesor cual, porque por sí mismas tienen cero valor; y dando importancia a este tipo de afirmaciones se llega a la típica discusión de leguleyos donde unos se basan en media biblioteca que afirma algo y otros en la otra mitad que afirma lo contrario. La Santa Religión Católica no admite ni usa esos tironeos. Todo esto se hace para justificar que desde 1958 para acá todos los que se sentaron en la sede de Pedro fueron verdaderos papas, no importa qué herejías hayan suscripto. La asistencia del Espíritu Santo es PERMANENTE y SIEMPRE asiste a los verdaderos papas: ¿Cabría el descuido o incluso la maldad (Dios me perdone por lo que digo) de Nuestro Señor Jesucristo como para dejar que su Vicario que existe por Su Santa Voluntad pudiera no ser inmune al error? «Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos» ¿Le faltó advertir a las ovejas y corderos que el Pastor podía arrearlos a la guarida del lobo?
    Medio largo pero a veces no se puede ser breve: Concilio Vaticano I, Pastor Aeternus, capítulo IV: «los obispos de todo el orbe … han referido a esta Sede Apostólica … allí donde la fe NO PUEDE sufrir mella…» «…esta Sede de San Pedro SIEMPRE permanece libre de error alguno, según la divina promesa de nuestro Señor y Salvador al príncipe de sus discípulos: «Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y cuando hayas regresado fortalece a tus hermanos»» «…Este carisma de una verdadera y NUNCA deficiente fe fue por lo tanto divinamente conferida a Pedro y sus sucesores en esta cátedra…» SIEMPRE, NUNCA, NO PUEDE: eso enseña la Iglesia bajo la autoridad de los verdaderos papas; y esos adverbios incluyen y cobijan a Honorio y Liberio y a cuántos verdaderos papas se les ocurra inventar como «herejes» o «cuasi herejes». El que quiera seguir las opiniones de eruditos que se alejan de lo que enseña la Iglesia no se queje cuando se encuentre FUERA de la Iglesia, porque eso es lo que pasa cuando se ignoran las enseñanzas papales.

  • el diciembre 28, 2023 a las 4:59 am
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    Sin embargo, san Pedro se equivocó y san Pablo tuvo que reprenderlo. Y por inspiración del Espíritu Santo el caso ha quedado registrado con pelos y señales en el Evangelio.

    • el diciembre 28, 2023 a las 11:37 am
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      No fue equivocación y menos aún en cuestiones de fe. Simplemente por condescendencia hacia los judíos recién convertidos cuando estaba con ellos respetaba sus costumbres en las comidas. Ojo con los que empiezan casi en el Génesis a encontrar papas que cayeron en el error. No se olvide de mencionar la triple negación de Pedro…

      • el diciembre 30, 2023 a las 12:22 pm
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        Bueno, las tres negaciones no valen porque san Pedro aún no era papa. En cuanto a lo otro, claro que fue un error: por miedo, dice san Pablo, hizo algo condenable e hipócrita.
        Saludos.

  • el diciembre 31, 2023 a las 3:14 pm
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    Vale la pena señalar que la mayoría de los teólogos (incluidos los Doctores de la Iglesia) no están de acuerdo con que Honorio haya cometido un error en el presente caso.

    Además, suponiendo que Honorio estuviera equivocado, los teólogos señalan que un error del magisterio pontificio no será una doctrina tradicional de la Santa Sede ni engañará a la totalidad moral de los católicos. Un error del Papa duraría poco tiempo y pronto sería corregido por el mismo Papa o por un sucesor.

    En ese sentido:

    “Por otra parte, siendo toda la Iglesia indefectible en la fe, es deber de Dios impedir que el magisterio de la Santa Sede induzca a toda la Iglesia a aceptar una doctrina errónea en materia de fe y de costumbres. Y como no es posible que toda la Iglesia no reciba una doctrina propuesta por la Santa Sede como propia a través de una larga y constante tradición, parece que hay que decir que el magisterio ordinario de los Romanos Pontífices goza de tal asistencia que impide que una doctrina menos correcta, una vez difundida, se convierta en una doctrina constante y tradicional de la Santa Sede, pero tal asistencia, si hay que admitirla, no es, sin embargo, la que es característica del Romano Pontífice, cuando define una doctrina sobre la fe y las costumbres, que hace que cada juicio sea inmune al error y en sí mismo irreformable. Ahora bien, ésta es la infalibilidad que negamos y que debe proclamarse respecto del magisterio ordinario del Pontífice”. (Francis Sullivan, La Iglesia, I Cuestiones de teología fundamental, 1963, págs. 345-346. Traducido por el padre Ze)

    «(2) La asistencia divina que hace al magisterio inmune al error es un don extraordinario de Dios, que sólo parece afirmarse si hay razones verdaderamente convincentes para afirmarlo. Sobre todo, hay que decir que Dios no puede permitir que el La Santa Sede induce a error a toda la Iglesia sobre la fe, pero parece posible que el Pontífice, enseñando de manera ordinaria, pronuncie una sentencia que luego sea corregida, siempre que no se induzca a error a toda la Iglesia. , lo único que se necesita es la asistencia divina que busque asegurar que el error sea corregido, antes de que sea generalmente aceptado por la Iglesia, y que impida que una doctrina errónea se convierta en una doctrina tradicional de la Santa Sede.” (Ibíd., 350. Traducción Padre Ze)

    “Dios, velando perpetuamente por su Iglesia, confiere infalibilidad a todo ejercicio del magisterio que, si errara, llevaría a la misma Iglesia a error en cuanto a la fe. Y ciertamente, si todo el episcopado esparcido por el mundo, junto con el Romano Pontífice, consintiera en proponer una doctrina errónea para ser aceptada por los fieles, toda la Iglesia se vería inducida al error; por tanto, Dios preserva del error este magisterio ordinario y universal, o le concede la infalibilidad. Pero esto no puede demostrarse sólo con respecto al ejercicio del magisterio ordinario del Pontífice, porque el error en este magisterio podría corregirse antes de que toda la Iglesia fuera inducida al error”. (Ibíd., p. 351. Traducción del padre Ze)

    • el enero 3, 2024 a las 8:50 am
      Permalink

      Pero una de dos, o se equivocó Honorio, o se equivocaron todos los papas siguientes que lo condenaron.

Comentarios cerrados.

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